Hace seis meses me destinaron como corresponsal de RT en España. Aterricé con muchas incertidumbres e inseguridades. Para qué negarlo. Después de 13 años cubriendo noticias en distintas partes del mundo, volver a tu país para contarlo es todo un reto.
El desafío se multiplicó exponencialmente cuando el proceso independentista catalán se desbocó. En medio de una crisis territorial sin precedentes en las últimas décadas, en el equipo de Madrid decidimos apostar por el equilibrio, profundizar en las raíces del problema (político, jurídico, económico y social) y buscar contexto con analistas. Desde Moscú, llegaba una única petición a la corresponsalía: dar voz a todas las partes.
Sin embargo, pasados unos días del referéndum separatista del 1 de octubre, de forma repentina, RT comenzó a copar muchas portadas en los medios españoles. Del día a la noche, la injerencia rusa se había convertido en el motor del independentismo. Ahí empezaba a crearse una bola de acusaciones con pobres evidencias, hechos confusos y cifras irrelevantes.
En escasas semanas, la teoría de algunos periodistas y expertos era cuanto menos paradójica. RT, canal que muchos ciudadanos españoles ni conocían y que varios presentadores de television no sabían casi deletrear, había influido en la opinión de la población catalana. No había datos de la dimensión de esa supuesta injerencia y los ejemplos que presentaban de manipulación eran tres noticias de la web de RT.
Al intercambiar mensajes con esos periodistas y expertos, les preguntaba si habían visto nuestra cobertura. La respuesta era un silencio que dejaba claro que no lo habían hecho. Asimismo, me sorprendía como casi ningún medio español llamaba a la corresponsalía para conocer la postura del canal.
En cuestión de días, el problema del separatismo ya no parecía ser el oportunismo de algunos políticos catalanes ni el inmovilismo del Gobierno español ni la falta de diálogo entre Barcelona y Madrid. Era más simple: el responsable era 'la maquinaria de propaganda rusa'.
Por desgracia, no es nada nuevo lo que ha ocurrido. No hemos sido los primeros ni seremos los últimos. Somos uno más en esa lista desafortunada de calumniados sin base ni contenido. En medio de toda esta polémica, en la corresponsalía hemos vuelto a tomar postura: aceptamos la crítica pero condenamos la difamación. Somos conscientes que aún nos queda mucho por mejorar y desde ya nos comprometemos a ser aún más rigurosos con la información que ofrecemos.
Francisco Guaita, corresponsal de RT en España
@Guaitafran