Curar enfermedades es un mal negocio para la industria farmacéutica, según Goldman Sachs
El grupo de banca de inversión y valores Goldman Sachs, uno de los más grandes del mundo, ha desatado un debate, ya por muchos conocido, dirigido a la industria farmacéutica, sobre la rentabilidad de curar o no enfermedades.
En concreto, Goldman Sachs se refiere al sector de la biotecnología, especialmente aquellas empresas involucradas en el tratamiento pionero de la terapia génica, tal y como se conoce el proceso de substituir genes defectuosos por genes sanos, agregar genes nuevos para ayudar al cuerpo a combatir o a tratar enfermedades, o desactivar genes problemáticos.
En un informe dado a conocer el pasado 10 de abril y publicado un día después por la CNBC, titulado 'La revolución del genoma', se plantea la pregunta: '¿La curación de los pacientes es un modelo comercial sostenible?', y la respuesta es tajante: 'No'.
En el texto, la analista Salveen Richter dice textualmente que "el potencial de ofrecer 'remedios únicos' es uno de los aspectos más atractivos de la terapia génica, la terapia celular genéticamente modificada y la edición de genes". Sin embargo, añade, "estos tratamientos ofrecen una perspectiva muy diferente con respecto a los ingresos recurrentes frente a las terapias crónicas".
Así, según Richter, "si bien esta propuesta tiene un enorme valor para los pacientes y la sociedad", podría representar "un desafío para los desarrolladores de medicina genómica que buscan un flujo de efectivo sostenido".
Curación... menos ganancia: ¿Cuál es la solución?
En el informe se ponen como ejemplo los tratamientos efectivos de la farmacéutica Gilead Sciences para la hepatitis C, que lograron una curación de más del 90 % de los afectados en EE.UU.
Gracias a la efectividad de la medicina de esta empresa, en 2015, las ventas del tratamiento alcanzaron los 12.500 millones de dólares; pero las previsiones para este año son de apenas 4.000 millones de dólares. "El éxito de su franquicia de hepatitis C ha agotado gradualmente el grupo disponible de pacientes tratables", escribió la analista, explicando que, como consecuencia, "también disminuye el número de portadores capaces de transmitir el virus a nuevos pacientes, por lo que el grupo de incidentes también disminuye".
En este sentido, Richter señala que "donde un grupo de incidentes permanece estable (por ejemplo, en cáncer) el potencial para una cura plantea menos riesgos para la sostenibilidad de una franquicia".
En su análisis, el grupo de banca de inversión y valores plantea tres posibles soluciones para que la terapia génica sea un negocio:
- Dirigirse a mercados grandes, como por ejemplo el de la hemofilia, que crece aproximadamente un 6-7 % anual.
- Abordar los trastornos con alta incidencia, como la atrofia muscular espinal, que afecta a las células en la médula espinal, lo que influye en la capacidad para caminar, comer o respirar.
- Innovación constante y expansión de la cartera. Tomar en cuenta que hay cientos de enfermedades retinianas heredadas, como las formas genéticas de ceguera.
No es un negocio nuevo
"No podemos pensar que las empresas van a buscar curaciones, porque no les interesa", dijo Richard Roberts, Premio Nobel de Medicina en 1993, en una entrevista con el digital Público hace 10 años. Además, señaló que predomina el negocio frente a la cura, por lo que propuso en esa oportunidad "separar el descubrimiento de una curación de enfermedades de la venta de medicamentos".
Por su parte, el colombiano Germán Velásquez, quien trabajó por más de 20 años en la Organización Mundial de la Salud (OMS), coincide con Roberts. Dice, en un artículo publicado en noviembre de 2012, que "productos que curan el paciente, matan el mercado, cuando se trata de mantener y aumentar las ventas", y por ello "el paciente sin cura, será consumidor permanente para que las ganancias de la industria estén sanas".
Además de no curar, hay otra vertiente, planteada a finales de los años 70 por Henry Gadsden, entonces director ejecutivo de Merck, quien dijo a la revista de negocios Fortune que le disgustaba que los mercados potenciales de la compañía se hubieran limitado a personas enfermas y propuso que el negocio de los medicamentos se podía dirigir a personas sanas.
"Después de tres décadas, el sueño de Gadsden se ha hecho realidad", dicen Ray Moynihan y Alan Cassels en su libro 'Medicamentos que nos enferman e industrias farmacéuticas que nos convierten en pacientes'. En ese texto, señalan que "las estrategias de marketing de las compañías farmacéuticas más grandes del mundo se dirigen actualmente a los sanos y ricos" y esas compañías han logrado que "los problemas más triviales" se vendan "como graves enfermedades".
Ganancias multimillonarias cada año
En 2016, los ingresos de las principales 15 farmacéuticas del mundo superaron los 640.000 millones de dólares, de acuerdo al ranking de las 500 empresas más importantes del mundo de la revista Fortune.
La Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) de España, en un artículo publicado el año pasado en Nueva Tribuna, explica que por cada dólar invertido en fabricar un medicamento se obtienen 1.000 de ganancias.
Las estrategias de la industria farmacéutica
La FADSP cita cuatro estrategias que utiliza la industria farmacéutica para obtener sus ganancias millonarias en todo el mundo, algunas de las cuales coinciden con las planteadas por Moynihan y Cassels.
- Realizan una gran presión propagandística de los medicamentos que fabrican, aunque no sean útiles y puedan ser nocivos para la salud.
- Explotan al máximo los medicamentos en forma de monopolio y en condiciones abusivas que no tienen en cuenta las necesidades objetivas de los enfermos ni su capacidad adquisitiva
- Reducen la investigaciónde las enfermedades que afectan principalmente a los países pobres, porque no son rentables, mientras se concentran en los problemas de las poblaciones con un alto poder adquisitivo, aun cuando no se trate de enfermedades (como la proliferación de 'medicamentos' antienvejecimiento)
- Fuerzan las legislaciones nacionales e internacionales para favorecer sus intereses, aunque sea a costa de la salud y la vida de millones de personas.
Edgar Romero