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Cómo se vive en una isla con cuatro volcanes: Una rusa cuenta su experiencia y hace furor (FOTOS)

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Yelizaveta Davýdova pasó 17 años en la pequeña isla rusa de Kunashir, la más cercana a Japón del archipiélago de las Kuriles, y ha compartido en Twitter cómo es vivir en una zona sísmica.
Cómo se vive en una isla con cuatro volcanes: Una rusa cuenta su experiencia y hace furor (FOTOS)

En Twitter se ha hecho popular el reto 1 'me gusta' – 1 hecho, que consiste en contar algún dato curioso sobre el mundo, la vida o la esfera laboral por cada 'like' recibido. Así se ha viralizado la historia de la rusa Yelizaveta Davýdova, que ha publicado 100 datos sobre la isla rusa de Kunashir (en el océano Pacífico), donde vivió 17 años.

Kunashir es la isla más cercana a Japón del archipiélago de las Kuriles  —está tan cerca que cuando hace buen tiempo se ven desde ahí las montañas de la isla de Hokkaido— y se traduce del japonés como la 'isla negra'. Para Davýdova es una verdadera Narnia, pero a diferencia del país ficticio, sus crónicas e increíbles paisajes son reales.

Volcanes y terremotos

En Kunashir hay cuatro volcanes y tres de ellos están activos. El que se ve en la siguiente foto se llama Tiatia, es activo y en su entorno viven osos. "Por eso la frase 'no te metas ahí, imbécil, que te va a zampar' es aplicable aquí como nunca", advierte Davýdova. Los volcanes también sirven para el calentamiento central de las viviendas.

Como la isla es una zona sísmica, en ella prácticamente no hay edificios más altos de dos o tres pisos. Los terremotos pequeños no se sienten en la calle y por los años que uno pasa viviendo rodeado de volcanes ni siquiera presta atención a los temblores. Si son leves, "ni siquiera levantas los ojos del celular", aunque a veces "das un salto y sales de casa como una bala" cuando ya se empieza a mover el armario y los platos y vasos vuelan.

Davýdova también destaca el carácter 'acumulativo' de los terremotos: si no hay sismos de magnitud 3 o 4 durante mucho tiempo, sabes que antes o después llegará uno realmente fuerte.

Paisajes lunares e increíble naturaleza

Los paisajes de Kunashir son historia aparte. Entre las playas con la arena negra, manantiales térmicos que sirven  de piscinas con agua caliente al aire libre, y rica flora, se puede encontrar, por ejemplo, una playa 'reversa'. "¿Vais a preguntar cómo es? Pues es cuando te metes en el agua y en dos metros ya la tienes hasta el cuello, y más adelante, hasta el pecho", explica Davýdova. Así, a medida que uno se va adentrando en el agua, se hace menos profundo y "a 80 metros de la orilla tienes el agua hasta los tobillos".

"En el océano enfriamos la cerveza y en los manantiales térmicos calentamos la comida", revela la autora del largo hilo sobre la isla volcánica, y a sabiendas de que habla sobre Rusia, cuesta adivinar si bromea o no. Más bien va en serio.

La costa guarda sorpresas inesperadas. Paseando se pueden hallar ahí objetos de antigua porcelana japonesa, así como es posible "quedarse enredado y morir" en medio de una tonelada de algas. "En este caso extremo recomiendo hacer lo que hacen todos los residentes locales y morder el camino hacia la libertad, para llevarse con uno mismo el rico trofeo", escribió Davýdova.

Otra riqueza de Kunashir son sus fumarolas, fruto de su naturaleza volcánica, que tiñen la tierra de color verde limón por los gases y vapores. Así que "si quiere visitar la luna pero las posibilidades financieras no se lo permiten", las fumarolas igual le sirven.

La toponimia local también merece una mención especial. El lago Caliente y el lago Hirviente destacan por sus elevadas temperaturas, el segundo incluso emite vapor.

En las siguientes fotos aparecen el volcán Tiatia, el lago Caliente y una roca, así como las vistas desde la cima del volcán.

Cerca del lago Hirviente está el lago Muerto, que destaca por sus aguas cristalinas. "Pero si un turista infortunado trata de enjuagarse la boca, arriesga quedarse sin esmalte dental, en el lago hay una enorme cantidad de flúor", advierte Davýdova.

En lo que concierne a la fauna, en Kunashir no encontrará palomas. En vez de ellos vuelan las gaviotas, los cuervos y pigargos gigantes de hasta 105 centímetros de longitud.

También abundan nutrias marinas, martines pescadores, zorras, caballos salvajes y focas vitulinas.

Las islas Kuriles, además, son la patria de los gatos de raza Kurilian Bobtail, con las colas pompón.

Caprichoso clima

El clima isleño es verdaderamente único. Al lado de los abetos crecen las magnolias y bambú. Los osos ni siquiera tienen que entrar en hibernación porque los ríos no se cubren de hielo y siempre hay peces.

Si uno piensa en visitar la isla, tendrá que prepararse para pasar ahí tal vez más tiempo de lo planeado. El problema no es la falta de vuelos ni tampoco los retrasos por varias horas. Debido a la densa niebla que reina en Kunashir, los retrasos pueden ser de un par de semanas.

Con los vientos de hasta 38 metros por segundo en la isla literalmente se derrumban los tejados. "Miras por la ventana y ves cómo pasa volando alguna teja, un perro, una abuela", ironiza Davýdova.

Cuando se instala el invierno, con la misma velocidad, de entre 30 y 38 metros por segundo, sobre la cara de los residentes locales 'aterriza' la nieve y salir a la calle, sobre todo sin gafas de esquí, "es un suicidio".

Las ventiscas son tan fuertes que 'mucha nieve' en Kunashir significa que "los que viven en el segundo piso pueden salir tranquilamente a través de la ventana porque la planta baja está enterrada por completo". La propia Davýdova confesó que tuvo que desenterrar la puerta para salir de casa.

Entre otros inconvenientes de la vida isleña Davýdova menciona la ausencia del WiFi. "La cuenta por internet a veces superaba los 7.000 rublos [104 dólares al cambio actual], por eso conocí Twitter e Instagram solo cuando me fui a estudiar a Moscú hace dos años", explicó.

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