El día de las elecciones, el entonces candidato a la presidencia de EE.UU. Donald Trump no contaba con hacerse con la victoria. Esperaba perder, pero creía que su campaña había impulsado su marca personal y que sería lucrativa para él.
Cuando llegaron los resultados, su humor cambió de "un Trump desconcertado, pasando por un Trump incrédulo, para acabar en un Trump horrorizado".
Esta cita, que pertenece nada menos que al exjefe de estrategia política del mandatario, Steve Bannon, aparece en el nuevo libro del periodista Michael Wolff, titulado 'Fire and Fury: Inside the Trump White House' ('Fuego y furia: la Casa Blanca de Trump desde dentro', en español), que actualmente está en preventa y estará disponible para el público el 9 de enero.
Varios medios de comunicación, entre ellos, el diario británico The Times, han tenido acceso a varios extractos de la obra.
"Horrorizado y enojado"
Cuando Trump se enteró de su victoria, "parecía como si hubiera visto un fantasma", cita esta vez el autor al hijo mayor del presidente, Donald Trump Jr.
Estaba visiblemente peleado con su esposa, que parecía estar a punto de llorar
Trump había prometido a su esposa, Melania, que no ganaría las elecciones y ella se echó a llorar cuando conoció el resultado del escrutinio, pero no fueron lágrimas de alegría, afirma el periodista.
"Trump no disfrutó de su propia investidura. Estaba enojado […] y visiblemente peleado con su esposa, que parecía estar a punto de llorar", sostiene Wolff.
Stephanie Grisham, la portavoz de Melania Trump, ya ha tachado el libro de "ficción" y aseguró que la primera dama se alegró mucho de la victoria de su marido. "Estaba segura de que él ganaría y se sintió muy feliz cuando lo hizo", declaró la vocera.
Fobias de Trump
Además, en el libro se explica la predilección del presidente de EE.UU. por la comida rápida. Según Wolff, el mandatario estadounidense tiene miedo de que alguien le envenene.
Por esta razón, Trump cree que la comida preparada por un cocinero de McDonald's es más segura, ya que este nunca sabe quién se la va a comer.
Por esta misma fobia, el personal doméstico a su servicio tiene terminantemente prohibido tocar las pertenencias del presidente, especialmente su cepillo de dientes, revela el libro.