Científicos lograron explicar mediante una 'máquina del tiempo' virtual basada en el eco lumínico la supervivencia de la estrella Eta Carinae a una violenta explosión equivalente a una supernova detectada a mediados del siglo XIX, informa el portal Phys.org.
El intenso brillo de este cuerpo celeste fue registrado por astrónomos entre 1837 y 1858, cuando Eta Carinae se había convertido en la estrella más luminosa y masiva detectada en la Vía Láctea. Desde entonces, los científicos han intentado explicar cómo pudo la estrella sobrevivir a una erupción de semejante potencia que causó un gran incremento de luminosidad.
170 años de misterio
Para resolver esta interrogante, astrónomos de la Universidad de Arizona y del Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial (EE.UU.) registraron mediante diversos observatorios ubicados en Chile parte de la luz emitida hace 170 años por el astro y que hoy llega a la Tierra tras rebotar en el polvo cósmico.
Los expertos analizaron esa luz mediante una espectroscopia para establecer la velocidad la velocidad de expansión de las emisiones de Eta Carinae originadas tras la explosión en el siglo XIX. De esta manera, determinaron que las partículas estudiadas viajaron a más de 32 millones de kilómetros por hora, una cifra casi 20 veces superior a la que esperaban.
Posteriormente, los científicos utilizaron los datos obtenidos para proponer un modelo según el cual inicialmente Eta Carinae formó parte de un sistema de tres estrellas —dos astros masivos ubicados más cerca uno del otro y otro más pequeño que orbita a mayor distancia— que, tras el colapso de una de ellas, se convirtió en uno binario.
La muerte de una estrella
Los expertos suponen que la estrella más grande entró en una fase final de su ciclo de vida, de modo que se expandió y expulsó una gran cantidad de materia hacia la estrella vecina. Así, esta última experimentó un enorme incremento, alcanzando una masa 100 veces superior a la del Sol, y se volvió más brillante.
De esta manera, la estrella dadora de materia se alejó de la receptora, empujando con su campo gravitacional a la tercera estrella —que había permanecido más alejada— en dirección al nuevo astro supermasivo, el cual, a su vez, 'devoró' a su nuevo pequeño vecino.
Esta fusión se manifestó en forma de un evento explosivo que resultó en un nuevo sistema estelar binario, concluyeron los científicos. Los expertos creen que este modelo ayudará a comprender cómo los procesos de interacción entre estrellas afectan al nacimiento y a la muerte de estrellas masivas.