Un estudio a gran escala ha revelado nuevos datos sobre tasas de muerte prematura entre diferentes grupos de hombres y mujeres expuestos al estrés laboral, informa The Guardian.
La investigación se llevó a cabo durante catorce años en Finlandia, Francia, Suecia y el Reino Unido, y analizó a más de 100.000 personas con y sin enfermedades cardiometabólicas. Al principio de este periodo, cada persona completó un cuestionario sobre su estilo de vida, trabajo y salud.
Al final del estudio, 3.841 participantes habían fallecido. En su trabajo, los científicos relacionaron dos tipos del estrés laboral, enfermedades cardiovasculares y la tasa de mortalidad entre hombres y mujeres que participaron en la investigación.
El primer tipo del estrés, calificado como "tensión laboral", fue vinculado con trabajos exigentes con poco control sobre la carga laboral. El segundo, descrito como "desequilibrio entre el esfuerzo y la recompensa", afectaba a personas que ponían mucho esfuerzo pero recibían pocas recompensas por el trabajo que realizaban.
Los resultados demostraron que los varones con diabetes, enfermedades del corazón o que habían sufrido previamente un derrame cerebral tenían una probabilidad un 68% más alta de fallecer prematuramente si experimentaban el primer tipo de estrés. Esta tendencia se producía incluso si estos practicaban deporte, controlaban su masa corporal y presión arterial y no fumaban. Sin embargo, el segundo tipo del estrés no demostró tanta influencia en la incidencia de muerte prematura en este grupo de hombres.
Lo más sorprendente, sin embargo, es que ni el primer ni el segundo tipo de estrés demostraron tener influencia en la tasa de la mortalidad entre las mujeres que participaron en el estudio.
Los científicos dieron una posible explicación a estas conclusiones. El estrés sube la presión arterial, lo que aumenta el riesgo de ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares en personas que ya tienen las arterias endurecidas, una enfermedad llamada aterosclerosis. Esta condición es más común entre los hombres en edad laboral que en las mujeres, lo que podría explicar la disparidad entre los resultados entre los dos sexos.