El gobierno del presidente Michel Temer ha convertido a Brasil en el primer país del mundo con una normativa que permitiría la liberación de organismos con "impulsores genéticos", dice el más reciente reporte del ETC Group, una organización dedicada a promover el desarrollo de tecnologías socialmente responsables.
La resolución, que fue aprobada por la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio), el pasado 15 de enero, promueve una vía legal para la liberación de los impulsores genéticos en el medio ambiente.
Detalla el informe que la normativa aprobada por el gobierno brasileño haría más fácil liberar un organismo que tenga impulsores genéticos que una semilla transgénica.
Tecnología en debate
Los impulsores genéticos ('gene drives' en inglés) son una nueva y polémica tecnología empleada para trasmitir un rasgo genético a través de una población o una especie entera. En algunos de los casos, el propósito es llevar esa especie a la extinción.
Así, aplicando técnicas de ingeniería genética, se pueden alterar permanentemente especies mediante el impulso de un "carácter" determinado dentro del ciclo reproductivo del organismo.
Tal y como explica ETC Group, actualmente se están desarrollando impulsores genéticos aplicados a insectos, roedores y plantas. Si el rasgo genético insertado resulta en que únicamente habrá descendientes de sexo masculino, como se está intentando hacer para ratones y mosquitos, poblaciones enteras o incluso especies podrían extinguirse.
Una investigación reciente de esta misma organización reveló que el Ejército de EE.UU. es uno de los principales inversionistas de este tipo de investigaciones, aportando para las pruebas hasta 100 millones de dólares.
A través de la información disponible hasta el momento, se presume que los organismos con impulsores genéticos no han sido liberados al medio ambiente en ninguna parte del mundo.
¿Privilegio mundial?
En entrevista, Silvia Ribeiro, directora para América Latina del ETC Group, aseguró que Brasil se ha convertido "en el único país del mundo que, explícitamente, ha hecho una normativa para permitir, eventualmente, la liberación de impulsores genéticos".
Además, calificó de "muy grave" la decisión del gobierno de Temer, ya que aprobó la normativa "como una medida administrativa" y sin ningún tipo de consulta pública.
Por otro lado, como esta tecnología está diseñada "para diseminarse agresivamente en el medio ambiente", la investigadora alertó a "todos los países limítrofes con Brasil", ya que una eventual liberación de impulsores podría afectarlos, "y eso debería ser una gran preocupación para esas naciones".
Protesta campesina
La Articulación Nacional de Trabajadores, Trabajadoras y Pueblos del Campo, de las Aguas y los Bosques, que agrupa a unas 20 organizaciones y movimientos populares, con más de dos millones de afiliados en todo Brasil, emitió un comunicado en el que rechaza que las transnacionales de los agronegocios liberen más semillas transgénicas y, por otras parte, que las autoridades nacionales favorezcan los intentos de manipular la naturaleza y la vida silvestre.
Las organizaciones "rechazan enérgicamente" la normativa de la CTNBio, que pretende "legalizar y liberar sin regulación, sin análisis o certificación, nuevos transgénicos que impactarán a las y los campesinos, la soberanía alimentaria, la salud y el medio ambiente", dice el texto publicado en el medio local Brasil de Fato.
Para los campesinos existe el temor de que los impulsores genéticos se empleen para "extinguir especies"y también como "armas biológicas", que no están permitidas en ningún otro país por su alta peligrosidad.
Leonardo Melgarejo, exrepresentante del Ministerio de Desarrollo Agrario ante la CTNBio, aseguró que el gobierno de Temer tomó esta medida sobre los impulsores genéticos sin consultar a la sociedad civil o a los movimientos populares, indica el reporte de ETC Group.
Una estrategia
Silvia Ribeiro considera que la decisión tomada por Brasil "es parte de una estrategia" destinada a impedir que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través del Convenio de Diversidad Biológica, avance en crear una moratoria al uso de los impulsores genéticos, porque eso supondría una alerta más clara a todos los países.
Indicó que la "moratoria" es un llamado de varias organizaciones alrededor del mundo, para "detener la liberación y experimentación con esta tecnología", hasta que se logren valorar los impactos, "se desarrollen los estándares internacionales" y se pueda saber si es posible liberar los impulsores en una forma segura.
"Creemos que algunos de estos condicionamientos, (como la liberación segura), nunca se van cumplir y, por lo tanto, debería ser una tecnología que los países puedan prohibir mientras se realizan las investigaciones", recomienda Ribeiro.
Ernesto J. Navarro