Entre tantas imágenes estremecedoras de 'El Bogotazo', ocurrido en la capital colombiana el 9 de abril de 1948, queda una: varias personas que sumergían sus pañuelos en un "charco de sangre caliente para guardarlos como reliquias" en el sitio donde minutos antes acababan de darle tres tiros a Jorge Eliécer Gaitán, como relata el nobel Gabriel García Márquez, en su libro 'Vivir para Contarla'.
Este estallido social, que tradicionalmente ha sido definido como el acontecimiento que "dividió la historia de Colombia en dos", fue el clímax de una "espiral violenta en la historia contemporánea" de ese país, según el historiador Arturo Alape, que dejó cientos de miles de muertos y millones de desplazados.
El líder liberal se perfilaba como el ganador de las elecciones presidenciales de 1950. "Gaitán despertó al pueblo invisibley lo convocó a una transformación histórica", afirma el escritor colombiano William Ospina en su libro 'Pa' que se acabe la vaina'. Por su parte, el sociólogo y periodista colombiano Alfredo Molano considera que el líder popular "hizo temblar los cimientos de un régimen político" liderado por la oligarquía colombiana, en un artículo publicado en 2008 en su columna de El Espectador.
"Gaitán sentenció, sin pretensión ni arrogancia: 'sin mí no hay paz'", recuerda Molano. Los años siguientes, tras la muerte del líder popular, estuvieron caracterizados por una escalada de la violencia, que dejó una profunda herida en el país, en medio de reclamos sociales por mayor inclusión y equidad. Por ello, surge la pregunta de si la realidad en el país hubiera sido distinta si no le hubieran disparado aquel 9 de abril.
'El Bogotazo'
Tras el asesinato del político, las masas enardecidas destruyeron todo lo que consiguieron a su paso, al grito de 'Mataron a Gaitán'. La ciudad, llamada la 'Atenas Sudamericana' por la clase dominante, como refiere el historiador Renán Vega Cantor en un artículo publicado en Rebelión, ardió y quedó "reducida a cenizas".
Esto acabó con el "mito de que Colombia constituía la democracia más sólida y perdurable de América Latina", escribe el profesor de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá.
Este hecho es catalogado por el docente universitario como "la protesta urbana más importante de la primera mitad del siglo XX en todo el continente", cerró una etapa en la historia colombiana y abrió una "caracterizada por el terrorismo de Estado".
Concentración de las masas
El 7 de agosto de 1946 se dio una de las más encarnizadas persecuciones de los conservadores, con el apoyo de la "fuerza pública, párrocos, obispos y monseñores", contra los liberales, según una publicación académica de la periodista Diana De la Rosa González.
En este contexto, el 18 de julio de 1947, el abogado colombiano convocó a la llamada Marcha de las Antorchas para denunciar el asesinato sistemático de los miembros de las clases trabajadoras que eran vinculadas con el partido Liberal y como paso previo a su candidatura presidencial. Unas 100.000 personas se concentraron en la Plaza de Bolívar, en Bogotá, al grito de '¡A la carga!'.
Meses después, el 7 de febrero de 1948, una multitudinaria marcha silenciosa con el dirigente político al frente se hizo en la capital colombiana para exigirle al gobierno de Ospina Pérez respeto por sus derechos. En esa ocasión, en un célebre discurso, el líder liberal se refirió al "derramamiento de sangre" y exhortó al mandatario a que impidiera la violencia.
Tras esta multitudinaria protesta, el 9 de abril de ese mismo año, a la 1:05 de la tarde, al salir de su oficina para almorzar con un grupo de amigos, en el centro de la ciudad, Gaitán recibió tres balazos presuntamente propinados por Juan Roa Sierra, quien posteriormente fue linchado por una turba y su cadáver arrastrado por las calles. El político falleció al llegar al hospital.
¿Qué podría haber ocurrido?
El historiador e investigador Boris Caballero Escorcia, al ser consultado, expresa que de no haber muerto Gaitán, hubiera ocurrido un viraje hacia un gobierno "más redistribuidor y más democrático". No obstante, también habría cabido la posibilidad de que "la respuesta hubiera sido el golpe militar" ante una eventual Presidencia del jurista liberal.
"Si a Gaitán no lo matan, hubiese logrado como presidente llevar adelante una reforma agraria" que democratizara el acceso a las tierras, por lo que "el surgimiento de las guerrillas hubiese sido más difícil", agrega el investigador.
Al preguntarle sobre las estrategias para acabar con ese hipotético gobierno, comenta que de igual manera la violencia "hubiese sido la estrategia de la élite regional y local para contener y descabezar al movimiento campesino gaitanista", a pesar de que el poder político estuviera en manos del jefe liberal, pues la "disputa con la oligarquía tomaría una forma violenta" que, en su opinión, tendría "motivaciones políticas y económicas más claras y explícitas".
Imposible de determinar
El historiador y docente universitario Vega Cantor, también entrevistado, respondió que le resulta imposible afrontar las pregunta como historiador, pero que "con la muerte de Gaitán desapareció en Colombia la posibilidad de transformar la estructura injusta, desigual y antidemocrática" que se generó desde la Independencia, a principios del siglo XIX.
Bajo su punto de vista, el homicidio del jefe del partido Liberal frustró la posibilidad de "hacer realidad un proyecto democrático-popular".
Tras 70 años de 'El Bogotazo', sigue pendiente la "agenda de democratización, de romper con la desigualdad, de terminar con las exclusiones", pues en su opinión, en su país "nunca ha existido ningún tipo de reformismo real" que haya "tocado el poder de los terratenientes, de los grandes capitalistas".
Para este profesor titular, los objetivos que Gaitán planteó siguen teniendo vigencia: soberanía nacional, ataque a la desigualdad, redistribución de la riqueza, entre otros.
La violencia
'El Bogotazo' estuvo precedido por la violencia interpardista de los años 30, según Caballero Escorcia. "Comúnmente se vende la idea de que la violencia en Colombia, como etapa histórica, no se hubiese dado si no matan a Gaitán".
La etapa conocida como 'La Violencia', que se extendió por unos veinte años, comenzó a delinearse con más claridad durante el gobierno del conservador Mariano Ospina Pérez (1946-1950), cuando "el país ya vivía la desesperanza de estar al borde del abismo de la violencia política", dice William Ospina.
Según el narrador colombiano, las "huellas de sangre" ya pisaban las distintas regiones de Colombia. En el departamento de Caldas y en el sur "comenzaban a contarse los muertos en una suma interminable", y en el occidente de Boyacá había aparecido la policía chulavita, compuesta por bandas armadas conformadas bajo la tutela de la oligarquía colombiana para exterminar a los seguidores de Gaitán, según explica su propia hija, Gloria Gaitán, en un artículo publicado en Aporrea.
Los liberales atacados conformaron guerrillas con el apoyo de sus jefes políticos, pero "no había combates: era una oscura guerra de emboscadas, de asaltos y ejecuciones", armada por la "aristocracia bipartidista", donde "solo se sacrificaba al pueblo", explica Ospina.
"La discriminación, el desamparo, la pobreza y el resentimiento" fueron germen del proceso de organizar "guerrillas defensivas", que empezaron a conformarse durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), los años 60 (FARC, ELN y EPL) y los 70 (M-19), asevera el autor colombiano en su libro.
Setenta años después de las llamas y los pañuelos ensangrentados en las calles de Bogotá, las FARC se constituyeron como un partido político en 2017, tras la firma del acuerdo de paz. Este nueve de abril, en vísperas de las elecciones presidenciales, y con más de 30 líderes sociales asesinados en lo que va de año, los colombianos llevarán en sus manos flores en homenaje a las más de ocho millones víctimas del conflicto, donde fueron asesinadas por lo menos un millón de personas.
Nathali Gómez