Incluyen la Biblia en una lista de los 20 libros que no hay que leer
La revista estadounidense Gentlemen's Quarterly (GQ) publicó la semana pasada una lista de los 20 libros que considera que no hay que leer. Con la colaboración de varios novelistas y basándose en la premisa de que no todas las obras de la literatura universal son tan magníficas como deberían, la publicación incluyó, entre otros libros, a la Biblia.
"Nos dimos cuenta de que no todos los grandes libros han envejecido bien. Algunos son racistas y otros son sexistas, pero la mayoría son realmente aburridos", destaca el artículo.
De acuerdo con el escritor y poeta norteamericano Jesse Ball, la Biblia es "muy valorada" por las personas que supuestamente viven de acuerdo con sus principios, pero muchos de ellos en realidad nunca la han leído. Quienes lo han hecho, saben que es "repetitiva, se contradice, es sentenciosa, tonta, e incluso a veces malintencionada", subraya.
Al mismo tiempo, el novelista propone leer en su lugar 'El Gran Cuaderno', de la húngara Agota Kristof, una historia de dos hermanos durante la Segunda Guerra Mundial.
Además de la Biblia, el listado incluye libros como 'El Señor de los Anillos', de JRR Tolkien, 'El viejo y el mar', de Ernest Hemingway, 'Drácula', de Bram Stoker, 'Las aventuras de Huckleberry Finn', de Mark Twain, y otros más.
Reacciones
La publicación provocó indignación en algunas comunidades religiosas. El sacerdote católico Jonathan Morris afirmó que incluso aquellos que no consideran que la Biblia sea un texto sagrado deben tener en cuenta que solo en los últimos 50 años se han publicado 3.900 millones de copias del libro.
El evangélico Franklin Graham, por su parte, considera que la revista no puede explicar por qué la Biblia es el libro más vendido y más ampliamente distribuido en el mundo, y asegura que cálculos recientes estiman que desde 1815 "se han vendido más de 5.000 millones de copias" de la obra. "Quizás los editores de GQ necesitan leerla nuevamente", asegura. La insatisfacción con el artículo también se vivió en las redes sociales. Algunos usuarios dijeron que a nadie le importa lo que pueda opinar la revista, y otros consideran que es una demostración más de la aversión por el cristianismo por parte de los liberales.