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"No es un movimiento sincero": ¿Qué hay detrás del comunicado en el que ETA pide perdón?

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Analizamos el momento histórico y político en el que la banda terrorista vasca está a punto de su disolución definitiva.
"No es un movimiento sincero": ¿Qué hay detrás del comunicado en el que ETA pide perdón?

El pasado viernes 20 de abril la organización terrorista ETA difundía un comunicado –fechado doce días antes– en el que reconocía "el daño causado" y su "responsabilidad directa" en el "sufrimiento desmedido" que ha vivido la sociedad vasca.

ETA llegó a utilizar expresiones aparentemente inequívocas sobre su actual postura, llegando a pedir "perdón" a las víctimas "que no tenían participación directa en el conflicto".

Esta acción de comunicación tiene lugar en los días previos a la escenificación de la disolución oficial de la banda terrorista, prevista para el primer fin de semana de mayo. "Queremos mostrar respeto a los muertos, a los heridos y a las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto. Lo sentimos de veras", reza el comunicado de la organización, que se declara comprometida con la "superación" y la "no repetición" del conflicto.

"Vergonzoso e inmoral": indignación y desprecio hacia el comunicado.

Aunque según una nota explicativa de la propia organización el gesto de pedir perdón obedece a la necesidad de "mostrar empatía respecto al sufrimiento originado", sus palabras han sido recibidas con recelo y desconfianza en diversos sectores de la sociedad. 

Mari Mar Blanco, presidenta de la Asociación Víctimas del terrorismo, señaló en declaraciones a la cadena pública española TVE, la que quizá es la parte más hiriente y polémica del comunicado, en la que se pide perdón a las víctimas "que no tenían participación directa en el conflicto", lo que resulta ciertamente excluyente con respecto a las demás víctimas. Blanco juzga como "vergonzoso e inmoral" que la banda terrorista distinga entre "quienes se merecían un tiro en la nuca y una bomba en el coche y quienes fueron víctimas por casualidad porque no se lo merecían". 

Por su parte, el portavoz del Gobierno de España, Íñigo Méndez de Vigo, declaró el pasado viernes que el comunicado "certifica la derrota total de ETA, la derrota política, la derrota social, la derrota económica, la derrota internacional", y ha prometido que la organización terrorista "jamás" obtendrá "ninguna contrapartida" por su "derrota sin paliativos".

El comunicado como un movimiento en "la batalla por el relato"

En conversación con este medio, el politólogo Fabrizio Simula, autor del libro 'El laberinto vasco. Desde el origen del nacionalismo a ETA', explica el comunicado de la banda terrorista como un medio "para blanquear un poco su historia, legitimar su actividad y dejar para la posteridad una mejor apariencia, una imagen menos mala". Desde su punto de vista, "el relato es lo único que les queda".

"No es un movimiento sincero y no está espontáneamente producido", afirma Simula sobre el texto difundido por la banda terrorista, que a su modo de ver "se ha visto obligada a emitir este comunicado, de cara a su principal problema ahora: los 385 presos que tiene en las cárceles, para los que quiere conseguir beneficios, en cuanto al acercamiento [ traslado a centros penitenciarios más próximos a sus lugares de origen o a sus familias] o reinserción".

"Este comunicado –continúa el politólogo–, que incluye una petición explícita de perdón, habría sido impensable hasta hace muy poco, por una cuestión de orgullo, o de proyectar una imagen de firmeza". Simula insiste en que se trata de "un intento de salvarse de cara a su propia historia y de cara a los presos, que al fin y al cabo son ya el único activo del que disponen".

Repartir culpas y rebajar la propia responsabilidad

Nuestro analista determina que "el problema de este comunicado, aparte de que llega tarde y no es sincero, es la distinción que hace entre unas víctimas y otras". Asimismo, señala que "reincide en identificar buenos y malos, reparte responsabilidades con las Fuerzas de seguridad del Estado", y parece implicar de alguna manera que existen víctimas que sí merecían serlo, frente a esas otras a las que se refieren como "no implicadas directamente en el conflicto". 

Desde 1960, cuando registró su primera víctima, ETA ha asesinado a 829 personas. El año más sangriento fue 1980, en el que la banda terrorista produjo 92 víctimas mortales; en 1987 mató a 52 personas, en 1990 a 25, en 1991 a 46 y en 1992 a 26. El número de víctimas anuales ha ido disminuyendo desde entonces, con un macabro repunte en el año 2000, en el que se registraron 23 muertos, y en 2001, en el que la organización terrorista acabó con la vida de 15 personas. El último atentado mortal de ETA tuvo lugar el 16 de marzo de 2010, en Francia: en un tiroteo producido tras un intento de robar un vehículo, la banda asesinó a Jean-Serge Nèrin, un policía francés. Al año siguiente, el 20 de octubre de 2011, ETA anunciaba el cese definitivo de la violencia.

De las 829 víctimas de ETA, 506 eran miembros de las fuerzas de seguridad, 58 eran empresarios y 39 eran políticos. Además, la organización se cobró la vida de nueve miembros de la judicatura, siete empleados de instituciones penitenciarias y tres profesionales relacionados con los medios de comunicación. El resto de las personas asesinadas son, tal vez, las que los autores del comunicado sitúan como destinatarias de sus disculpas. "Esta distinción, bastante lamentable y tan expresa, ha herido a la sociedad y a los políticos; y además delata tanto su visión del conflicto como su intención de repartir las culpas para rebajar su propia responsabilidad", concluye Simula al respecto. 

Con respecto al futuro, el politólogo considera que aún "queda pendiente una tarea para la izquierda 'abertxale' [partidos u organizaciones de ideología nacionalista e independentista vasca]: reconocer expresamente también el daño provocado, para que la convivencia sea realmente posible y pueda construirse un relato justo, al menos un intento de objetividad sobre lo que ha sido este largo conflicto". 

Los errores cometidos en la lucha antiterrorista

Este estudioso del proceso histórico del nacionalismo vasco detecta también, en el desarrollo de la lucha antiterrorista, errores que a su modo de ver han "echado leña al fuego" del conflicto y han contribuido a "enquistar" actitudes violentas en el seno del independentismo vasco más radical. "Se han cometido muchos errores, también por parte del Gobierno español, sobretodo en la época de Felipe González, con los GAL", recuerda Simula. 

En efecto los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) eran comandos parapoliciales que practicaron lo que se ha denominado 'terrorismo de Estado' o 'guerra sucia' contra ETA.  Surgidos en 1982, tras la victoria electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), desarrollaron su actividad entre 1983 y 1987. Se les atribuye el asesinato de 27 personas, la mayoría a manos de sicarios franceses contratados por policías españoles, financiados con fondos públicos, y dirigidos en misiones organizadas desde el Ministerio del Interior.

En julio de 1998, el Tribunal Supremo español impuso penas de cárcel a ocho personas por la trama de los GAL, incluyendo al propio ministro de Interior, José Barrionuevo y al secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, entre otros cargos políticos y mandos policiales implicados. En septiembre de 1998 entraron en prisión. A los tres meses, Vera y Barrionuevo, condenados a diez años, fueron excarcelados merced a un indulto parcial concedido por el ejecutivo de José María Aznar, del Partido Popular.

Al año siguiente la Audiencia Nacional incoó un proceso por el secuestro, las lesiones y el asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, dos presuntos miembros de ETA secuestrados en la localidad francesa de Bayona en 1983. Sus cuerpos fueron descubiertos cerca de Alicante, en el sureste español, en 1995, con evidentes signos de tortura. El ex general de la Guardia Civil española, Enrique Rodríguez Galindo, fue condenado por el Tribunal Supremo a 75 años de cárcel. Otros políticos regionales y varios ex mandos de la Guardia Civil fueron también condenados por los delitos de detención ilegal y asesinato. Rodríguez Galindo estuvo tres años en la cárcel y cumplió el resto de la condena en su domicilio, debido a que padecía una supuesta enfermedad cardiaca.

Fabrizio Simula señala que la guerra sucia contra ETA "responde a una política heredada de la transición y del antiterrorismo ilegal que se practicó durante la dictadura franquista, que incluía la acción de grupos paramilitares" de esta índole. "Los GAL recrudecieron el conflicto y dieron, a según qué puntos vista, una pátina de justificación a la reacción armada de ETA", afirma el politólogo. 

Además, Simula se refiere en este punto a "los casos de tortura o brutalidad policial denunciados por Amnistia Internacional (AI)" como un factor que complicó también el transcurso de la lucha antiterrorista. En efecto, a finales del año pasado AI solicitó "que tanto el Gobierno central como el Gobierno vasco hagan un reconocimiento público del daño causado por la tortura y otros malos tratos en el contexto de la lucha antiterrorista contra ETA, y que lancen un mensaje claro de que los malos tratos a personas detenidas no serán permitidos". 

En opinión de Simula, estos casos de malos tratos, "más o menos aislados", contribuyeron también a que ciertos sectores del independentismo consideraran justificadas las acciones violentas como parte de su proceso. 

Estos elementos se suman al hecho de que "todos los Gobiernos [de España] han intentado negociar con ETA, pero siempre ha sido un dialogo estéril", y constituyen factores añadidos que a juicio de Simula han contribuido a perpetuar el clima de hostilidad y las acciones terroristas en el País Vasco a lo largo de décadas. 

La próxima escenificación de la disolución de la banda terrorista ETA admite tantas interpretaciones como puntos de vista, pero de alguna forma representa el cierre simbólico de un largo y sangriento capítulo que todavía constituye un recuerdo dolorosamente reciente en España. Mientras tanto, la sociedad vasca busca la forma de gestionar sus dificultades políticas y sociales en un contexto aún sacudido por el dolor de muchos años y demasiadas víctimas.

David Romero

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