Ya hace tiempo que los científicos establecieron la relación existente entre la actividad sísmica y el drenaje de aguas residuales bajo el suelo durante la extracción de petróleo mediante la técnica del 'fracking', o fracturación hidráulica.
No obstante, esta vez los investigadores han logrado demostrar que la frecuencia y la potencia de los terremotos están influenciadas principalmente por dos factores: la cantidad de agua drenada durante el proceso y la profundidad a la que es inyectada al subsuelo para extraer el hidrocarburo, informa el portal Science Examiner.
Así, los investigadores han demostrado que la frecuencia y magnitud de los terremotos en el estado de Oklahoma (EE.UU.) aumenta dramáticamente cuando el agua se inyecta en grandes volúmenes a una profundidad de 200 a 500 metros, donde se encuentra el límite entre las rocas sedimentarias y los cimientos cristalinos.
La autora principal del estudio, Thea Hinks, de la Facultad de Geología de la Universidad de Bristol, aconseja a las autoridades estatales imponer restricciones a este tipo de descargas de agua. De acuerdo con la científica, esto permitiría reducir a al menos la mitad la cantidad de terremotos provocados por el hombre en la región.
Desde 2011, cada año las compañías petroleras drenan en Oklahoma más de 2.000 millones de barriles de líquido. Después del inicio de la producción activa de petróleo de esquisto bituminoso, la sismicidad en Oklahoma ha aumentado cientos de veces.