La Isla de San Andrés es un destino turístico que atrae a personas de todo el mundo por sus playas de arena blanca, el agua que varía en sus colores desde un azul intenso hasta un turquesa cristalino —le llaman el 'Mar de los Siete Colores'—, el clima caluroso durante todo el año y un ambiente muy relajado entre lugareños y viajeros que se asombran por sus bellezas naturales.
Está ubicada en el mar del Caribe, exactamente a 110 kilómetros de la costa nicaragüense y 720 de la colombiana. En otras palabras, Nicaragua está unas siete veces más cerca que Colombia, país que administra el lugar. Junto a las islas de Providencia y Santa Catalina conforman el mismo archipiélago, reconocido como uno de los departamentos colombianos, con Gobernación propia. Se trata de la única circunscripción de la nación presidida por Juan Manuel Santos que se encuentra fuera del territorio continental.
San Andrés tiene una extensión de 27 kilómetros cuadrados —13 de largo y tres de ancho—, plagados de paisajes exóticos que enamorarían a cualquier citadino. Se encuentra sobre una plataforma volcánica que da lugar a diversos escenarios, como piscinas naturales rodeadas por superficies rocosas y repletas de peces coloridos, que exaltan de emoción a los más pequeños. El sol, las miles de palmeras y la temperatura del agua salada, refrescante pero amigable con el cuerpo humano, pueden ayudar a olvidar los problemas cotidianos.
Atractivos
La actividad predilecta por los turistas es el 'snorkel', ideal para observar la enorme cantidad de corales y peces de diversos tamaños. El sitio cuenta con un acuario natural muy concurrido por los visitantes, donde no hay vidrios ni distancia alguna con los animales acuáticos, como mantarrayas pequeñas.
San Andrés está rodeada por cayos —islas más chicas— a los cuales se puede acceder en bote o lancha, tras viajar unos 15 o 20 minutos. Desde allí se puede obtener una vista diferente hacia la isla principal o el resto del mar, y también disfrutar de playas más apartadas, aunque en fechas de temporada alta están colapsadas de gente.
En la playa ubicada en su zona céntrica hay una cancha de fútbol y otra de vóley, que parecen diseñadas por expertos en paisajismo y conforman una postal de ensueño. Realizar deporte en un ambiente ameno y luego beber unos tragos parecen el plan perfecto para concretar una tarde ideal, al estilo caribeño.
La mayoría de los turistas rentan vehículos similares a los carros de golf para dar la vuelta completa a la isla, mientras que casi todos los lugareños se desplazan en motocicleta. Es muy extraño ver personas usando bicicletas, aunque el buen estado del asfalto que bordea la costa es perfecto para recorrer el lugar pedaleando; cuatro horas bastan para realizar todo el trayecto, pero si el ciclista opta por disfrutar de los paisajes, tomar fotografías o introducirse en el mar para refrescarse, puede tardar seis.
"Acá no robamos", aclara un lugareño ofendido mientras un extranjero encadena la bicicleta que alquiló junto a un poste, con un candado. "Genial, pero es por precaución, no es mía", responde el visitante. Algo que es tan común como respirar en cualquier ciudad del mundo, resulta extraño en este rincón del planeta donde el hurto y los asaltos no se perciben, al menos a simple vista.
Curiosidades
Para llegar a San Andrés hay que tomar un avión. Antes de ingresar, los turistas de todas las nacionalidades —incluso locales— deben abonar un impuesto de 105.000 pesos (unos 37 dólares). Al lugar suelen ir viajeros de todo el mundo y colombianos de clase media o alta. También llegan parejas que se casan en playas paradisíacas, mientras a pocos metros de las ceremonias se desarrollan partidos de fútbol y a veces el balón interrumpe las bodas. Casamientos y lunas de miel, todo en el mismo lugar.
Al igual que en el resto del país, a la hora de comer predominan las frituras; es casi imposible conseguir alimentos preparados sin una consistente capa de aceite. El plato más popular incluye pollo o pescado, patacones —trozos de plátano— y arroz, todo ello frito, junto a una ensalada.
Uno de los grandes atractivos presentes en el territorio son los residentes locales, una comunidad negra casi en su totalidad que abunda en simpatía hacia los extranjeros, que le dan dinámica a su pequeña economía regional. La gran mayoría trabaja para el sector turístico, en el mercado informal o en estamentos gubernamentales.
En promedio, sus condiciones de vida son bastante humildes, y ello se contrasta con los turistas de mayores recursos. Su primera lengua ni siquiera es el español: hablan 'creole' —criollo—, una forma de comunicación local con raíces en el inglés, sumando algunas deformaciones propias del lugar.
Entre imperios, piratas y esclavos
En efecto, antes de que la Corona española dominara completamente la zona, el archipiélago fue colonizado por británicos, que llevaron mano de obra esclava proveniente de África. Sin embargo, la ocupación no fue realizada por el Estado inglés, sino que se trató de una compañía que en 1629, producto de una recesión económica tras la caída del tabaco en Bermudas, buscó un nuevo escenario para cultivar aquel codiciado producto y también algodón, explica el docente de la Universidad Nacional de Colombia, Jaime Polanía, en un trabajo de investigación académica.
Así las cosas, los comerciantes arribaron a Providencia —muy cerca de San Andrés—, y en 1631 llevaron 90 colonos desde Inglaterra para instalarse en el lugar. La decepción fue grande cuando notaron que allí no podían crecer aquellas materias primas, tan redituables por esos años. Aunque la intención inicial era competir contra el monopolio español, que imperaba en casi todo el continente americano, en 1641, con una operación impulsada desde Cartagena —hoy bajo territorio colombiano— España reconquistó las islas y encarceló a los colonos enemigos, en Europa.
Desde ese entonces y hasta comienzos del siglo XIX la zona fue asediada por piratas ingleses —en algunos casos comandaban a unos 1.000 hombres— y recuperada por la Corona española. Esta situación sucedió tantas veces que sería muy extenso enumerarlas todas. La ubicación de las islas era ideal desde un punto de vista estratégico, sobre todo para realizar operaciones de contrabando, según el historiador Gerhard Sandner. En 1793 un censo español detalló que las islas tenían un total de 391 habitantes: 281 esclavos negros, 43 jóvenes blancos y otros 67 adultos de origen europeo.
A partir de 1815 todo cambió: San Andrés fue atacada por el francés Louis Michel, "al servicio de Simón Bolívar", el revolucionario antiimperialista de la época que soñaba con fundar la Gran Colombia. Luego, en 1818, el europeo ocupó las islas con una flota de 14 embarcaciones, para ser el punto de apoyo de la ofensiva hacia los españoles, y se instaló allí durante tres años. Sin embargo, en 1821 Bolívar le comunicó que debía marcharse, porque "la ahora libre República de Colombia no necesitaba más corsarios, que su bandera representaba un descrédito en los mares mundiales y debía abandonar territorio colombiano", que ya se había librado de España, repasa Sandner. Ese mismo año murió Aury, y en 1822 las islas declararon su anexión a la República de la Gran Colombia, cuyo territorio hoy correspondería a Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá.
Ya bajo el mando bolivariano, en los años siguientes se desarrolló la liberación de esclavos y la cultura 'afro-caribeña' se hizo propia del lugar. Sin embargo, hasta el día de hoy, la mayoría de los sitios turísticos llevan nombres en inglés. Para 1920 el Estado hizo grandes esfuerzos por imponer el español, sobre todo en escuelas, pero nunca se logró establecer como primer idioma, principalmente en la población 'afrodescendiente' que utiliza la lengua inglesa, con su propio estilo isleño. "Si vamos a un país donde hablan inglés, nos entendemos muy bien", dice un joven, miembro de esta comunidad bilingüe.
¿Por qué pertenece a los colombianos?
Así como los 'kelpers' —como se conoce a los habitantes de las Islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña en territorio argentino— prefieren ser ciudadanos ingleses, la mayoría de los residentes consultados para esta nota en San Andrés demuestran orgullo por su nacionalidad colombiana, pese a su cercanía con Nicaragua. Sin embargo, una cantidad considerable expresa que le da lo mismo, porque su situación "es siempre igual". Otros, en cambio, consideran que simplemente sería imposible independizarse. "¿Si me gusta ser colombiano? ¿Qué otra opción tengo?", contesta un isleño, demostrando que el sentimiento nacionalista no es homogéneo.
La soberanía que ejerce Colombia sobre el archipiélago produce que, además de sus límites terrestres, comparta fronteras marítimas con Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Jamaica, Haití y República Dominicana. Pero, ¿cómo se explica esta extraña situación a dos siglos de que el imperio español haya sido derrotado en la región? ¿Por qué Nicaragua no controla el lugar, si está más próximo a su ubicación geográfica?
La Corte Internacional de Justicia de La Haya reconoció en 2007 el control de Colombia sobre las islas, en disputa con Nicaragua. El especialista en derecho internacional, Walter Arévalo, explica: "La soberanía no siempre está relacionada a la proximidad". Más en detalle, el docente de la Universidad del Rosario de Bogotá aclara que "Colombia ya tenía un título jurídico dado por la herencia de las administraciones de la colonia española en América, que es el mismo título que le da a Nicaragua su territorio en Centroamérica".
Sobre ello, Arévalo enseña que se tuvo en cuenta un principio del derecho internacional llamado 'uti possidetis iuris', donde las nuevas repúblicas latinoamericanas heredaron los territorios divididos según las administraciones de cada Virreinato español —el mismo concepto se usó para el proceso descolonizador de África—. "El Virreinato de Nueva Granada administraba parte de lo que hoy es Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá, y además tenía bajo su administración las islas. Cuando se da el proceso de independencia de las repúblicas latinoamericanas, y Colombia obtiene la suya, consigue el título de soberanía de las islas mayores", repasa el director de la Red Latinoamericana de Revistas de Derecho Internacional.
Además, La Haya tuvo en cuenta el tratado 'Esguerra-Bárcenas', de 1928, que "incluía la aceptación por parte de Nicaragua de la soberanía de Colombia sobre las islas mayores de San Andrés, Providencia y Santa Catalina". Sin embargo, los tratado que marcaron los límites de las nuevas naciones nacientes no contemplaron unos pequeños cayos e islotes que rodean a las islas principales, ni tampoco las delimitaciones marítimas. Entonces, en otro fallo del 2012 la Corte extendió el límite de las aguas nicaragüenses, pero aplicó el principio de soberanía para Colombia sobre aquellas pequeñas porciones de tierra. En otras palabras, los islotes están en territorio de Nicaragua, pero pertenecen a Colombia: "Lo que se aplica es la revisión de qué Estado ha ejercido de manera ininterrumpida soberanía, posesión y actos de señor y dueño sobre esos islotes, y la Corte determinó que es Colombia", repasa el experto. El control del agua es otro conflicto en puerta.
¿La tensión política podrá acaparar este hermoso paisaje caribeño?
Leandro Lutzky