Aunque no acapara tantos titulares, existe otra guerra comercial entre Estados Unidos y algunos países de África respecto a la venta de productos textiles, informa AP.
El motivo es que diversas industrias textiles locales se ven perjudicadas por la ropa que no se comercializa en territorio estadounidense y se vende a granel en el continente negro, un negocio que mueve miles de millones de dólares.
Por ejemplo, las autoridades de Ruanda acaban de elevar los aranceles a la importación de esas ropas, pese a la presión de Washington. Como respuesta, EE.UU. ha prometido suspender la exención fiscal a las prendas de origen ruandés, vigente conforme a la Ley de Crecimiento y Oportunidad para África.
El Gobierno de Donald Trump podría tomar medidas semejantes contra Uganda y Tanzania, países que han prometido aumentar las tasas y prohibir de manera gradual la importación de vestimenta de segunda mano para 2019.
Mientras que algunos gobiernos africanos están preocupados de la competencia desleal que generan las grandes importaciones de ropa usada, otros cuestionan la capacidad de los fabricantes textiles locales de satisfacer la demanda de artículos con calidad suficiente a precios baratos.
Ruanda ha apoyado inversiones chinas en plantas textiles con la expectativa de conseguir producción de ropa de calidad a precios asequibles y crear 350.000 de empleos para 2025. Sin embargo, muchos de los que alaban la decisión gubernamental de subir las tarifas dudan que las autoridades ruandesas puedan lograr su propósito.