Icilma Cornelius estaba a punto de casarse y quería que el vestido de novia le quedara perfecto. Por eso, en 2016 decidió acudir a una cirujana plástica para que le realizara una liposucción y una reconstrucción abdominal. Sin embargo, algo salió mal y, tras haber estado en la mesa de operaciones durante ocho horas, su corazón se detuvo. Aunque sobrevivió, quedó con un "daño cerebral permanente".
"Quería lucir perfecta para la boda", contó su hija, Ojay Liburd, de 26 años, quien, como otras pacientes y familiares, acusa de mala praxis a Windell Boutte, una médica que se filmaba bailando y cantando durante sus intervenciones quirúrgicas.
Esta cirujana de Atlanta (EE.UU.) enfrenta ahora varias causas judiciales por haber provocado daños a sus pacientes, en un escándalo que se agravó luego de que se conociera una veintena de videos en los que aparece danzando en la sala de operaciones junto a sus pacientes, incluso mientras les hacía incisiones, publicó el diario Daily Mail.
"No puedes presentar a un paciente de una manera más indigna", afirmó Susan Witt, la abogada que representa a una de las víctimas de Boutte, quien enfrenta siete demandas por negligencia.
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Otra de las personas que decidió revelar el padecimiento que le provocó la intervención de la cirujana es Mitzi McFarland, quien describió así las secuelas que sufre: "Parece que Freddy Krueger cortó mi estómago".
Mientras, otra mujer que fue tratada por Boutte en 2013 por una irritación en el cuero cabelludo contrajo una infección que le dejó cicatrices permanentes.