Rosi y Giovanni, dos jóvenes originarios de Cherán, Michoacán (México), sonríen constantemente durante los festejos del séptimo aniversario del levantamiento armado de su comunidad contra el crimen organizado. Durante más de tres años han trabajado para que el arte realmente se convierta en un mecanismo de transformación social: ella con su cámara y su registro y él con sus murales y con su participación en el Concejo de Jóvenes.
Entre el 13 y el 15 de abril de 2018, la comunidad indígena p’urhépecha se vistió de gala y se preparó para la fiesta: calles enteras llenas de murales –en donde se representan la lucha y la identidad de la comunidad desde distintas miradas– y arreglos multicolores, así como una plaza de gente dispuesta a pasar un buen rato.
Hace 7 años no había fiesta, ni visitantes, ni murales, ni celebración alguna. La madrugada del 15 de abril de 2011, un grupo de mujeres llenas de coraje y dignidad se organizó para impedir que un numeroso grupo de 'talamontes' integrantes del crimen organizado saliera de Cherán con varios vehículos llenos de madera preciosa.
El enfrentamiento no esperó y luego de la decisión de las mujeres de frenar el despojo a su bosque, el resto de la comunidad se levantó en armas y dejó atrás el miedo que los había mantenido dentro de sus casas durante más de tres años.
A raíz de este levantamiento, la Policía municipal y los partidos políticos fueron cuestionados por su vinculación con el crimen organizado, conocido como la Familia Michoacana, por lo que fueron expulsados del municipio y con ello se abrió un proceso de transformación profunda.
Durante estos 7 años de cambio, Cherán ha buscado consolidar un gobierno autónomo basado en sus usos y costumbres, por el que se luchó jurídicamente por un reconocimiento a nivel estatal y federal a partir de la ratificación del Gobierno mexicano del Acuerdo 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en materia de derechos de los pueblos indígenas.
Es así que Cherán se convirtió en un oasis en Michoacán, pero también demostró que existen alternativas a la estructura oficial basada en partidos políticos. Este municipio indígena elige a sus autoridades a partir de la selección de candidatos en cada una de las asambleas de los cuatro barrios que lo conforman.
En lugar de un presidente municipal, Cherán propuso un Concejo Mayor compuesto de 12 personas (3 por cada barrio) y una serie de concejos operativos: Honor y Justicia, Bienes Comunales, de Jóvenes, de Mujeres, de Coordinadores de Barrios, entre otros. Está por terminar su gestión el segundo gobierno comunal, pero la vida cotidiana y productiva ya se han transformado radicalmente.
El arte para generar identidad y conciencia política
La joven pareja, Rosi Huaroco, fotógrafa que ha registrado la memoria de la estética de un Cherán autónomo, y Giovanni Fabián, artista visual e integrante del Concejo de Jóvenes, quien es autor de algunos de los murales, cuenta cómo se ha transformado la mirada de la comunidad a partir del arte.
"Se recuperaron muchas cosas, la vestimenta, los valores comunitarios, recuperamos mucho con el desarrollo del arte", señala Rosi. En los murales se expresan los trajes típicos, algunos símbolos tanto de la cultura del bosque como de otras tradiciones p’urhépechas y, por supuesto, escenas del levantamiento armado, un referente ya imborrable.
"Creemos –complementa Giovanni– que la misma comunidad ha abrazado el proyecto y la misma gente ahora ofrece sus casas. Claro que ha habido muchas críticas pero hay que ir generando esa apertura, porque a muchos jóvenes les interesa esto. Hay muchas generaciones que están creciendo con esto de profesionalizarse con el desarrollo de las artes. A fin de cuentas, nos sobran paredes".
No importa si se trata de los muros cercanos a lo que algún día fue el edificio de la presidencia municipal y ahora es la Casa Comunal, las oficinas de la iglesia principal del municipio o los muros de cientos de casas, los murales son ya un distintivo de Cherán y hablan de los valores políticos y sociales que sostienen esta autonomía, "esas cosas que nos identifican pero que no reconocíamos antes del movimiento", señala el artista visual.
Para Giovanni, quien tenía 17 años cuando ocurrió el levantamiento, el bosque ha sido fundamental para expresar sus ideas y sus propuestas visuales, ha asumido a la madera como la piel y el material de sus diseños: "Todo lo que pinto lo represento a través de la madera".
Actualmente, el Concejo de Jóvenes organiza un festival llamado Ex Arte y lanza una convocatoria para que artistas de la comunidad o procedentes de otras latitudes desarrollen sus proyectos artísticos, tanto en murales como en otras expresiones visuales, como pintura de caballete y fotografía. Han pasado ya tres festivales y la participación entre mujeres y hombres de Cherán crece.
"No es fácil, en contextos como este, decir, 'yo quiero estudiar arte'; no es fácil porque la misma comunidad está acostumbrada a otras cosas y las mismas familias se van abriendo en esta área", afirma Giovanni. Hay que señalar que Cherán es una comunidad campesina que principalmente vive de la cosecha de maíz, los productos de madera y el comercio, pero que gracias al levantamiento ha desarrollado otros aspectos.
En dos gobiernos comunales, en donde el Concejo de Jóvenes ha sido una novedad agregada por la actual administración, las cosas han cambiado mucho, pero también falta mucho por hacer: no ha sido sencillo revertir una larga tradición en la que los partidos políticos han hecho de las administraciones un negocio.
"El bosque estaba siendo arrasado para construir casas de interés social y plantar aguacate de manera extensiva, igual que como están haciendo en otras comunidades, como Sevina [comunidad cercana], que ya está perdiendo sus tradiciones y su bosque", afirma Irma Campos, comunera que participó en las primeras horas del levantamiento armado.
"Los partidos políticos y la Policía municipal protegían a los 'talamontes' y nos intimidaban para que no dijéramos nada. Hoy recordamos con gusto nuestro movimiento pero recordamos con tristeza las razones de nuestra lucha", concluye la comunera.
El arte de la mano de la educación
Como parte de los festejos en Cherán, se presentó un libro que servirá para las escuelas en el municipio. El trabajo se llama 'Juchari eratsikua, Cherán K’eri: retrospectiva histórica, territorio e identidad étnica' y cuenta con las ilustraciones de varios jóvenes que junto con Giovanni se han inclinado al arte para aportar al movimiento.
El volumen resulta un gran aporte a la autonomía del municipio y deja los cimientos para que en otras comunidades p’urhépechas mantengan las discusiones al respecto de la construcción de la autonomía.
En los materiales educativos que otorga la Secretaría de Educación Pública se incluyen las pinturas de algunos de los pintores reconocidos a nivel nacional, pero es la primera vez que, en un municipio mayoritariamente indígena, el nuevo material educativo contará con ilustraciones de pintores y artistas locales. Hay un avance en el reconocimiento del arte indígena a partir de su lucha política.
A partir de este auge de participación juvenil en la elaboración de murales, tanto Rosi como Giovanni coinciden en que es importante la elaboración de talleres y espacios de formación para nuevas generaciones; todavía el arte sigue siendo algo que es necesario acercar, porque "aunque tengamos exposiciones en la Casa de Cultura, la gente no va a verla, pero si ocupamos la calle, ahí sí se identifica y reconoce el trabajo", sintetiza Rosi.
En un contexto de constantes ataques a las iniciativas de autonomía que han recibido otras comunidades por parte de grupos del crimen organizado y del gobierno estatal, Cherán es un referente necesario para comprender la lucha indígena actual. Y mucha de la labor simbólica que ha dado identidad a este municipio proviene del arte mural, a lo que Giovanni agrega que "queda mucho arte para mucho rato, hay muchas generaciones que están pintando".
Heriberto Paredes