El Gobierno chino ha elaborado un plan para acabar con la superpoblación en Pekín y en Shanghái, dos de las ciudades más importantes del gigante asiático, informa The Guardian.
Según el diario británico, entre las medidas que contempla el programa figura el derribo masivo de viviendas, de tal forma que los habitantes de los domicilios afectados se vean obligados a abandonar dichas ciudades y se trasladen a otras poblaciones con un menor volumen demográfico.
Reto demográfico a corto plazo
El objetivo establecido es que Pekín no supere los 23 millones de habitantes para 2020 y Shanghái los 25 millones para 2035. En 2017 Pekín contaba con 21,7 millones de habitantes (20.000 menos que en el año anterior), mientras que en Shanghái vivían 24,18 millones de personas (10.000 menos que en 2016), recuerda The Guardian.
Para lograr sus objetivo, el Gobierno no solo está derribando aquellos edificios viejos de los barrios céntricos, sino que también está cerrando todo tipo de locales sin licencia, como bares, tiendas, restaurantes o mercados, forzando así a los habitantes a abandonar su lugar de residencia.
¿Redistribución o expulsión?
Otra medida adoptada es la redistribución de la población mediante nuevos asentamientos urbanos en los alrededores de dichas ciudades, lo que se enmarca en una iniciativa impulsada por el Gobierno para que diversas compañías tecnológicas se trasladen a estos lugares llevando allí sus trabajadores. Esto es lo que ha sucedido en la ciudad de Xiong'an, en la provincia de Hebei, en las afueras de Pekín, donde se ha ubicado un asentamiento urbano llamado Jing-Jin-Ji.
Sin embargo, los más críticos señalan que el plan forma parte de una estrategia degentrificación, es decir, un proceso de transformación de un espacio urbano deterioriado o antiguo por medio de la reconstrucción que suele propiciar un aumento del coste habitacional en la zona en la que se lleva a cabo. De este modo, los más afectados en estas dos metrópolis chinas serían los habitantes de las clases más bajas.