Aunque tiene 23 años, no hay una evaluación del impacto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en México y eso levanta suspicacias.
Esta semana, cuando inicia la sexta ronda de negociaciones en Canadá y el peso mexicano retrocede frente al dólar, el nerviosismo impregna el aire. El presidente norteamericano, Donald Trump, ha amenazado con salir del tratado si los otros socios no ceden ante las demandas de Washington y México, por su parte, ha planteado retirarse si EE.UU. deja el bloque.
Para Enrique Dussel Peters, profesor de postgrado de Economía de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM) y uno de los estudiosos del tratado, el país latinoamericano es el que se sentará a la mesa en peores condiciones porque "no hay análisis, no se han tomado en cuenta todos los sectores y solo se defienden los intereses transnacionales. Es una postura negociadora muy pobre, muy sesgada, muy ideológica. Están haciendo 'guerra santa' contra el proteccionismo".
Situación crítica
Este lunes, el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, se reunió con la canciller de Canadá, Chrystia Freeland, para ultimar los detalles del próximo 'round' y ambos coincidieron en que será "crítica", refiere Milenio.
Entretanto, la Casa Blanca asegura que ve "avances" en las conversaciones y apuesta por mantenerse en las negociaciones, destaca El Universal. La postura de Washington, para la investigadora del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) Arantxa Tirado, es previsible: "No tengo una bola de cristal pero me parece que México va a terminar cediendo y EE.UU. también va a tener que bajar sus pretensiones por las presiones internas en su país".
Con un 'shutdown' en proceso, amenazas de 'impeachment' y la presión de sectores que se benefician del tratado con México, Tirado vaticina que la permanencia de EE.UU. en el TLCAN será una realidad ineludible, al menos en el corto plazo. Sin embargo, la pregunta que se hacen los analistas es qué tan beneficioso resulta eso para México.
Dussel Peters aclara desde el principio que él es de los escépticos. Su desconfianza en la eficacia del tratado comienza por la ausencia de datos oficiales que respalden la conveniencia del pacto, los escasos "ganadores" de las preferencias arancelarias y la exclusión de sectores productivos nacionales en las negociaciones como el textil, la agricultura, el calzado, los juguetes y los muebles, "que prácticamente han desaparecido con el TLCAN".
"Es imposible que en 20 años, de los 17.000 productos que entran en el sistema armonizado, a todos les haya ido bien, pero lo que se nos presenta públicamente es un análisis muy parcial que solo toma en cuenta el ramo automotriz, que en su mayoría no es de capital mexicano. Entonces, la gran pregunta es: ¿y qué se hace con los sectores que han perdido?", se pregunta.
Pocos ganadores
En las últimas dos décadas, Dussel Peters ha estado al frente de estudios sobre el TLCAN presentados ante la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la cámara de senadores de su país, y lo que concluye es que "se ha acelerado el proceso de polarización de la economía mexicana en tres grupos: uno mínimo con grandes beneficios; uno marginal que ni va ni viene; y una porción muy amplia que ha visto reducidas sus actividades de manera considerable".
En el grupo de los ganadores están los vinculados a la exportación, que son los sectores de autopartes-automotriz y la aeronáutica, muy activos con sus presiones a EE.UU. y México para que mantengan el tratado. En el caso de los automóviles, la razón de su apremio es sencilla: si se rescinde el TLCAN, sus camionetas ligeras pasarían de pagar un arancel de 0,1% a 25%. A contrapelo, se observa el desplazamiento feroz de otros sectores productivos, en especial la agricultura, afectada severamente por el proteccionismo norteamericano y la apertura mexicana.
"En términos absolutos, el TLCAN ha sido bastante perjudicial", apunta Tirado, quien refiere que desde 1994 hasta 2013 se estima que se han perdido dos millones de empleos en la economía mexicana. "Eso sin contar que el país está inundado de productos estadounidenses al punto que México, que era una potencia exportadora de maíz desde tiempos ancestrales, ahora está importando. Se ha anulado la industria nacional".
"Este escenario era bastante previsible –agrega Tirado– porque lo que implica el TLCAN es la desarticulación de las cadenas productivas del país para que este termine comprando los productos en el extranjero. De los tres miembros, México es el que tiene mayor rezago en términos de desarrollo. Esa asimetría lo ponía en desventaja desde el principio".
El 'cuarto' socio
Uno de los argumentos más recurrentes en la defensa del TLCAN para México es que las exportaciones hacia EE.UU. aumentaron siete veces, no obstante, el dato es engañoso: "Si nos fijamos, hay muchos países, entre ellos China, que sin tener un tratado con nosotros han incrementado el comercio unas 120 veces. Es un argumento falaz", dice Dussel.
Para el profesor de Economía, la historia del TLCAN puede dividirse en dos fases: la primera, "de profunda integración", durante 1994-2000; y la segunda, "de desintegración", que comenzó desde 2001. "Todo lo que se logró en el primer período, lo retrocedimos en 2016 al punto que regresamos a las condiciones económicas que teníamos antes del tratado".
El punto clave, insiste el especialista, es China, "que se convirtió en el segundo socio comercial de México desde hace 15 años y el primero de los EE.UU. desde 2016. "Es decir, es el segundo socio comercial del TLCAN sin estar siquiera en el tratado".
La abrumadora presencia del gigante asiático, para Dussel Peters, tiene como consecuencia la pérdida de competitividad de los productos estadounidenses y la desintegración del TLCAN. El ejemplo más palpable es la caída del comercio de México con EE.UU., que pasó del 81% en el año 2000, al 63% en la actualidad.
Para Tirado, el problema de fondo trasciende la realidad de América del Norte: "Es una evidencia más de la crisis capitalista, que necesita tener su ejército de reserva para poder bajar costos salariales y seguir creciendo, pero que al dejar a gente fuera del sistema productivo, esta no puede consumir sus productos. Allí hay una contradicción de base y no veo que tenga una solución sencilla, ni creo que un presidente empresario como Trump vaya a ser la salvación de la clase obrera estadounidense".
¿Quién se robó el empleo?
Una de las preocupaciones recurrentes expresadas por Trump es la pérdida de empleos en EE.UU. y culpa de ello a México. Dussel lo rebate: "¡Ojalá nosotros los hubiéramos robado!".
Pero la realidad mexicana es otra. Mientras EE.UU. alega que se han perdido seis millones de empleos desde la suscripción del TLCAN, en México solo se han generado 300.000 nuevas plazas de trabajo, es decir, menos del 5% de la cifra total de la que se queja Trump.
"Esos empleos se perdieron en aras del aumento de la productividad y no por México. Hay que tener en cuenta que un auto hoy se produce con muchas menos personas que hace 20 años. Esas plazas de trabajo se perdieron con Asia y, particularmente, con China".
Desde esa mirada, la opinión de Tirado coincide con la de Dussel Peters: "EE.UU. se queja de México, que actualmente es una maquila, pero si se sale del TLCAN, ¿qué hace con China? Si la industria automotriz, por ejemplo, no puede tener mano de obra barata mexicana, sabe dónde encontrarla en Asia".
Salir del TLCAN: pros y contras
Hay visiones contrapuestas sobre el impacto que podría tener para México la eventual salida de EE.UU. del TLCAN. Dussel Peters considera que no afectará "masivamente a la economía, sino a segmentos específico".
Sin embargo, Tirado no lo cree así: "México tiene un altísimo nivel de dependencia de la economía norteamericana y es evidente que le afectaría, pero hay que recordar que ese retiro de EE.UU. se haría paulatinamente, así Trump decidiera mañana rescindirlo".
El punto en el que confluyen ambos analistas es que la encrucijada de México ante el TLCAN la obliga a revisar cuál es su modelo productivo: "El impacto más alto que habrá será en las cadenas de valor automotriz y eso resulta muy interesante e irónico porque no se trata de empresas mexicanas", apunta Dussel, "¿apostar a la seguridad del capital transnacional es lo que nos conviene? ¿Es realmente un beneficio? Desde el gobierno se asume que sí pero no nos muestran por qué".
Tirado, por su parte, cree que el hermetismo sobre los resultados reales del TLCAN tiene una razón: "Habría aún más rechazo a ese tratado y no solo en México, también en EE.UU. Y aquí cabe preguntarse: Si ese tratado es tan eficiente, ¿por qué no dan los datos? Para mí es porque se darían cuenta que es un sector ínfimo de la sociedad el que se beneficia ampliamente, y son ellos los que dirigen la élite del poder".
El profesor de la UNAM es aún más tajante y afirma que lo único que ha entrado a debate en estas rondas ha sido la cadena automotriz: "Lo demás no aparece en ningún lugar. Eso no es casual. En México hay cinco millones de empresas y lo que se discute es el beneficio de tres o cuatro, que no siquiera son mexicanas. Es una negociación caricaturesca, una suerte de realismo mágico que daría risa si no fuese tan serio".
Nazareth Balbás