"En junio del 2017, la Fuerzas Armadas rusas iniciaron el ataque cibernético más destructivo y costoso en la historia. El ataque de piratas informáticos utilizando el virus Not Petya se extendió rápidamente por todo el mundo, causando pérdidas de miles de millones de dólares y provocó daños a ordenadores de toda Europa, Asia y América", dice el comunicado de la Casa Blanca.
El informe alega también que el virus se convirtió en "parte de un esfuerzo continuo por parte del Kremlin de la desestabilización de Ucrania y confirma con mayor claridad la participación de Rusia en el conflicto en curso".
"Este ataque cibernético irresponsable recibirá una respuesta internacional", resume la Casa Blanca.
Anteriormente, la diplomacia británica también había acusado al Ministerio de Defensa ruso de la acción.
Siguiendo los pasos
Mientras tanto, este viernes Australia se ha unido a las acusaciones contra Rusia hechas por parte de EE.UU. y el Reino Unido.
"Basándose en los hallazgos de las agencias de inteligencia australianas y tras las consultas con EE.UU. y el Reino Unido, el Gobierno australiano consideró que la responsabilidad de este incidente cae en los individuos que recibieron el apoyo del Estado ruso", afirma el ministro australiano de Asuntos de Aplicación de la Ley y Ciberseguridad, Angus Taylor.
El Kremlin, por su parte, rechazó categóricamente tales alegatos. Así, el portavoz del presidente ruso, Dmítri Peskov, calificó estas declaraciones como "infundadas", subrayando que se trata de la continuación de la campaña de rusofobia y que carece de bases, informa la agencia Tass.