El que seguramente sea el más veterano de los científicos de Australia, David Goodall, viajará a principios de este mes a Suiza para poner fin a su vida, informa The Washington Post. El botánico y ecologista, de 104 años de edad, no padece ninguna enfermedad terminal, pero decidió morir por considerar que su calidad de vida se ha deteriorado considerablemente.
"Lamento profundamente haber alcanzado mi edad", dijo Goodall en una entrevista concedida a la cadena australiana ABC. "Preferiría tener 20 o 30 años menos", agregó el científico. "No estoy feliz, quiero morir",confesó con calma.
Con esa convicción, Goodall está decidido a atravesar casi 13.000 kilómetros solo para morir tranquilamente. El motivo de tan largo viaje es que en Australia está prohibida la eutanasia: si bien el estado de Victoria legalizó esa práctica el año pasado, la medida sólo entrará en vigor en el verano de 2019 y únicamente será aplicable a enfermos en fase terminal.
En Suiza, aunque no se han aprobado leyes que legalicen el suicidio asistido, existen entrecijos legales que no lo impiden. Como miembro de la organización 'Exit International', que aboga por la legalización de la eutanasia, Googall será acompañado a Suiza por el fundador de ese centro.
Hasta los 90 jugó al tenis
"Tengo la sensación de que una persona mayor, como yo, necesita disfrutar de todos sus derechos ciudadanos, incluido el derecho al suicidio asistido", afirmó el anciano con respecto a su deseo de poner fin su vida. "Quiero morir... No es triste. Lo triste es impedir que lo haga", explicó.
Menos de dos años atrás, en 2016, la Universidad Edith Cowan, donde Goodall trabajaba como investigador, le pidió que abandonara su puesto de trabajo, con el fin de prevenir posibles riesgos para su salud. El profesor y científico rechazó entonces la propuesta, que fue revocada.
Hasta sus 90 años de edad, Goodall jugó al tenis, y todavía en fecha reciente continuaba actuando en piezas de teatro, pasión que finalmente dejó debido a crecientes problemas de la vista. Por ese mismo motivo decidió luego cesar su trabajo académico, al no ser ya capaz de leer el correo electrónico.