Al contrario que el tabaquismo directo o el humo de segunda mano –el inhalado por aquellos que están al lado de alguien que fuma– los riesgos del humo de tercera mano son menos conocidos.
Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad Drexel (Pensilvania, EE.UU.), descubrió que los residuos químicos del tabaco adheridos a la ropa, las paredes y demás superficies sólidas son capaces de circular hasta las áreas donde nadie nunca ha fumado y son más peligrosos de lo que se pensaba.
La investigación asegura que tales sustancias pueden volver a circular por el aire y propagarse en oficinas, escuelas y hogares que se encuentran libres de humo. De tal manera, las partículas nocivas tienen la posibilidad de entrar en los pulmones, poniendo en riesgo a bebés, mujeres embarazas y otros grupos vulnerables.
Las pruebas de laboratorio realizadas demostraron que, en un recinto vacío donde se prohibía fumar, el 29% de las partículas de aire contenía residuos químicos de humo de tercera mano.
El aire circulante húmedo, común en edificios con aire acondicionado y calefacción, permite que estos elementos potencialmente nocivos vuelvan a estar en el aire en lugar de permanecer donde se fuma.
Este fenómeno también puede ocurrir con los cigarrillos electrónicos, pues contienen nicotina y se usan en espacios públicos cerrados con mucha más frecuencia que los cigarrillos convencionales, destacan los expertos.
De acuerdo con Michael Waring, coautor del estudio, la implementación de aéreas especiales para fumadores en sitios públicos "solo sirve para proteger a la población que no fuma contra la exposición al humo de segunda mano". No obstante, el estudio ha demostrado que el humo de tercera mano "puede ser tan perjudicial para la salud como el humo de segunda mano", pero por desgracia es mucho más difícil de evitar", concluye.