El carnaval de Buenos Aires: Un momento de liberación y crítica política con la calle como escenario
La celebración del carnaval en Buenos Aires se remonta al siglo XVII y adoptó una modalidad que mezclaba las características propias del carnaval español (que viene desde la Edad Media) con el 'candombe' creado por los esclavos negros. Este tipo de festejo –que se celebra en gran parte del mundo con modalidades distintas– remite a un origen religioso.
La palabra para nombrarlo deriva de la italiana 'carnevale' que a su vez proviene del termino latino 'carnem levare'. Latraducción al español es "quitar la carne", lo cual hace referencia a la costumbre de suprimir este alimento durante el período de ayuno de la cuaresma, que se inicia, justamente, al finalizar esta festividad y dura hasta la Semana Santa.
En aquellos primeros años, el carnaval de Buenos Aires era una actividad restringida al ámbito privado. A partir del 1771 comenzó a realizarse en lugares cerrados pero abiertos para quien quisiera participar, y tras la independencia de Argentina en 1816 comenzó a expandirse cada vez más y a llevarse a cabo en el espacio público.
Para 1838 el entonces joven Juan Bautista Alberdi –un reconocido intelectual liberal argentino– escribía un artículo en el que discutía con quienes desde una mirada conservadora se oponían a la celebración. "Bien que hay gentes para todo. Quieren las máscaras y las costumbres espaciosas de los italianos, y eso es lo que no han de ver en nuestro país", cuestionaba. "No señor: el carnaval debe jugarse a cara descubierta: andamos claros; nada de confusión ni de barullo: al blanco como blanco, al negro como negro: ¿en qué país estamos?", enfatizaba en la revista La Moda.
"No puedo menos que aconsejar a las personas racionales y de buen gusto que corran, salten, griten, mojen, silben, chillen, cencerreen a su gusto a todo el mundo, ya que por fortuna lo permiten la opinión y las costumbres, que son las leyes de las leyes", aconsejaba Alberdi.
Cada nacionalidad, cada barrio
A medida que el carnaval se fue popularizando, las distintas colectividades que existían en la ya cosmopolita Buenos Aires fueron creando sus propias comparsas. Así, como reseñó el periodista David Radosta, se podían encontrar a los afrodescendientes de San Telmo y Monserrat, los italianos de La Boca, los judíos de Palermo y los árabes de Once.
Ya entrado el siglo XX, las comparsas –con mayor referencia en la cultura europea y más propias de carnavales como el de Brasil– fueron reemplazadas por las murgas. Estas últimas, de acuerdo a la lingüista argentina Nené Ramallo, se componen de "una banda de músicos que tocan instrumentos de percusión y entonan canciones, generalmente en tono cómico y poniendo en ridículo algunas situaciones del momento". El portal Carnavales en Chivicloy completa la definición al afirmar que tienen una mayor "influencia rioplatense" y que "en sus cantos se escucha la opinión pública".
En el marco de esta transformación y de la propia integración de la sociedad argentina, se fue generando una hibridación de las culturas y las murgas antes ligadas a determinada nacionalidad, pasaron a asociarse directamente al barrio. Radosta recuerda que así nacieron, por ejemplo, 'Los viciosos de Almagro', 'Los Mocosos de Liniers', 'Alucinados de Parque Patricios', 'Calaveras de Constitución' o 'Fantoches de Villa Urquiza'.
Su carácter contestatario, además, convirtió al carnaval en un espacio de denuncia de las políticas del momento. "Siempre me llamó la atención la idea de un espectáculo en la calle, de poder llegar a diferentes barrios a contar cosas que a veces no llegan", nos contó Laura, integrante de la murga 'Cachengue y Sudor'. Y añadió la importancia de poder "hacer denuncias públicas y críticas a las cosas que una considera que no están bien y reivindicar las cosas que defiende".
Por su parte Canela, de 'Escalando sin Remedio', de la localidad de Remedios de Escalada, enfatizó que la murga "históricamente tiene un motivo crítico, es una forma de denuncia y de elevar la voz para aquellas personas que no suelen ser escuchadas". En ese sentido expresó que lo que más la "enamoró" es "el mensaje" y la posibilidad de "sentirse identificada" con eso.
'Alucinados de Parque Patricios' cantaba hace unos años sobre la crisis europea y la comparaba con Argentina. "Ay Europa querida parecés nuestra vieja Argentina con los bancos mandando y enviando la gente al tacho", señalaban. Y continuaban: "Grecia cae de golpe, Portugal se derrumba a pedazos y España no aguanta tanto golpe y coletazo. Sarkozy-Merkel mienten, el ajuste no es un atajo, solo ves desempleo donde había trabajo. Si te puedo dar un consejito Europa, mejor olvida esos ajustes, son puro cuento, son puro embuste".
Persecución política
Las letras politizadas y de denuncia impulsadas por las murgas, generalmente opuestas al gobierno de turno, generaron tensiones con las autoridades a lo largo de la historia e incluso se las llegó a calificar como subversivas. Fue así, por ejemplo, que la última dictadura cívico-militar (1976-1983) eliminó los feriados de carnaval, que no fueron restituidos hasta el año 2011.
En 1997 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires declaró al Carnaval como Patrimonio Cultural del distrito y comenzó un proceso de institucionalización que sigue hasta el día de hoy. Existen más de 130 murgas registradas pero también se sostiene un circuito alternativo "independiente y autogestivo" que se organiza en todo el país dentro del Movimiento Nacional de Murgas (MNM).
Estas últimos siguen sufriendo persecución, a pesar de estar por cumplir 35 años de democracia ininterrumpida en el país. En el municipio de Morón, ubicado en el área metropolitana de Buenos Aires, el intendente Ramiro Tagliaferro amenazó con enviar a la policía a los corsos organizados por las murgas locales. Así lo denunciaron a través de su cuenta de Facebook y tuvieron el respaldo del MNM.
Por otra parte, en la ciudad de Bahía Blanca las murgas denuncian que el gobierno local las está desfinanciando. Entrevistado por el diario La Nueva Provincia, el titular del Instituto Cultural, Ricardo Margo, se justificó: "Ellas dicen ser contestatarias, pero si están tan en contra del Estado pedirle dinero al Estado es morderse la cola".
Convertirte en quien vos quieras
A pesar de los contratiempos que pueden surgir para quienes le dan vida, el carnaval "es el momento más esperado del año", sostiene Laura. "Durante todo el año nos ponemos a armar los pasos nuevos, los toques y todo el espectáculo, pensamos de qué tema queremos hablar, cómo lo vamos a decir, de qué manera lo vamos a tratar", añade.
También destaca que se trata del "momento de liberación más grande", donde quien quiera "se puede transformar, liberarse, y habitar un mundo diferente, aunque sea por un rato". Es que "cuando te pones el traje, te pintas, te pones la galera y todo, podes jugar a ser quien vos quieras" ya que "la calle es nuestro escenario".
"El carnaval es una instancia hermosa del alma; es un momento de encuentro, de nutrirse", completa Canela. Según su mirada, "te destruye y te reconstruye". "Te destruye porque tu cuerpo está agotado, pero estás tan plena, tan llena de nuevas energías, de formas de llegar al barrio con tu mensaje que te empapas de nuevas experiencias", explica.
Además sostiene que al ponerse el traje siente "un montón de emociones diferentes". "La sensación de fortaleza, de identidad, de sentirme en cada uno de mis compañeros y compañeras, que estamos tirando para el mismo lado", relata.
El traje es la "identidad" de cada murguero. "En Cachengue cada persona se hace el traje como más le gusta", apuntó Laura y detalló que "en la levita cada uno se pone los apliques que lo representan más: escudos de futbol, cuadros políticos, frases, símbolos, etc.".
La murga y el carnaval buscan, en definitiva, "generar pertenencia, y consolidarse como espacio de libertad y de cambio".
Santiago Mayor