La muerte del senegalés Mmame Mbage, de 34 años, en el barrio madrileño de Lavapiés el jueves pasado desencadenó una ola de protestas, incendió las redes sociales y dio lugar a un sinfín de bulos. El vendedor ambulante, que llevaba 12 años en España, murió de un infarto, no obstante, las circunstancias de su muerte no están del todo claras.
La información que dio la propia Policía de Madrid desde las primeras horas tras el suceso apuntaba a que hubo una persecución policial a un grupo de manteros (gente que vende productos en la calle, especialmente falsificaciones y productos de gama baja de todo tipo) y que luego uno de ellos murió de un infarto.
A raíz de esas informaciones, los primeros titulares en los medios y los mensajes en las redes sociales señalaban que Mbage sufrió un paro cardiaco por escapar corriendo de la Policía. Esta información caldeó el ambiente tanto en las calles como en la Red. A lo largo de estos días hemos sido testigos de protestas en contra de la brutalidad policial, cruces de acusaciones entre los manifestantes y las autoridades, menciones al racismo institucional, a la injusticia social, a la precariedad en la que viven estos colectivos de inmigrantes. También vimos muestras de actitudes xenófobas de la mano de algunos periodistas...
Sin embargo, horas después, tanto el Ayuntamiento de Madrid como la Policía municipal negaron que la muerte se diera como resultado de una persecución, aunque sí han abierto una investigación para esclarecer los hechos. Como se puede ver, ha habido mucha desinformación en torno a este caso. Pero la cúspide se alcanzó el sábado, cuando uno de los mayores diarios de España, El Mundo, sacó una portada en la que acusaba al partido de izquierdas, Podemos, de difundir el bulo sobre una supuesta persecución policial.
Sin embargo, no parece que nada de esto se ajuste a la verdad. La información no la lanzó Podemos, sino que salió de fuentes policiales y de testigos. Lo más paradójico de todo es que fue el propio periódico El Mundo el que difundió esa misma versión de los hechos antes de que lo hiciera ningún cargo de Podemos, al igual que EFE, Europa Press o ABC.
En otras palabras, el periódico El Mundo crea una noticia falsa y luego acusa a quienes la difunden de crearla.
Al mismo tiempo, algunos adversarios de Podemos aprovecharon la portada para potenciar la figura de un 'enemigo interno' dentro de España: el partido de Pablo Iglesias.
La misma política del PP que denunció en el Congreso español que Rusia usaba noticias falsas, "sopapers" y "tuis" para destruir España, también compartió esa portada de El Mundo y cargó contra Podemos.
Cuando quedó claro que se trataba de una mentira, no faltaron comentarios sobre la ardua lucha que llevan los medios y el Gobierno español contra las noticias falsas supuestamente procedentes de Rusia y supuestamente creadas por esta cadena, entre otros medios.
Resulta que no son necesarios medios rusos para que corran como la pólvora las noticias falsas en España. Los medios españoles las crean y las difunden por su cuenta.
Sin embargo, un detalle llama la atención: cuando una información inexacta o falsa sale de un medio o de una institución incómodos para la élite, es inmediatamente tachada de 'fake news' malintencionada, creada con un determinado objetivo, normalmente, el de destruir los valores occidentales, así, en general. Y cuando una información errónea sale de un medio afín a esas élites, pues se trata de un simple error humano, ¿a quién no le pasa? Todos nos equivocamos.
Esa información la difundieron los principales medios españoles y nadie les acusó de nada. Cuando la retomó Podemos, se convirtió inmediatamente en un creador de noticias falsas.
Lo mismo ocurrió durante las cargas policiales en Cataluña durante el referéndum independentista: una información que difundió el Ayuntamiento de Barcelona sobre mil heridos, publicada en numerosos medios internacionales y por la práctica totalidad de los españoles, se convirtió en 'fake news' "creada por RT en español con el fin de desestabilizar España". Y, una y otra vez, se repite sin cesar como ejemplo de esas actividades ilegítimas y deliberadamente maliciosas.
Estos son ejemplos de cómo los términos 'fake news' o 'posverdad' son usados por determinados grupos como un arma arrojadiza contra todo lo que les incomoda o atenta contra sus intereses. Todas esas personas que luchan contra las supuestas 'fake news' rusas y que difundieron esa que creó El Mundo en contra de Podemos, no parecen luchar por la verdad y contra la mentira.
Parecen luchar por mantener su statu quo, en el que les conviene este nuevo recurso de tachar a unos de peligrosos desinformadores y alabar a otros, que suelen ser siempre los mismos, los más fuertes.
Se trata, también, de una forma de anular cualquier pensamiento crítico, no sea que las personas empiecen a plantearse que los más fuertes y poderosos a veces, quizás muchas veces, mienten.