Evgeny Morozov, investigador y experto en las implicaciones sociales y políticas de las nuevas tecnologías y uno de los mayores críticos sobre Cambridge Analytica, advierte de la nueva ola privatizadora que está suponiendo el capitalismo digital.
Para Morozov, la tecnología no cambia en muchos casos las dinámicas básicas sobre las que se asienta el orden social, sino que las hace mucho más complejas. Lo que podemos hacer, según su punto de vista, es replantearnos el modo en el que usamos la tecnología para no ser usados por aquellos de quienes dependen las plataformas tecnológicas.
El investigador desecha la visión optimista del capitalismo digital que dice que el futuro depende de nosotros y que el uso de las nuevas tecnologías puede ayudar a defendernos un poco mejor. Y desgrana cuál ha sido el desarrollo de las compañías tecnológicas en las últimas dos décadas desde la aparición de servicios gratuitos financiados por la publicidad de las empresas. Esa práctica poco a poco ha ido generando una gran cantidad de datos de aquellas personas que utilizan estos servicios, sobre todo en las redes sociales, lo que ha ido creando una customización de la publicidad a la que estamos expuestos.
Pero este modelo, afirma, también ha tenido consecuencias negativas, como se ha visto recientemente con las manipulaciones políticas del escándalo de Cambridge Analytica. En su opinión, las plataformas tecnológicas se están convirtiendo en extractoras de nuestros datos, que es como funcionan compañías como Google. Lo que ha ocurrido, relata, es que las mismas compañías que han estado recopilando estos datos están comenzando a utilizarlos de una forma diferente para manipularnos.
Así, nos pone un ejemplo: las verificaciones de Google para descartarnos como robots. Antes tenías que leer y teclear unas letras, y ahora te pide que reconozcas imágenes. Esas respuestas de todos los usuarios son utilizadas por Google para desarrollar tecnología de reconocimiento de imágenes y objetos, logrando que la gente haga ese trabajo para ellos, pero gratis.
Introduciéndose en lo que queda del Estado del Bienestar
Poco a poco, estas empresas están adquiriendo la posibilidad de entrar en terrenos donde antes no tenían la posibilidad de acceder. Pone otro ejemplo, el del Sistema Nacional de Salud del Reino Unido, donde Google ha tenido acceso a todos los historiales de los pacientes, lo que le ha permitido analizarlos para desarrollar sistemas de predicción. Así, ahora tienen acceso a unos datos que aumentan su valor como empresa a la hora de ofrecer otros productos.
Este tipo de servicio es ofrecido tan solo por unas pocas compañías de EE.UU. y China, que te venden que incorporando todos tus datos a sus servicios puedes funcionar de una forma mucho más eficiente. Pero en realidad lo que están haciendo es recopilando toda la información sobre ti.
Lo que se ha producido durante la última década en la que han tenido lugar los recortes presupuestarios por la crisis económica internacional, es que las Administraciones Públicas para poder ofrecer un sistema básico de servicios han sido y son proclives a utilizar los servicios de estas empresas, que consideran más eficientes, aunque les hayan tenido que entregar nuestros datos.
Otro caso más expuesto por Morozov es la protección contra 'hackers' que Google y otras empresas proponen, creando y ofreciendo sus propios productos para vendernos que nos deben proteger de los fallos de sus otros productos. "La centralización del acceso a la inteligencia artificial en manos de estas compañías está creando una situación nada alentadora (...) Es una privatización por la puerta de atrás", concluye.
Así, una de las consecuencias del capitalismo digital es que en lo que quedaba del Estado del Bienestar también está penetrando el capitalismo. "Está entrando en áreas muy importantes", subraya.
Un sector de la economía que sigue creciendo
Morozov afirma que hay un sector de la economía que sigue creciendo, tanto en tamaño como en capitalización de mercado: el de la industria tecnológica, que es precisamente la que fomenta el uso de los datos.
Relata que Amazon, Google, Apple, Microsoft y Facebook han crecido en el último año cerca de 1,3 billones de dólares. Y podemos ver lo mismo en China.
Hay empresas que ni siquiera cotizan, como Uber, Airbnb o Volunteer. Pero cada una de ellas tiene un valor de entre 20.000 y 60.000 millones de dólares. El capital de estas empresas proviene de fondos de pensiones, entre otros de este tipo, que piensan que estas compañías pueden ser muy lucrativas. De esta manera, según explica el investigador, construyen un modelo y lo escalan a 200 países y, mientras, destruyen las empresas locales. Es precisamente lo que hace Uber con los taxis en países como España. El modelo es muy sencillo.
"Para que Uber consiga retorno para sus inversores (inversores como el Gobierno de Arabia Saudí o Goldman & Sachs) debe asegurarse de que pueda destruir a la competencia local", afirma. Y han tenido bastante éxito y tienen unas técnicas "bastante ruines", dice el investigador. Se pueden permitir perder dinero hasta que acaben con la competencia. Pueden hacerlo porque atraen capital de esos grandes inversores institucionales.
Otro ejemplo es el de la empresa japonesa SoftBank, un gran fondo que aumentó gracias al dinero barato durante la crisis económica, que involucra a otras empresas en la financiación de sus compras. SoftBank tiene una deuda enorme, según cuenta Morozov. Toma dinero, lo gasta y vuelve a tomar dinero prestado, debido al bajo interés del mercado, y así llega a dominar la industria, acaba con sus competidores y domina el mercado. Después puede recuperar lo perdido.
Con el alquiler ha sucedido lo mismo. Hemos asistido a cómo barrios enteros han subido de precio y cómo aumentan los alquileres de corta estancia. Se trata del fenómeno Airbnb. Esta compañía está financiada por fondos soberanos, como los de China y Singapur, descubre Morozov, que más o menos es cómo funcionan los fondos de pensiones.
Más allá de Silicon Valley
Por otro lado, explica que para entender esta financiarización tecnológica hay que seguir el dinero más allá de Silicon Valley. "Se está creando una burbuja que hasta que estalle va a seguir creciendo y creciendo", vaticina el escritor.
La ausencia de crítica a lo que está sucediendo lo asocia a la paradoja del desprecio europeo hacia Donald Trump, ya que la mayor parte de los políticos europeos creen que estas empresas, mayoritariamente estadounidenses, son aliadas y pueden resolver el problema del desempleo o de los cuidados. Hay muchos políticos que fomentan la idea de que la asociación con ellas es la elección natural en nuestras sociedades, como Macron o Renzi, que son "los mejores amigos de las empresas tecnológicas", opina.
Sin embargo, el hecho de que la ciudadanía no lo perciba así, como una crisis, le perturba muchísimo: "Tenemos que tomar esta crisis y utilizarla como una oportunidad de ofrecer los servicios del Estado del Bienestar de una forma mucho más descentralizada", aconseja. De esta manera, se trataría de aprovechar algunas de las estructuras que han aparecido con plataformas como Uber o Airbnb y darles la vuelta para que beneficie a los ciudadanos y no solo a los inversores.
Europa deberá elegir entre tecnología de EE.UU. o de China
El gigante asiático también está en la carrera de las empresas tecnológicas. Morozov pone el ejemplo de la empresa china Alibaba, que ha comprometido 10.000 millones de dólares en los próximos años para desarrollar inteligencia artificial. China tiene comprometidos 125.000 millones de dólares para el sector hasta 2030.
Además, el investigador afirma que tenemos dos grandes gigantes tecnológicos, que son EE.UU. y China. Esta última es casi autosuficiente en términos tecnológicos y tiene muchos más datos que los norteamericanos, mientras que Europa casi no aparece en este mapa. "En los próximos años Europa tendrá que elegir entre tecnología estadounidense o china", afirma.
Por otro lado, opina que este tema tiene que ser politizado por los partidos políticos. Deben trabajar sobre cómo se financia la infraestructura y sobre cómo tener una estrategia nacional sobre inteligencia artificial. "¿Qué tipo de régimen de propiedad de datos quieren?", se pregunta.
La alternativa: democratización del acceso a datos
Evgeny Morozov apuesta por que nuestros datos no solo puedan ser propiedad de empresas como Facebook, Google o Amazon. Una alternativa sería que pudieran ser de propiedad colectiva y que esas empresas tuvieran que pagar por ellos como hacemos los ciudadanos como individuos.
El experto piensa que una solución puede ser la democratización del acceso a los datos. "Si no lo hacemos, podemos dañar la confianza que las personas tienen en las Administraciones Públicas", explica. En caso contrario, ¿cómo sería la política en un mundo en que un pequeño número de empresas controlan todos los servicios?, se pregunta.
También cree que tenemos un "capitalismo superelevado", que hay cierto consumo, ciertas libertades... pero que si no realizamos ningún cambio drástico, en el sentido de descentralizar las estructuras clave, "vamos a tener problemas". Sin embargo, deja claro que no se refiere a la renacionalización de estos servicios, asegurando que ese concepto hoy en día no se puede barajar.
Según el escritor, se está delegando poder en las empresas y deberíamos ser capaces de conectar lo digital con lo político. En este sentido, considera que el espacio clave para la libertad política a partir de ahora debe reconsiderar la versión tecnocrática. "Estamos viendo una gestión puramente tecnocrática de las fuerzas políticas", explica Morozov, que insta a ir más allá de la pura crítica moralista humanitaria. ¿Quién las financia? ¿Para qué? ¿Desde dónde?, deberían ser, en su opinión, algunas de las preguntas imprescindibles.
El investigador no considera que el problema sea ahora la protección de nuestros datos personales, sino encontrar "dinero, ganas y esfuerzo" para hacer algo con toda esa información. "Deben ser útiles para construir un proyecto común, que se puedan aprovechar no solo por las empresas para su propio beneficio", sostiene. Así, el escritor plantea utilizar esos datos para que tengan un servicio público sin comprometer la privacidad de las personas.
¿Quién es Evgeny Morozov?
La aparición en la escena internacional del bielorruso Evgeny Morozov supuso un soplo de aire fresco en un campo que desde hace mucho tiempo se ha caracterizado por una falta de autocrítica y una autoconcepción un tanto 'naif'. Conocido por su punto de vista escéptico sobre la idea de que Internet está ayudando a democratizar regímenes autoritarios, afirma que igualmente se puede utilizar para aumentar la represión y la vigilancia de los disidentes.
Nacido en 1984, este investigador y escritor estudia las implicaciones políticas y sociales de la tecnología. Su primer libro 'Net desilusion. The dark side of the Internet freedom' ('El desengaño de Internet. Los mitos de la libertad en la red', en español), de 2011, supuso una revolución en la forma en que se percibía el fenómeno de Internet. En 2013 volvió a sorprender con su segundo libro: 'To save everything, click here' ('La locura del solucionismo tecnológico' en español), donde rompía con el mito de que había algo inherentemente liberador en las nuevas tecnologías.
***Las declaraciones recogidas en este artículo han sido realizadas en una conferencia llamada 'Capitalismo digital y sus descontentos' enmarcada en una serie de conferencias organizada por el Museo Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid que lleva el título de 'Seis contradicciones y el fin del presente'.
Nuria López