Los diamantes azules, unas de las piedras preciosas más enigmáticas del mundo, tienen una historia geológica muy compleja. Un nuevo estudio intentó arrojar luz sobre el origen de estas gemas extremadamente escasas y valiosas, que constituyen tan solo un 0,02% del total de diamantes extraídos.
Estas piedras de color azul marino forman parte de algunas de las joyas más famosas del mundo, como el Diamante de la Esperanza, expuesto en el Museo Nacional de Historia Natural de Washington.
Los científicos analizaron 46 diamantes de este tipo, entre ellos una grandiosa gema de Sudáfrica vendida en 2016 por 25 millones de dólares, y determinaron que podrían haberse formado a profundidades de al menos 660 kilómetros, es decir, hasta el manto inferior de la Tierra. Pequeños fragmentos de minerales hallados dentro de las piedras preciosas indicaron a los especialistas el lugar de nacimiento de los diamantes.
En comparación, alrededor del 99% de los diamantes se forman a aproximadamente entre 150 y 200 kilómetros bajo tierra, es decir, mucho más cerca de la superficie que las gemas azules.
"Estos diamantes se encuentran entre los más profundos jamás encontrados", comentó, citado por Reuters, Steven Shireym, geoquímico de la Institución de Ciencia Carnegie.
Estos diamantes se encuentran entre los más profundos jamás encontrados
Los diamantes azules cristalizaron junto a los minerales acuíferos que hace mucho tiempo formaban parte del lecho marino, pero fueron hundidos a grandes profundidades por el movimiento de las inmensas placas tectónicas. Estos diamantes adquirieron su color debido a la acción del boro. El nuevo estudio descubrió que este elemento estaba presente en el agua del océano y se incorporó a la roca del fondo marino que durante millones de años fue descendiendo a las profundidades de la Tierra.
"Esta es la primera vez que se presenta una historia o modelo basado en hechos sobre cómo se forman los diamantes azules. Antes de este estudio, no teníamos ni idea de dónde se formaban ni en qué tipo de rocas se formaban ni de dónde podrían haber obtenido el boro", dijo Evan Smith, científico e investigador del Instituto Gemológico de América y líder del estudio, publicado en la revista Nature.