Proselitismo político transfronterizo: Campañas electorales entre México y Guatemala
El 23 de julio de 1982, el Ejército guatemalteco arribó a la aldea Yalambojoch, municipio de Nentón, en el departamento de Huehuetenango. Desde los primeros días de aquel mes, los destacamentos que operaban en la región habían comenzado a masacrar a varias comunidades con el argumento de que apoyaban a la guerrilla.
Bajo la estrategia de tierra arrasada, cientos de personas fueron asesinadas por los elementos castrenses. A pesar de que les recibían serviciales y con alimentos, los soldados asesinaron a mujeres, niños y hombres de todas las edades. Lo mismo ocurrió en Yalambojoch, tan sólo ahí fueron 365 las personas asesinadas.
Quienes lograron huir de esta situación, pasaron semanas en las montañas, padecieron hambre, enfermedades y sobre todo miedo y el dolor de haberlo perdido todo: familia, tierras, su propia comunidad. Al cruzar la frontera con México, fueron recibidos con los brazos abiertos por algunas poblaciones, por la iglesia católica local y por el Gobierno mexicano en turno.
Poco a poco, los cerca de 30.000 refugiados guatemaltecos, según ha constado el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), fueron estableciéndose en territorio chiapaneco, fueron aplazando su regreso durante varios años y, finalmente, se quedaron en comunidades que crearon al término de la primera década de refugio.
"Mis padres se reencontraron en el refugio, en una localidad que se llama San Vicente, y ahí se juntaron en unión libre y empezaron a tener hijos. Yo nací en México", relata Pascual Domingo, maestro de educación intercultural y enfermero que, a pesar de haber nacido en México y tener sus papeles en regla, vive en el lado guatemalteco, en la aldea de la que huyeron sus padres a comienzos de los ochenta.
Es el caso de muchas familias, que no son sólo mexicanas ni sólo guatemaltecas, sino que han construido ya una identidad binacional. En casi todas las familias de esta frontera sur existe al menos un caso de alguien que nació en un lado u otro de la frontera y que tiene dos nacionalidades. Hay quien se siente más identificado con Guatemala y hay quien piensa en México como su país.
Sin embargo, a pesar de que realmente la frontera se diluye en la vida cotidiana de estas comunidades y de que las oficinas aduanales y migratorias de ambos países se mantienen cerradas o con poca actividad, los efectos del gran flujo migratorio proveniente desde Centroamérica ha hecho que México se convierta en un filtro previo a Estados Unidos.
Si bien es posible transitar libremente entre la ciudad de Comitán y varios municipios de Guatemala, es también cierto que las redadas y retenes del Instituto Nacional de Migración (INM) impiden el tránsito de las personas, aunque exista esta situación de identidad binacional. Formalmente, la decisión del Gobierno mexicano de intentar frenar la migración desde la frontera sur ha impedido que esta región se unifique y sea testigo de procesos sociales para mejorar las condiciones de vida.
Partidos políticos y elecciones
México se encuentra en un momento de alta efervescencia electoral. A menos de dos meses de los comicios, se fortalece una gran movilización de recursos a través de los partidos políticos: todos quieren convencer a la ciudadanía que sus candidatos son los mejores. Casi nunca se presentan propuestas concretas o un programa de gobierno nuevo, pero sí se ofrecen dádivas inmediatas.
"Los partidos políticos vienen hasta acá (Guatemala) para ofrecernos láminas, blocks de construcción, becas y si a la gente le comienza a parecer bien la idea, luego de la elección, ya ni se acuerdan de lo prometido y nunca cumplen", comenta Margarita Domingo, quien fue reina de la feria de la aldea de Yalambojoch y ahora está por comenzar su bachillerato.
Según testimonios de varios pobladores de esta región, a ambos lados de la frontera, los partidos políticos hacen proselitismo y usan los mismos mecanismos de captación de votos que han sido cuestionados durante décadas, tanto por la opinión internacional como por amplios sectores de la sociedad mexicana.
Principalmente el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Verde Ecologista (PVEM) son quienes recurren a las comunidades y aldeas fronterizas para ofrecer recursos o bien regularizar la situación de varias personas: "A veces también algunos políticos que participan en las campañas prometen que cuando sean diputados van a conseguirle papeles mexicanos para toda la familia si quienes ya los tienen votan por sus candidatos", señala el joven perito contador, Ismael Domingo, originario de Yalambojoch.
Para el sociólogo guatemalteco, profesor e investigador de la Universidad de San Carlos, Álvaro Caballeros, "el Estado guatemalteco no se ha preocupado por sus ciudadanos y cuando lo hizo fue para masacrarlos, y a partir de esto, los partidos políticos de México tratan de sacar ventaja, saben que hay un estatus mayor si se tienen papeles mexicanos".
"Queremos –insiste Pascual– que si se hace campaña en la frontera, se ponga cuidado en mejorar las condiciones de salud y educación. Para nosotros es muy complicado acceder a servicios médicos o educativos y tenemos que viajar hasta Comitán o Huehuetenango para eso". En efecto, en varios kilómetros de recorrido no hay clínicas ni hospitales, ni escuelas ni nada parecido.
La redefinición de la frontera
La frontera entre México y Guatemala resulta un territorio con una serie de relaciones sociales, familiares y políticas que están redefiniendo constantemente los términos en los que se analiza. La diversidad de culturas y de identidades es parte de un mosaico de fenómenos que, en momentos electorales, tratan de ser usados a favor de una u otra fuerza política.
Para María Teresa Rodríguez, antropóloga del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), "la frontera sur debe redefinirse porque muchos jóvenes piensan que tienen más oportunidades si tienen la doble nacionalidad; es una tarea de los gobiernos en materia de políticas públicas, por ejemplo en el acceso a la salud".
Lo cierto es que, tanto de un lado como del otro de la línea imaginaria que divide a los dos países, las nociones de nación, frontera, migración y ciudadanía, están en juego a partir de comunidades como Yalambojoch, que de origen maya chuj también disputa su pertenencia a México y a Guatemala.
En la mayoría de las familias de esta región, la muestra principal de que las cosas pueden cambiar sería un libre tránsito para que las personas se visiten con regularidad. "Mi hermano sí tiene su credencial y sus papeles y él puede ir y venir, puede visitar a nuestra familia del lado mexicano, yo no porque no tengo papeles, a mi me da más miedo que me regresen", concluye Margarita.
Heriberto Paredes