Si el universo es tan vasto que la existencia de civilizaciones extraterrestres parece garantizada, ¿por qué la humanidad aún no ha detectado ningún rastro de su presencia? Esta contradicción se llama la paradoja de Fermi, y lleva décadas ocupando las mentes de los científicos. Ahora, un físico teórico ruso propone una explicación desalentadora a este enigma y predice un futuro para nuestra civilización que "es incluso peor que la extinción".
Alexander Berezin, de la Universidad Nacional de Investigación de Tecnología Electrónica, explica su hipótesis en un artículo titulado 'Primeros en entrar, últimos en salir: una solución a la paradoja de Fermi'. Su primera versión ha sido publicada en el archivo digital ArXiv y aún debe ser revisada por otros estudiosos.
- Antes que nada, Berezin destaca que, a los efectos de resolver la paradoja, la naturaleza específica de las posibles civilizaciones extraterrestres "no debería importar" en absoluto, pues el único factor relevante es la posibilidad de que esa civilización sea detectable para otras a una cierta distancia de la Tierra.
- Si una civilización alienígena no llega al nivel tecnológico suficiente para ser detectable para otras —sea a través de viajes espaciales o comunicación interestelar—, aún puede existir, pero no nos ayuda a resolver la paradoja.
Destrucción sin querer
Ahora bien, la sombría hipótesis del físico consiste en que la primera vida que alcance la capacidad de viaje interestelar necesariamente erradicaría "toda la competencia para alimentar su propia expansión".
El autor del artículo subraya que no quiere decir que una civilización altamente desarrollada destruya otras formas de vida conscientemente. Lo más probable, según Berezin, es que "simplemente no se den cuenta, de la misma manera que un equipo de construcción demuele un hormiguero para construir un inmueble porque no tiene incentivos para protegerlo".
¿Hormigas o destructores?
Entonces, ¿está Berezin sugiriendo que somos las hormigas? Más bien al revés, porque "estamos aquí, nuestro planeta y nuestra estrella están relativamente intactos, y ya estamos contemplando las primeras sondas interestelares", apunta.
Entonces, probablemente somos nosotros los futuros destructores de los mismos mundos que hemos estado buscando todo este tiempo. "La única explicación es la invocación del principio antrópico. Somos los primeros en llegar a la etapa [interestelar] y, lo más probable, seremos los últimos en irnos", asevera el científico, quien reconoce que "espera estar equivocado".