En el imaginario popular la condición de superdotado o la de alguien con una inteligencia superior se asocia con el éxito. Sin embargo, muchos niños con un alto coeficiente intelectual (CI) se sienten marginados en un sistema educativo que no se adapta a sus capacidades.
Aunque no existen cifras oficiales, las organizaciones que se ocupan del tema aseguran que en Argentina alrededor de un 15% de chicos en edad escolar tiene altas capacidades intelectuales. Un amplio abanico que incluye a los superdotados, a quienes tienen talentos superiores y quienes, sencillamente, son precoces en el aprendizaje. Un fenómeno complejo y muy alejado de la fantasía popular sobre el supuesto beneficio de ser un genio.
La incapacidad del sistema educativo para adaptar la enseñanza a estas características acaba interpretándose la mayoría de las veces como problemas de conducta, lo que hace recaer la responsabilidad en los chicos. En muchos casos esto se traduce en sucesivos cambios de colegio, mientras que otros optan por el aprendizaje con maestros particulares en el hogar para evitar consecuencias desagradables como el acoso escolar.
Rumbo al fracaso escolar
Héctor Roldán, fundador de la asociación civil Creaidea, comprobó recientemente mediante un test de inteligencia y consulta a profesionales que era superdotado. Ante el vacío institucional existente, decidió crear dicha fundación a la que acuden decenas de chicos diagnosticados para explorar libremente su potencial.
A nivel mundial se consideran superdotados aquellos que poseen un CI de 130 puntos o más, según la escala de medición. Sin embargo, para determinar el diagnóstico los especialistas toman hoy el coeficiente intelectual como una información más entre una serie de datos psicosociales. En Argentina las autoridades educativas reconocen que no se trabaja lo suficiente en este área.
Se da la paradoja de que las altas capacidades no se traducen necesariamente en un alto rendimiento con altas calificaciones. De hecho, un destino común para muchos de estos chicos suele ser el fracaso escolar, desafío que pone en jaque a todos los sectores del sistema educativo. Tampoco la industria de material bibliográfico abarca apenas esta temática. Quizás sea el momento de empezar a pensar en alternativas que permitan acompañar mejor estas capacidades cargadas de potencial.