El pasado 2 de marzo, más de 30 mujeres de distintas comunidades de Perú y Bolivia que viven a orillas del lago Titicaca —a 3.800 metros sobre el nivel del mar— realizaron una jornada de limpieza de residuos, durante la cual recolectaron ropa, botellas, tapas y otros elementos contaminantes.
Esas personas llevaron a cabo esa actividad en la playa de Copacabana (Bolivia) debido a que las comunidades indígenas de la región consideran que el lago es sagrado.
"El año pasado nos unimos a los balseros y los barqueros para limpiar el lago con ganchos (rastrillos)" y "sacamos de todo: pañales, botellas, bolsas y hasta perros muertos", detalló la vicepresidenta del Concejo Municipal de Desaguadero, Esther Quispe, a quien le parece "muy triste" que las personas abandonen esos objetos en el lugar.
En defensa de la naturaleza
Los residentes de la zona comenzaron a tomar medidas de ese tipo cuando notaron que su ganado sufría diarrea y algunas plantas se pudrían desde la raíz. La contaminación, provocada en gran parte por los turistas, fue identificada como la principal responsable.
Además de estas iniciativas, la ciudad peruana de Puno aprobó un proyecto para construir plantas de tratamiento de residuos, una iniciativa que se impulsará a través de una asociación público-privada e implicará una inversión de 304 millones de dólares.
La comunidad de los uros, que habita en islas del lago Titicaca, también se ha organizado en este sentido, debido a que la contaminación del agua y la reducción de la pesca ha alterado su ancestral modo de vida.