La eugenesia surgió en el corazón de la Inglaterra victoriana a fines del siglo XIX y fue definida por Sir Francis Galton, su creador, como "la ciencia que trata con todas las influencias que mejoran las cualidades innatas de una raza".
Ya sea a través de mecanismos sutiles promovidos por la Iglesia católica o a través de prácticas agresivas como la esterilización forzada de personas, la eugenesia será la ciencia encargada de promover la reproducción de los individuos 'buenos' y desalentar la de los 'malos' o de 'menor calidad'.
Casualidad o no, durante más de 100 años las prácticas eugénicas más drásticas se aplicaron a lo largo del mundo, casi exclusivamente sobre las clases bajas. América Latina no es la excepción.
Unos más valiosos que otros
"La eugenesia le proveyó a las elites un artilugio para invocar la superioridad de unos sobre otros. Lo que va a plantear esta ciencia es que hay personas cuya vida vale más que la de otros. Entonces, si hay personas más valiosas, la eugenesia va a proveer de un mecanismo a través del cual la reproducción de unos sea custodiada a expensa de la de otros", sostiene Gustavo Vallejo, doctor en Historia e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con sede en la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina).
De acuerdo al investigador, la eugenesia va a tener dos grandes vertientes. Por un lado surgirá la eugenesia anglosajona, que no tendrá limitaciones y que llevará a cabo medidas cruentas de ejercicio de la violencia directa sobre los cuerpos, como por ejemplo, la esterilización forzada. En esta dirección fueron los eugenistas norteamericanos, y mediante esta vía, se llegó directamente al nazismo.
La segunda va a ser lo que se llamó eugenesia latina y aglutinará, precisamente, a los países de esta ascendencia. En esta vertiente no esterilizadora de la eugenesia se le confiere un papel central a la Iglesia, el sistema judicial y la medicina, para determinar la idoneidad de los individuos en tanto futuros padres y prolongadores de una cierta genética y valores.
"Los saberes normativos, que son el derecho, la medicina y la teología, terminan construyendo un gran campo a través del cual se difunde la eugenesia como un mecanismo de ordenamiento social. Eso pasa hacia 1930 y atraviesa a toda América Latina", afirma Vallejo.
El punto de partida de todo este mecanismo va a ser la selección de los cónyuges, y esa selección la va a hacer en parte la Iglesia católica a través de los consejos pre-matrimoniales. Cuando el novio y la novia iban a ver a un cura antes de casarse, el sacerdote les hacía preguntas, evaluaba y analizaba a la futura pareja para, eventualmente, desaconsejar y prohibir el matrimonio por la Iglesia.
Paralelamente se instituyó desde la esfera del Estado el examen médico prenupcial. Si bien hoy sigue existiendo en muchos países, la motivación de esto en los años 30 fue de orden estrictamente eugénico. Si luego de un examen médico se determinaba que uno de los dos cónyuges tenía alguna enfermedad o 'tara' que podía ser trasladada a sus hijos, el Estado tenía el poder de no permitir la unión civil.
"Acá empieza a articularse la esfera médica, el derecho y la Iglesia. Por un lado está el certificado médico: si no cumplís con lo esperado ahí actúa el derecho. La ley te impide un acto que sería de derecho privado. Y por otro lado está la Iglesia: el cura intervenía en el momento en el que te desaconsejaba si no venía en vos que fueras a generar una prole deseable para el Estado", sintetiza Vallejo.
Según el historiador, la eugenesia latina fue una forma menos visible en cuanto a las prácticas que se llevaron a cabo y quizás, por eso, ha pasado más desapercibida.
Nuevo milenio y esterilizaciones forzadas
A casi un siglo del desembarco de las ideas eugénicas en América Latina, el cambio de milenio trajo consigo un giro inesperado y de una violencia sin precedentes en la región.
La eugenesia de vertiente anglosajona tomó el lugar central a la hora de controlar y restringir el crecimiento de poblaciones consideradas peligrosas o indeseables y con ella llegaron al continente las esterilizaciones forzadas.
En 1996 el entonces presidente de Perú, Alberto Fujimori, puso en marcha durante su segunda presidencia el Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar (PNSRPF) con el supuesto fin de luchar contra la pobreza a través de la autonomía de las mujeres.
A través de métodos anticonceptivos antes penados por la ley, como por ejemplo la ligadura de trompas, el programa de salud reproductiva avanzó con sus objetivos a toda velocidad, y para cuando finalizó en el año 2000, el saldo de mujeres esterilizadas en el país fue de 331.000, según un estudio que cita estimaciones del propio Ministerio de Salud peruano.
Sin embargo, lo que a simple vista podría interpretarse como un éxito en materia de salud sexual y reproductiva terminó siendo uno de los crímenes más graves en la historia democrática del continente.
Al menos 18 mujeres fallecieron víctimas de estas operaciones. 211.000 mujeres esterilizadas –es decir, más de un 63% del total–, no recibieron la información completa respecto al proceso de ligadura de trompas, mientras que 25.000 de ellas no fueron informadas sobre el carácter irreversible de la intervención quirúrgica, es decir, que nunca más iban a poder tener hijos.
"Un año después de la operación empezó a dolerme la cintura y el corte que me habían hecho en la operación. No podía comer cosas cálidas ni hacer fuerza. A partir de ahí me fui poniendo cada vez peor", cuenta en entrevista Rute Zuñiga, presidenta de la Asociación de Mujeres Peruanas Afectadas por las Esterilizaciones Forzadas y una de las víctimas de la campaña impulsada por Fujimori.
Antes de ser operada Rute fue amenazada por los operadores de salud por resistirse a la intervención: primero le dijeron que no iba a poder inscribir a su hija recién nacida en el registro municipal, luego le dijeron que dentro de poco iba a empezar a pagar un canon por cada uno de sus hijos. Finalmente, el 10 de febrero de 1999, la subieron a una ambulancia con su hija y su marido supuestamente para vacunar a la niña.
Una vez en el hospital y ante los nervios y dudas de Rute, una enfermera la llevó a un quirófano donde rápidamente fue desvestida y acostada en una camilla. Por su constante resistencia la mujer fue atada de pies y manos y se le realizó el procedimiento contra su voluntad. "Hasta ahora no hay justicia. El gobierno no dice nada y tenemos bastantes evidencias. Nuestro caso lo tienen detenido, no quieren avanzar. Y ahora el presidente actual le ha dado el indulto a Fujimori. Este gobierno no merece respeto", sentencia Rute.
Cooperación internacional
Los procesos judiciales comenzados por las víctimas y por asociaciones no gubernamentales buscan la condena de los autores directos de las esterilizaciones, así como la de Fujimori y los demás responsables políticos. No obstante, María Ysabel Cedano, directora de Estudio Para la Defensa de los Derechos de la Mujer (DEMUS), destaca el rol que cumplieron ciertos organismos internacionales en este proceso agresivo de control demográfico.
"Cuando Fujimori llega al poder para reinsertarse en el sistema internacional adopta políticas del FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Entre ellas, políticas de población que son apoyadas por cooperación internacional", resalta Cedano.
Un informe realizado en 2002 por una comisión investigadora del Congreso peruano que buscaba dar con los responsables de estas políticas confirma lo afirmado por la directora de DEMUS.
El documento alude a los propios archivos internos de la Agencia de los EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), que revelan que, en 1993, este país básicamente tomó cargo del sistema nacional de salud del Perú. Esta intervención fue posible gracias a una reorganización del Ministerio de Salud que se había realizado poco tiempo antes en respuesta a las recomendaciones de donantes y proveedores de préstamos.
Según el informe, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) también fue una pieza clave en este entramado institucional con fines eugénicos.
"Desde el inicio de las actividades de la Planificación Familiar en el Perú, la UNFPA ha participado conjuntamente con USAID en prácticamente todas las actividades contribuyendo a la financiación. Es importante tomar en consideración que los principales contribuyentes de fondos para UNFPA son precisamente los EE.UU. de Norteamérica", sostiene el texto elaborado por el poder legislativo.
María Ysabel Cedano considera que al margen de todos los eufemismos usado por el fujimorismo, "en los hechos hubo una política de control de población a través de la violación los derechos reproductivos de las mujeres, esterilizándolas sin garantizar consentimiento previo, libre e informado. Pero además no de mujeres cualquiera, sino de mujeres analfabetas, quechua hablantes, campesinas e indígenas".
La pesadilla continúa
Si bien los cientos de miles de casos de esterilizaciones forzosas en Perú fueron cubiertos ampliamente por la prensa internacional y hasta llegaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las cosas parecieran no haber cambiado mucho en la región. Aunque hasta el momento no se puede hablar de planes sistemáticos de control agresivo de la reproducción impulsados por los Estados latinoamericanos, las esterilizaciones sin consentimiento siguen siendo una realidad, particularmente para mujeres con VIH.
Un informe de 2013, realizado por la organización Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud A.C, encontró que se violaron los derechos reproductivos de mujeres con VIH en México y en tres países centroamericanos. De un total de 337 mujeres entrevistadas, 20 de ellas reportaron haber sufrido presiones u obligadas a esterilizarse en México, 10 en El Salvador, siete en Nicaragua y seis en Honduras.
"Las mujeres indígenas o de color en América Latina siguen siendo el objetivo de las esterilizaciones. Quizás se trate de una serie de casos específicos, no se si llega a ser un patrón, aunque puede serlo. Pero la idea detrás de esto es que estas mujeres son una amenaza y su condición de enfermas indica que no deberían ser madres", afirma Alexandra Stern, profesora de Cultura e Historia Americana de la Universidad de Míchigan.
Más recientemente, Amnistía Internacional publicó un documento que confirma que aún continúan las esterilizaciones forzadas en México y otros países de la región.
El informe cuenta la historia de varias mujeres que sufrieron estos abusos en América Latina. Entre ellas está el caso de Michelle, una madre de 23 años del estado mexicano de Veracruz que se enteró que era VIH positivo durante un chequeo médico cuando ya estaba embarazada de cuatro meses.
El día que llego al hospital para dar a luz, Michelle se encontró con un cartel sobre su cama que decía 'VIH'. Luego el doctor le dijo que tenían que operarla para evitar futuros embarazos. Si bien Michelle se negó, los médicos la ignoraron y llevaron a cabo la esterilización de todas maneras.
Según sostiene Stern, la argumentación detrás de estas esterilizaciones podría ser económica y vinculada a la salud pública, pero si uno profundiza, los motivos verdaderos se hacen evidentes: "Hay una lógica eugénica detrás de todo esto que dice que esta gente no debería tener bebés porque no son aptos, o porque están enfermos o porque simplemente no son la clase de ciudadano que debería seguir reproduciéndose", concluye.
Ignacio Fernández Albano