El 8 de febrero, las autoridades de las Bermudas revocaron el derecho de los homosexuales a casarse, a pesar de que el pasado año el Tribunal Supremo autorizó el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Diversos grupos de derechos humanos exigieron a las autoridades de Reino Unido, que detenta la soberanía del archipiélago, que no den su consentimiento a esta decisión.
Londres reaccionó lamentando la iniciativa, pero prefirió no interferir en la voluntad de los isleños. La principal razón es que el Gobierno británico valora demasiado las relaciones mutuamente beneficiosas que el país ha construido con su territorio de ultramar.
El pequeño archipiélago de 180 islas y arrecifes en el Atlántico guarda secretos importantes. Los salarios y el coste de la vida en las islas, que tienen una población de aproximadamente 60.000 personas, son varias veces más elevados que en Nueva York o Singapur. Pero lo más interesante es que en las Bermudas desaparecen cientos de miles de millones de dólares cada año, indica el portal ruso Vzgliad.
De colonia a paraíso fiscal
En el siglo XVII, las deshabitadas islas entonces se convirtieron en una colonia donde los ingleses obligaban a los esclavos a trabajar en las plantaciones. En 1838, la esclavitud fue abolida formalmente, pero la división entre una minoría blanca y una mayoría de color sigue vigente hasta ahora. Los británicos controlan toda la esfera financiera, mientras que la mayoría de color principalmente trabaja en el sector servicios, a pesar de estar representada en el Parlamento.
A lo largo de los siglos, la vida de la colonia estuvo controlada por varias familias inglesas. Representantes de los mismos apellidos ocuparon los puestos de gobernador, gubernamentales y parlamentarios. En 1967, Londres decidió de alguna manera acercar su colonia a la democracia. Así, las Bermudas consiguieron una constitución, y al mismo tiempo comenzó a formarse una peculiar legislación fiscal que suponía, por ejemplo, la ausencia total del impuesto de sociedades. Los dueños de las compañías de seguros fueron los primeros en aprovecharse de esta legislación. Hasta hoy día las Bermudas son un centro de seguros global, donde cientos de empresas ocultan las ganancias de los sistemas tributarios nacionales.
En la década de 1980, los oligarcas ingleses de Hong Kong se interesaron por el archipiélago y decidieron llevar sus compañías a este paraíso fiscal lejos de China. Hasta la fecha, la capitalización de las empresas de Hong Kong registradas en las Bermudas casi ha igualado a la de todas las empresas que han permanecido en Hong Kong. El paraíso fiscal rápidamente ganó popularidad. En 1993 había 7.000 compañías registradas en las islas: ahora hay más de 12.000, entre ellas gigantes como Chevron y Google.
Las islas del tesoro
El historiador británico Nicholas Shaxson está convencido de que las Bermudas, así como todos los territorios británicos de ultramar, incluidas las islas Bahamas, las Caimán o las Vírgenes, son parte de una red de empresas 'offshore' cuyo centro está situado en Londres. En su libro 'Las islas del tesoro: los paraísos fiscales y los hombres que se robaron el mundo', sostiene que el Banco de Inglaterra controla y organiza las actividades de este tipo en decenas de lugares en todo el mundo.
El escándalo de los 'Papeles del Paraíso' reveló más secretos sobre el tema. El año pasado el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación publicó datos sobre los propietarios de cuentas 'offshore' en las islas Caimán y las Bermudas. Entre ellos estaba la reina británica Isabel II: el Ducado de Lancaster, que es propiedad de la reina y le proporciona fondos para gastos, invirtió 8,4 millones de libras esterlinas (11,6 millones de dólares) en fondos en el extranjero. No obstante, el escándalo fue silenciado después de que la familia real ofreciera explicaciones poco claras de que la reina supuestamente no sabía nada al respecto.
El buzón 666 de Google
Google, a su vez, tiene cinco oficinas gigantes en Londres con miles de empleados y millones de usuarios leales. Sin embargo, la compañía no paga el impuesto de sociedades, situado en el 20% en el Reino Unido. El gigante paga un impuesto reducido en Irlanda y, a través de una firma neerlandesa, transfiere sus ingresos a las Bermudas.
En la capital del archipiélago, Hamilton, hay un pequeño edificio de oficinas con un buzón con el místico número 666. Es a esta dirección a la que el creador de Google, Eric Schmidt, envía miles de millones de dólares. Aparte del buzón, la compañía no tiene nada en el archipiélago, ni un solo empleado.
En 2015, Schmidt transfirió a las Bermudas alrededor de 17.000 millones de dólares; en 2016 más de 19.000 millones. Los periodistas exigen justicia, pero nadie parece notar el sorprendente hecho de que una corporación extranjera eluda los impuestos británicos en un territorio que formalmente pertenece al Reino Unido.