Zhong Bo, un empleado de la compañía china de fabricación de muñecas sexuales EXDOLL, ofreció este sábado una entrevista a la agencia de televisión Ruptly en la que explica las razones de su interés por este producto.
Su interés por el mundo de las muñecas sexuales surgió en la adolescencia, cuando empezó a sentir curiosidad por las chicas. "Cuando tenía 18 años, tuve una compañera que sufrió un aborto. En aquel entonces, ni siquiera sabía la diferencia entre la anatomía masculina y femenina [...] No podía entender cómo [ella] había empezado una relación", explica Bo, que muestra estos días su colección de cuatro muñecas en su casa, en la ciudad de Dalian, al noreste de China. Cada ejemplar, cuyo valor oscila entre los 1.500 y los 11.100 dólares, tiene su nombre propio y ocupa un lugar concreto del hogar. Según Bo, a una de las muñecas la considera su 'hija', mientras que otras son sus 'novias' y la cuarta se la presta a un amigo.
Como en los años de su adolescencia la educación sexual era prácticamente inexistente en China, Bo decidió comprar una muñeca sexual, a pesar de las burlas de sus compañeros de estudio. Y fue entonces cuando empezó a reflexionar sobre si una muñeca sexual puede satisfacer todas las necesidades de un hombre y hacerlo feliz.
Según Bo, el hecho de tomar la decisión de comprar sus muñecas sexuales le ayudó a ser una persona más decidida y fuerte, ya que antes "no tenía pensamientos propios" y era incapaz de decir 'no'.
El empleado asegura que vivir con sus muñecas es una manera de mostrar su libertad dentro de la sociedad, que suele determinar cuándo la gente debe casarse y de qué manera deben vivir su vida.