Los disturbios en Haití ponen de relieve años de abusos 'humanitarios'
Haití vive violentas protestas desde el 6 de julio debido a que el primer ministro de ese país, Jack Guy Lafontant, anunció un aumento del 38 % en los precios del combustible para equilibrar el presupuesto. Aunque al día siguiente el Gobierno dio marcha atrás, la ira popular permanece: como consecuencia de ello, edificios gubernamentales, hoteles y negocios de Puerto Príncipe han sido pasto de las llamas.
El pasado 8 de julio, el Departamento de Estado norteamericano advirtió a los ciudadanos estadounidenses que se encuentran en Haití que se escondieran y protegieran por las "continuas manifestaciones, bloqueos de carreteras y violencia" en todo el país. De hecho, varios grupos juveniles cristianos permanecen atrapados en áreas rurales ubicadas lejos de la capital.
Al menos cuatro personas murieron durante los saqueos, extorsiones e incendios provocados y, aunque la agencia AFP indica que en las calles se respira cierta normalidad, algunas personas solicitan la dimisión del presidente de Haití, Jovenel Moise, y amenazan con declarar una huelga general de dos días.
Si Moise "se queda un día más, el juego tendrá una nueva apariencia: cortaremos las carreteras y quemaremos todo porque no tenemos nada más que perder", asegura un habitante de ese país caribeño.
Recuperación inestable
En enero de 2010, un terremoto de magnitud 7 con epicentro a unos 25 kilómetros al oeste de Puerto Príncipe arrasó gran parte de Haití, una catástrofe en la murieron entre 100.000 y 316.000 personas, según diferentes estimaciones.
El país también padeció disturbios políticos en 2015, así como los huracanes Matthew e Irma en 2016 y 2017. Además, tras el sismo estalló una epidemia de cólera de la que se acusa a la contaminación que generó el personal de paz de la ONU.
Cuando sufrió el sismo, Haití ya era el país más pobre del hemisferio occidental y el Gobierno no estaba preparado para lidiar con las consecuencias: un año después, solo había limpiado el 5 % de los escombros y construido el 15 % de las viviendas requeridas.
Ocho años después, más de dos millones de haitianos aún dependen de la ayuda humanitaria. Millones de dólares en ayuda exterior terminaron en manos de la élite local y casi el 90 % del financiamiento foráneo se desembolsó a través de agencias de la ONU, contratistas privados y agencias civiles y militares extranjeras.
Esa solidaridad ha sustituido al Estado como mayor proveedor de servicios para los haitianos, hasta crear una cultura de dependencia. De hecho, el Instituto de la Paz de Estados Unidos advirtió que si el Ejecutivo haitiano no empezaba a cuidar mejor a sus ciudadanos, la primera república negra del mundo pasaría de una crisis a otra.
Fundación Clinton
La Fundación Clinton recaudó alrededor de 30 millones de dólares en fondos de recuperación, mientras que el expresidente de EE.UU., Bill Clinton, fue nombrado enviado especial de la ONU para Haití y copresidente de la Comisión Interina de Recuperación del país.
Sin embargo, algunas voces críticas acusan a los Clinton de aprovechar la situación para vender su influencia a costa del bienestar de Haití, por eso no son muy populares entre los haitianos: La familia Clinton es "ladrona" y "mentirosa", aseveró en una ocasión el activista Dahoud Andre a la cadena BBC.