Beate Zschape, exintegrante de la desaparecida agrupación radical derechista alemana Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), fue sentenciada este miércoles a cadena perpetua.
Un tribunal de Múnich declaró culpable a la principal acusada en el caso penal del asesinato de 10 personas, dos atentados con bombas y varios intentos de asesinato y robo entre 2000 y 2007. Nueve de las 10 víctimas de la NSU eran inmigrantes y una de ellas fue una mujer policía alemana.
Zschape es el último miembro de la célula terrorista neonazi. Había negado toda participación en los asesinatos, aunque su abogado dijo que ella se sentía moralmente culpable por no haber logrado evitarlos, informa The Guardian.
La ahora sentenciada fue detenida en 2011, poco después de que otros dos conocidos miembros de la NSU, Uwe Bohnhardt y Uwe Mundlos, fueran encontrados muertos en circunstancias poco claras, después de un robo fallido en un banco alemán en noviembre de aquel año. Aun así, el hecho arrojó luz sobre una actividad terrorista clandestina que no se había detectado durante 13 años.
Estado profundo
Durante 13 años, las autoridades policiales vincularon los asesinatos y los dos atentados con bombas a las actividades de un inexistente grupo de gánsteres.
La NSU se adhirió a la ideología extremista de superioridad racial y perseguía a los migrantes, en particular los de origen turco. Sin embargo, la policía descartó por años los motivos racistas de los asesinatos, y sostuvo que estaban relacionados con guerras de pandillas entre la población germano-turca del país.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía manifestó su descontento con el resultado del juicio, que, señaló, no llegó a revelar el papel del 'Estado profundo': "A ese respecto, consideramos que el veredicto no es satisfactorio".
Familiares, amigos y partidarios de las víctimas de esa agrupación radical también dicen que el juicio –que duró cinco años e involucró los testimonios de más de 600 testigos– no ha aclarado el grado en que las agencias de inteligencia de Alemania conocieron o fueron conscientes de las actividades asesinas del grupo.
Esta semana, activistas de 20 ciudades alemanas cambiaron simbólicamente los nombres de unas 200 calles para honrar a las víctimas de los asesinatos de la NSU.