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INVESTIGACIÓN: De Buenos Aires a Londres, la ruta de una estafa inmobiliaria

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Publican ofertas con departamentos falsos en alquiler, en el marco de una fuerte crisis habitacional presente en la capital argentina.
INVESTIGACIÓN: De Buenos Aires a Londres, la ruta de una estafa inmobiliaria

La crisis de la vivienda en la capital argentina produce el marco perfecto para engañar a ciudadanos que sueñan con tener un hogar y buscan ofertas de propiedades por internet. Los delincuentes que se hacen pasar por dueños de inmuebles en la web ofrecen hermosos departamentos de dudosa existencia a precios sospechosamente bajos, hasta lograr su objetivo: conseguir que los estafados envíen dinero a otro país utilizando medios de pago con escasos controles.

Así las cosas, RT recopiló algunos de estos casos y se introdujo en el mecanismo de una habitual estafa inmobiliaria para advertir sobre estos artilugios a los lectores que estén buscando un techo en alquiler, e intentar evitar que se concreten aquellas acciones fraudulentas. En cuanto al entramado, sobresale que importantes compañías locales e internacionales como Zonaprop, Airbnb y MoneyGram tienen responsabilidad en los delitos porque sus plataformas virtuales sirven de intermediarias en esta clase de transacciones.

Jugar con la desesperación

El desequilibrio habitacional presente en la Ciudad de Buenos Aires es enorme, comenzando por los elevados precios en los alquileres. Para explicarlo mejor, vale repasar que la renta por una propiedad de un solo ambiente ubicada en un barrio céntrico puede costar desde 9.000 hasta 16.000 pesos (entre 329 dólares y 586), mientras que el salario mínimo de Argentina se estipula en 10.000 (366 dólares). Si bien es cierto que en aquel territorio casi nadie percibe un sueldo tan bajo por trabajar a jornada completa, porque simplemente no alcanzaría para sobrevivir, en caso de ganar ese salario básico habría que tener un segundo empleo para poder comer.

Otro de los grandes desbarajustes es la enorme cantidad de inmuebles sin utilizar, mientras un importante número de indigentes duerme en las calles porteñas, enfrentando el crudo invierno del Río de la Plata. Sucede que en ese país sudamericano es una práctica habitual para las clases pudientes adquirir este tipo de bienes con el fin de preservar su capital, ya que la constante subida de precios y devaluación de la moneda local obliga a buscar otras alternativas para que su dinero no valga menos con el correr del tiempo. Sorpresivamente, esta realidad figura en las estadísticas oficiales, aunque no se generen políticas públicas para combatir aquella inequidad social: un informe del Instituto de Vivienda de la Ciudad expuso en 2015 –basado en el censo nacional del 2010– que Buenos Aires contaba con 1.423.973 inmuebles, que pueden utilizarse como residencia. Sin embargo, a la hora de hacer el relevamiento el 23,9% de ese total no estaba ocupado.

D. Diéguez Ontiveros, conjuez de la provincia de Buenos Aires con experiencia en delitos virtuales.
D. Diéguez Ontiveros, conjuez de la provincia de Buenos Aires con experiencia en delitos virtuales.
"Se puede investigar, no es imposible. Ningún delito digital es impune si se investiga bien. No faltan leyes, sino recursos y voluntades".

Sobre ese porcentaje, el Gobierno de la ciudad resalta que en muchos casos se trata de propiedades cuyos dueños estaban ausentes de modo temporal, se usaban como comercios y consultorios o tenían fines vacacionales. No obstante, hay 66.847 viviendas sobre las cuales no puede explicar por qué estaban deshabitadas, una cifra para nada despreciable considerando este crítico contexto. Para decirlo de otro modo, hay miles de inmuebles que fueron adquiridos para no darles uso, todo ello amparado por un sistema legal que considera a la propiedad privada tan valiosa como el acto de respirar.

Bajo este marco de inmensa ausencia estatal, que modifica los precios del mercado y genera condiciones abusivas hacia los inquilinos, varios ciudadanos se embarcan en la aventura de obtener un departamento, aunque buscar un techo en Buenos Aires no es tarea fácil. Sin exagerar, se puede decir que concretar un alquiler sin antes haber sufrido una crisis de nervios es una excepción a la regla general. Como alternativa, muchos optan por alquilar una propiedad con más personas, para dividir gastos, o mudarse a pensiones con habitaciones compartidas. Para encontrar mejores opciones, con espacios más cómodos pero económicos, hay que ser un especialista en búsquedas por internet, un ámbito que también está plagado de expertos en estafas. Y los desesperados por mudarse son sus víctimas preferidas

Los engaños

El sueño de tener un hogar a veces puede alterar nuestro detector de mentiras personal. En esos momentos de despiste, cuando la desesperación se transforma en desatención, se puede caer en la trampa. La estrategia maliciosa bajo estas condiciones es muy sencilla: publicar fotos de bellos y amplios departamentos en reconocidos portales dedicados a esta clase de operaciones, a precios súper bajos, y esperar que algún distraído pique el anzuelo. Y hay bastante pique. Los sitios elegidos para realizar estos engaños son varios, pero RT registró casos en Zonaprop, Argenprop –muy utilizados en Argentina, este último con más de 1,4 millones de visitas mensuales– y Airbnb, conocido en casi todo el mundo. Tras analizar varias estafas, vale decir que la forma de actuar por parte de los delincuentes es siempre la misma.

Tomemos como ejemplo una oferta publicada en Zonaprop, donde se hizo un seguimiento detallado, que a priori parece muy tentadora: "Espectacular tres ambientes Recoleta", titula el aviso, haciendo referencia a uno de los barrios más costosos de la capital argentina. Sin embargo, el precio por esta falsa propiedad de 90 metros cuadrados, dos dormitorios, dos baños y una ubicación inmejorable, es irrisorio: 9.000 pesos (329 dólares), incluyendo gastos de expensas y la seguridad del edificio. No piden papeles, recibos de sueldo o el título de propiedad de un familiar en concepto de garantía, algo casi imposible de ser cierto en este rincón del Cono Sur. 

Aparece el primer candidato, cuya identidad no será revelada para no dañar su imagen, seducido por esta propuesta falaz. Rápidamente, comienza el intercambio de correos electrónicos. La persona que está del otro lado dice llamarse Anna Solis, y utiliza el mismo argumento que en todas las estafas recopiladas: "Actualmente estoy en Dublin, Ireland, y no puedo ir por el momento en Argentina para mostrar el apartamento" (sic). Con aquella pésima redacción, los malvivientes justifican su ausencia utilizando siempre la misma excusa, que es estar radicados en ciudades remotas, como Nueva York o Atenas, entre otras. 

El mail continúa, y sobre el hogar de ensueño promete: "Se tiene acceso a Internet, teléfono, lavadora y televisión por cable", todo por la módica suma ya mencionada. Tras intercambiar nuevos mensajes, el estafador recuerda que no puede ir a Buenos Aires para mostrar el departamento, y repasa que tuvo que dejar la ciudad para criar a sus hijos en Europa, porque no se habrían adaptado a Sudamérica. Así las cosas, propone: "La solución a este problema es una compañía llamada Airbnb. No es necesario hacer un usuario, para evitar la comisión de 75% que Airbnb pide. Un acuerdo de forma segura y rápida". Es decir, propone utilizar una empresa como intermediaria para la transacción, pero sin registrarse en ella. Si hasta aquí nada resulta extraño, el engañado está a un paso de caer en la trampa. 

"Dejaré las llaves y el contrato en la custodia de la empresa Airbnb. La compañía te enviará un correo electrónico y le informará que tienen las llaves y el contrato, y le dará más información sobre cómo y a quién se debe realizar el pago. Airbnb asegurará su dinero hasta que inspecciones el apartamento", plantea el malviviente. Los correos se continúan respondiendo, hasta que llega el más importante: "Siguiente paso - completar el pago", propone el asunto del mensaje.

En efecto, el estafador envía un último mail simulando pertenecer a la empresa ya mencionada, visualmente hablando, usando sus colores e incluso el mismo logotipo. Ahora la dirección de correo que figura por parte del emisor es "contact@airbnb-renta.net", al igual que en otras estafas analizadas para esta nota. La propuesta es muy sencilla: deben entregarse 18.000 pesos (659 dólares) para proseguir con la operación, en concepto del primer mes de alquiler y el depósito que se pide como garantía. Así las cosas, indica que el dinero debe ser enviado a un supuesto agente de aquella entidad y que el giro del capital se realizaría por la compañía MoneyGram, una empresa para enviar plata cuyos controles son bastante laxos, similar a Western Union. 

Lucas Apa, hacker argentino.
Lucas Apa, hacker argentino.
"Lo más básico que se hace generalmente es, cuando se está hablando con el estafador, generar un link que lo redireccione a cualquier sitio, y se lo enviamos durante la conversación. Se utiliza cualquier excusa, por ejemplo, 'mirá, acá te dejé la plata'. Cuando hace click, está revelando su dirección IP".

Según el correo, el receptor del dinero por robar se llama Alex Mihok, vive en 55 Symour Street de la ciudad de Londres, su código postal es W2H 2GN, su pasaporte es 510074157, el teléfono es 0751029111 y afirma que nació el 6 de junio de 1970. De todos estos datos, seguramente muchos sean falsos. Sin embargo, los importantes son el nombre completo y la ciudad, porque es la única información que solicita MoneyGram para aprobar el envío y la recepción de los dólares. Es decir, esos deberían ser verdaderos para que la operación se concrete, o el receptor tendría que contar con una identificación coincidente a esa información y que no despierte sospechas.

Finalmente, la comunicación por el alquiler ficticio se corta cuando la víctima solicita realizar una conversación por Skype con el supuesto propietario, para obtener algo de confianza. Lo alertó un amigo. Estuvo cerca.  

Responsabilidad social empresaria

Según explica el abogado y docente en la Universidad de Buenos Aires, Guido Mattioni, a la hora de reclamar estos casos en la Justicia como damnificado se puede denunciar penalmente, "ya que se configura el delito de estafa en el artículo 172 y siguientes del Código Penal argentino". Asimismo, destaca que si los autores se dedican profesionalmente a cobrar plata por alquileres que no existen, como se pudo corroborar, se trata de una asociación ilícita. En ese caso, la responsabilidad de encontrar a los responsables corre por cuenta del Estado, osea que la víctima no tendría que poner dinero de su bolsillo para intentar localizarlos. 

Pero, ¿qué pasa con las empresas? Es decir, aquellas compañías que sirven de cómplices necesarias para que la triangulación se concrete, tal vez sin saberlo. Al respecto, Mattioni enseña: "En un eventual juicio civil, demandaría los daños a quien me estafó y a la empresa intermediaria, ya que la estafa se logra mediante el uso de su plataforma, por la cual obtienen un rédito económico". En otras palabras, si lo determinan las autoridades, las firmas deberían reparar las molestias ocasionadas dándoles dinero a las víctimas. Así las cosas, nos comunicamos con algunas de estas compañías para saber cómo responden a nivel institucional.

  • Airbnb: no solo es intermediaria, sino que se trata de la entidad más perjudicada por estos casos, ya que el nombre de su marca es utilizado de forma dañina. Vale subrayar que en los delitos repasados todas las ofertas falsas publicadas en otras páginas web, como Zonaprop, terminan dirigiendo el entramado hacia Airbnb. En efecto, en su sitio también se publican esta clase de ofrecimientos, de hecho cientos de usuarios que registran estas acciones las exhiben en un foro dedicado especialmente a estos fraudes, similares a la estafa ya relatada. Allí dentro, la usuaria "Dani" escribió en mayo de este año: "Me estafaron ayer, caí como una 'boluda' (ingenua)". Y sumó: "Mandé mensajes a la página de Airbnb y no me respondieron nada, hasta el mismo asesor de la página defendía a esta ingrata persona diciendo que tenía ocho años de trayectoria". Según su relato, perdió 25.000 pesos (915 dólares). El pretexto del estafador fue exactamente igual al ya explicado, pero esta vez decía que no podía ir a Buenos Aires para mostrar la vivienda porque se encontraba, supuestamente, en México. El foro también reporta fraudes idénticos cometidos en otras naciones, como Uruguay y Panamá. En tanto, un empleado de Airbnb nos comenta desde Irlanda que "solo pueden brindar educación para el usuario", y reitera que si se pide dinero por un medio paralelo al de aquella empresa, se trata de un robo. Además, explica que hay un departamento especializado para tratar las denuncias de los engañados y eliminar las publicaciones fraudulentas en su sitio. Eso es todo. 
  • MoneyGram: es la empresa con las manos más sucias en este embrollo, ya que traslada el dinero. Una trabajadora de esa entidad de EE.UU. confirma que el único requisito para enviar efectivo a otras naciones es informar el nombre del receptor y hacia qué país se dirige esa plata. A su vez, quien recibe los billetes debe mostrar una identificación y saber el número de la transacción. Ese dato se lo debe suministrar el emisor de modo independiente, para que el receptor se lo comunique a MoneyGram a la hora de retirar el monto acordado. Así las cosas, le informamos a la empresa sobre el caso registrado, a lo que afirmaron que "suena como una típica estafa". Tras brindarles toda la información obtenida, comunican que la conversación telefónica puede ser grabada, en caso de ser requerida por la Justicia. Damos nuestro consentimiento, pero aclaramos que también estamos grabando. Asimismo, la empleada comenta otro dato: "Los delincuentes pueden brindar un nombre verdadero para cobrar el dinero o hacerse de una identificación falsa". Atrapar a Alex Mihok sería toda una aventura.  

¿Se puede encontrar a los delincuentes?

El conjuez de la provincia de Buenos Aires, Diego Diéguez Ontiveros, destaca: "Muchos creen que en el mundo digital está todo perdido, que es complejo porque no está legislado, pero es parte del imaginario colectivo". En esa línea, el experto en derecho penal aclara que esta "es una modalidad de estafa normal que está prevista en el Código desde hace décadas", y puntualiza: "No es un 'ciberdelito', es una estafa común".

Sin embargo, el abogado penalista y profesor universitario advierte que a la hora de encargar pericias para identificar desde qué computadoras se realizaron las publicaciones, "caen todas en una oficina de la Policía Federal y tardan una enormidad". En efecto, para Ontiveros "se complica llegar al autor material porque obviamente eso siempre lleva a cuentas en el exterior". Desde su punto de vista, los trámites burocráticos del mundillo judicial, más aún si se trata de países ajenos, dificultan localizar a los delincuentes.

Sin embargo, resalta que para dar con los malvivientes "lo fundamental es la ruta del dinero". En ese sentido, el entendido sobre ilícitos virtuales señala: "Se puede investigar, no es imposible. Ningún delito digital es impune si se investiga bien. No faltan leyes, sino recursos y voluntades". Al respecto, recuerda un ejemplo que lo tuvo como protagonista: "En un caso pude detectar estafas realizadas con Western Union. Pedí filmaciones en uno de sus locales ubicado en Harlem, un barrio de Nueva York, y así pude detectar a un grupo de personas que retiró dinero ilícito". ¿Se podrá hacer lo mismo en Londres?

Hay otras variantes. Frente a las dificultades judiciales para encarar estos casos, el reconocido hacker argentino, Lucas Apa, comenta algunos trucos para intentar dar con estos ladrones virtuales. Sin embargo, aclara: "Es necesario siempre denunciar el delito informático en la dependencia policial más cercana para que, usando distintas técnicas, puedan rastrear la dirección IP –el número que identifica la conexión a la red de un dispositivo– y el horario desde donde se conectó el estafador".

Tras comentar esa formalidad, explica técnicas, "las mismas que usa el FBI para atrapar a pedófilos o vendedores de drogas". Sobre ello, reitera la importancia en conocer la dirección IP, aunque señala: "Pueden estar usando 20 máquinas distintas". Y comienza: "Lo más básico que se hace generalmente es, cuando se está hablando con el estafador, generar un link que lo redireccione a cualquier sitio, y se lo enviamos durante la conversación. Se utiliza cualquier excusa, por ejemplo, 'mirá, acá te dejé la plata'. Cuando hace click, está revelando su dirección IP". Es decir, "se sabe desde qué máquina se conectó a ese link y a qué hora", sintetiza.    

Entre otras tácticas más complejas, comenta que también se pueden obtener esos datos mandando imágenes: "Tienen un píxel que envía información", detalla Apa en entrevista. "Estas son las técnicas más usadas, lo bueno es que cualquiera lo puede hacer", opina. Para concluir, a la hora de adquirir servicios o productos por internet, el experto recomienda "hacer los pagos en las mismas plataformas de ese proceso, porque tienen más verificación". Es decir, no realizar transacciones o giros de dinero con mecanismos diferentes al propuesto por el sitio original. De todos modos, alerta: "Igualmente se pueden hacer fraudes". 

Leandro Lutzky

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