En Oymyakon, una aldea rusa situada casi al extremo oriental de Siberia, nadie se sorprende por las bajas temperaturas invernales. Sus habitantes, pocos más de 400, saben que es considerado uno de los lugares más fríos del mundo. La semana pasada, se experimentaron allí temperaturas tan extremas que el termómetro digital del poblado se rompió: había alcanzó los 62 grados bajo cero.
Quien por estas fechas llega a esos lejanos parajes, sabe lo que le espera. Quizá por eso, un grupo de turistas chinos alojados en el hotel Ouimu no se extrañó cuando les recomendaron experimentar una costumbre local: tomar un baño en un manatial helado.
Sin temor alguno, aunque sin dejar de gritar todo el tiempo, como se deja ver en un video, cinco turistas chinos entraron al agua helada y se salpicaron unos a otros mientras un perro miraba desde la orilla nevada.