Científicos del Brain Mind Institute de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), dirigido por la profesora Carmen Sandi, han identificado algunos de los mecanismos neurobiológicos clave que controlan la agresividad, informa el portal Science Daily.
En su trabajo, los neurocientíficos estudiaron una raza especial de ratones que muestran síntomas de trastornos psiquiátricos —como esquizofrenia, autismo y trastorno bipolar— que pueden implicar un comportamiento agresivo y encontraron que la principal característica de estos roedores es que carecen del gen que sintetiza la enzima ST8SIA2.
Esta enzima produce ácido polisiálico, una molécula de azúcar que forma un complejo con un grupo de proteínas adhesivas en la superficie de las neuronas y las ayuda a migrar y conectarse, particularmente durante el desarrollo postnatal y prenatal, no solo en ratones, sino también en los humanos.
Los científicos también observaron dos rasgos de comportamiento que se incrementan cuando los humanos experimentan ciertos tipos de agresividady que se pueden medir de manera confiable en ratones: reducción del procesamiento del miedo y disminución de la ansiedad. Estos dos rasgos juegan un papel clave en la aparición de una agresividad anormal, especialmente en la psicopatía y la esquizofrenia.
"Los déficits en el aprendizaje del miedo suelen encontrarse en personas con psicopatía y personas agresivas que muestran diferentes psicopatologías", explicó Carmen Sandi. "Se ha hipotetizado que estos déficits promueven conductas antisociales, ya que impiden que las personas aprendan del castigo y sigan una socialización normativa", señaló la científica.
Un examen más detallado de los cerebros de los ratones demostró que estas alteraciones del comportamiento se deben a problemas con las neuronas de la amígdala, el centro del procesamiento y comportamiento emocional del cerebro.
Los científicos descubrieron que las neuronas de la amígdala de estos ratones no podían en gran medida formar nuevas conexiones y mostraban deficiencias con la neurotransmisión del glutamato, que transmite señales relacionadas con el procesamiento del miedo.
Tras haber llevado a cabo estudios moleculares adicionales, los investigadores lograron identificar que la deficiencia de un receptor neuronal en la amígdala es un elemento clave para el desarrollo de la agresividad. Este receptor, llamado NMDA, está involucrado en la conectividad de las neuronas, así como en la formación adecuada de la memoria del miedo.
Los especialistas procedieron entonces a activar el receptor NMDA de los ratones agresivos mediante un fármaco (D-cicloserina), descubriendo así que el tratamiento reducía eficazmente el comportamiento agresivo, así como elevaba el nivel de miedo en los animales. El hallazgo puede ser de gran utilidad para el tratamiento farmacéutico contra la agresividad.
"Nuestro estudio subraya un mecanismo neurobiológico clave que puede explicar el vínculo entre las alteraciones de la memoria del miedo y el desarrollo de la agresividad patológica", remarcó Sandi. "Un próximo paso lógico será investigar si nuestros hallazgos pueden ayudar a mejorar las disfunciones agresivas en los humanos", señaló.