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Trump contempla acabar con la 'exportación de democracia' de EE.UU. y el 'establishment' tiembla

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Los fondos que iban dirigidos a estas instituciones se trasladarían al Departamento de Estado, donde ciertos organismos tendrían que competir con contratistas privados.
Trump contempla acabar con la 'exportación de democracia' de EE.UU. y el 'establishment' tiembla

El 'establishment' estadounidense tiembla ante la propuesta de la Administración Trump de recortar los fondos dedicados a las organizaciones responsables de "promover la democracia en el extranjero", a menudo bajo la apariencia de las así llamadas 'revoluciones de colores'. La solicitud presupuestaria del Departamento de Estado para 2019 reduce el presupuesto del Fondo Nacional para la Democracia (FND) y lo separa del Instituto Nacional Democrático (IND) y del Instituto Republicano Internacional (IRI).

El futuro del 'establishment', en juego

Los fondos dirigidos a estas instituciones se transferirían al Departamento de Estado, donde el IND y el IRI tendrían que competir con contratistas privados, según afirma Josh Rogin, columnista de The Washington Post, que describió la propuesta como "un ataque no solo contra sus organizaciones, sino también contra la misión prodemocracia a la que se dedican".

"Si se lleva a cabo, la propuesta destripará el programa, forzará abrumadores despidos y el significado simbólico también se hará añicos, enviando una señal de que Estados Unidos está dando la espalda a personas valientes que comparten nuestros valores", dijo a Rogin el presidente del FND, Carl Gershman. "El trabajo que nuestro Gobierno hace para promover los valores democráticos en el exterior está en el corazón de lo que somos como país", explicó a Rogin el senador y presidente de la junta directiva del IRI, John Mccain. La junta del IND está presidida por la ex secretaria de Estado, Madeline Albright.

Mccain escribió el pasado diciembre una carta protestando por la propuesta de la Administración Trump, que fue firmada por nombres tan destacados como los senadores Lindsey Graham y Marco Rubio. Rogin concluye diciendo que [la gente de Trump] "simplemente no cree que sea un asunto de Estados Unidos impulsar la democracia en el extranjero".

El artículo de Rogin ha sido elogiado por diferentes miembros del 'establishment', como el exagente de la CIA Evan McMullin, que expresó su apoyo a través de un tuit: "Se puede esperar que el asalto de la Administración Trump al fomento de la democracia continúe. Las dictaduras están presentando su modelo como preferible para el mundo en desarrollo. Los abusos contra los derechos humanos están aumentando. Las libertades básicas están siendo atacadas".

Por su parte, Nicholas Burns, que fue portavoz del Departamento de Estado en la era Albright (1997-2001), durante la Administración de Bill Clinton, dijo que las revelaciones "harán que te hierva la sangre". Concretamente, este tuit desencadenó una serie de bromas por parte de los críticos de la política exterior de EE.UU., como los periodistas Glenn Greenwald, Chris Floyed o Jon Shwarz, así como el exdiplomático Peter Van Buren.

"Nicky, Nicky... No bebas más, a menos que vayas a la CNN. El fomento de la democracia en Nicaragua, [El] Salvador, Guatemala, Líbano... ¿O quizás Irak 3x, Afganistán, Somalia, Pakistán, Libia? ¿De qué ESTÁS hablando?", dijo Van Buren a través de su cuenta oficial de Twitter.

¿Un muro para las 'revoluciones de colores'?

El FND fue fundado en 1983 bajo la Administración Reagan. Aunque se trata de una organización no gubernamental, la mayor parte de su financiación proviene del Gobierno de EE.UU. y de los contribuyentes estadounidenses.

Washington siempre ha negado las acusaciones lanzadas contra él por entrometerse en la política de otros países a través del FND.

Quienes acusan a EE.UU. de injerencia ponen como ejemplo la ola de 'revoluciones de colores', desde Serbia, en el año 2000, hasta Ucrania en 2004 y en 2014, pasando por la Primavera Árabe de 2011. "La operación (diseñar la democracia a través de las urnas y la desobediencia civil) ahora es tan ingeniosa que los métodos se han convertido en una plantilla para ganar las elecciones de otras personas", escribió Ian Traynor, periodista de The Guardian. Traynor dijo que los "lugares para observar" eran Moldavia y Asia Central. No en vano, la ex república soviética de Kirguistán ya fue escenario de una "revolución rosa" en febrero de 2005, así como la llamada "revolución de la uva" acontecida en Moldavia en abril de 2009.

Aunque la obsesión del 'establishment' de Washington con la democracia en otros países, en los que imponen aquellos valores que les interesan, parecía no tener límites, con la reciente decisión de Trump podríamos estar frente a un cambio de paradigma de la política exterior de EE.UU. en un futuro cercano. ¿Supondrá esto un muro para las llamadas 'revoluciones de colores'?

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