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En un embargo petrolero de Washington contra Venezuela, ¿quién perdería más?

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En su visita a la región, Rex Tillerson volvió a referirse a la sanción latente contra el crudo venezolano, que además podría salpicar a sus dos grandes rivales.
En un embargo petrolero de Washington contra Venezuela, ¿quién perdería más?

El pez grande pareciera no siempre comerse al pequeño. Así lo consideran algunos expertos al evaluar las consecuencias del posible embargo petrolero de Washington contra Venezuela: "EE.UU. perdería más", afirman.

En su reciente gira por América Latina, el jefe del Departamento de Estado, Rex Tillerson, asomó la intención de la administración de Donald Trump de profundizar las sanciones que ya ha impuesto contra Venezuela a través de la prohibición de importación de crudo del país suramericano.

De enero a noviembre de 2017, EE.UU. importó diariamente unos 600.000 barriles de crudo venezolano en promedio, según datos de la Administración de Información Energética estadounidense (EIA, por sus siglas en inglés). Sin embargo, para algunos especialistas la cifra no supera los 300.000.

Venezuela, indica la EIA, es el tercer mayor proveedor de petróleo de EE.UU., según cifras de 2016, detrás de Canadá y Arabia Saudita, por lo que la posible medida anunciada por el máximo representante no solo impactaría al país suramericano.

¿Qué pasaría en Venezuela?

El economista venezolano Luis Gavazut considera que si EE.UU. dejara de comprar crudo a su país, la "afectación sería pequeña" y podría estabilizarse en el plazo de menos de un año.

Según explica en una entrevista telefónica, por un lapso corto Venezuela tendría que vender el crudo en mercado 'spot' (de pago inmediato) a través de agentes de bolsa, por lo que las comisiones serían mayores y el ingreso neto, menor.

Las exportaciones de crudo venezolano se reparten aproximadamente en un 20% para EE.UU., un 60% para el bloque euroasiático y el resto para algunos países europeos y América Latina y el Caribe, por lo que las sanciones de Washington no tendrían un efecto significativo, en opinión de Gavazut.

Ese porcentaje de combustible fósil destinado al territorio estadounidense, manifiesta el economista, tendría que redistribuirse entre los países del bloque euroasiático.

"La necesidad de crudo en el mundo es vasta", aseveró por su parte el constituyente Gerdul Gutiérrez en una entrevista transmitida el pasado 6 de febrero por el canal estatal VTV, por lo que ante unas eventuales sanciones petroleras, el mercado venezolano tendría que reorganizarse.

Sin embargo, el experto petrolero José Toro Hardy, entrevistado por Unión Radio, opina que con estas sanciones Venezuela saldría muy mal parada, puesto que no tendría mercados alternativos para posicionar su crudo pesado.

Un impacto mayor

Existe otra posibilidad, más allá de prohibir la compra del petróleo del país suramericano: EE.UU. podría dejar de suministrar a Venezuela productos derivados de hidrocarburos, necesarios para la destilación y procesamiento de crudo, de la gasolina y de los lubricantes para vehículos. "Eso podría causar un impacto mayor", apunta el economista consultado.

"Supongo que se estarán tomando las medidas para que el bloque euroasiático y otros aliados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) puedan suplir la falta", agrega el experto.

Venezuela enfrenta el agotamiento del crudo liviano, como otros países petroleros, explica Gavazut, por lo que necesita importarlos para diluir el pesado y extrapesado que produce.

El contrabando de combustible

El economista cree que debe haber "mayor presión" en la frontera ante el contrabando de gasolina que sale de Venezuela a Colombia, unos 100.000 barriles diarios, según cifras de la petrolera estatal PDVSA, recoge El Impulso.

Una gandola de gasolina, de 36.000 litros, cuesta en Venezuela 38.000 bolívares, el mismo precio de una taza de café, por lo que su venta ilegal en Colombia genera ganancias extraordinarias y lo convierte en un jugoso negocio.

Un litro de combustible en Venezuela corresponde a 0,00001 dólares, mientras que en el país vecino corresponde a 0,80 centavos de dólar. "Hay que tomar medidas contundentes para frenar el desangradero de combustible a través de la frontera", asegura.

Rusia y China en escena

Si bien el mensaje contra Venezuela es contundente e inequívoco, hay otros dos destinatarios: Rusia y China.

Tillerson, dice Gavazut, aprovecha la gira para "bombardear el objetivo más de fondo y estratégico": la relación de Rusia y China con la región, y muy especialmente con Venezuela, "que se ha venido profundizando con los años".

EE.UU. sabe "perfectamente bien que si no fuera por la gran influencia de China y Rusia en la región tendrían el camino abierto para lograr sus objetivos geopolíticos en nuestros países", asevera.

Una carta, una petición

La Asociación de Fabricantes de Combustibles y Petroquímica (AFPM, por sus siglas en inglés) en una carta de julio de 2017 advertía a Trump de que unas eventuales sanciones petroleras contra Venezuela causarían un impacto negativo sobre las empresas y consumidores estadounidenses, según el blog El Antiimperialista.

En la misiva de AFPM, con copia a Tillerson y otros miembros del gabinete, se recordaba que 20 refinerías de ese país se abastecían con crudo pesado venezolano, que es costoso de procesar, por lo que habían hecho cuantiosas inversiones para adaptarlas a él.

De igual manera, se hacía referencia a las afectaciones en el mercado debido a que la disponibilidad de petróleo pesado se vería mermada, lo que incidiría sobre "un grupo más amplio de refinerías estadounidenses".

Finalmente, informaban que el incremento del costo del crudo traerían un aumento significativo de los precios para los consumidores de combustibles.

¿Quién pierde más?

La pregunta flota en el aire: ¿Quién sale más afectado con la eventual medida anunciada por Washington? Para el economista entrevistado, "pierde más EE.UU, en todo sentido: a largo plazo en términos estratégicos y a corto plazo".

Además del menoscabo a las refinerías, una medida contra Citgo, filial venezolana con unas 7.000 estaciones de servicio a lo largo del territorio estadounidense, "podría perjudicar a las empresas y consumidores de los EE.UU.", explica Gavazut.

También habría inconvenientes con el transporte de crudo, que tendría que recorrer distancias mayores para llegar a puertos estadounidenses, lo que generaría más gastos y precios más altos para los consumidores.

En opinión de Gavazut, la afectación "no es de gran envergadura" pero "es mayor o peor" que la buscada para Venezuela.

Nathali Gómez

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