"Si un miembro sufre, todos sufren con él". Así lo recuerda el papa Francisco en una apasionada carta dirigida "a todo el pueblo de Dios", en la que responde a las nuevas informaciones aparecidas sobre el abuso sexual en el seno de la Iglesia y su encubrimiento.
"El sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas", es un crimen que genera "hondas heridas de dolor e impotencia", tanto en las víctimas y sus familias como "en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes", asegura el pontífice en su misiva.
Al referirse al informe publicado la semana pasada, en el que se detalla "lo vivido por al menos mil sobrevivientes", víctimas del abuso sexual perpetrado por sacerdotes en Pensilvania (EE.UU.), el pontífice constata que estas heridas "nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades", así como a "unir esfuerzos para erradicar esta cultura de muerte".
"Vergüenza y arrepentimiento"
El papa ha calificado el dolor de las víctimas como "un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado".
Por lo tanto, asume "con vergüenza y arrepentimiento" que, como comunidad eclesial, "no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas". "Hemos descuidado y abandonado a los pequeños", admite el líder de la Iglesia católica.
"Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar las atrocidades"
La magnitud y gravedad del problema "exige asumir este hecho de manera global y comunitaria", así como "denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona" y "luchar contra todo tipo de corrupción, especialmente la espiritual", resalta Francisco.
El papa subraya el esfuerzo que se realiza en distintas partes del mundo para garantizar seguridad de niños y de adultos vulnerables, así como para implementar la "tolerancia cero" hacia todos aquellos que "realicen o encubran estos delitos".
En este sentido, confía en que, aunque "nos hemos demorado en aplicar estas acciones y sanciones tan necesarias", ayudarán a crear "una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro".
Al mismo tiempo, advierte de que "es imposible imaginar una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios", por lo que urge a todos a decir no al abuso y "a cualquier forma de clericalismo", ya que este último genera una "escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos".
Es imprescindible que la Iglesia reconozca y condene "con dolor y vergüenza" las atrocidades cometidas por "personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables", señala el pontífice, quien llama a pedir "perdón por los pecados propios y ajenos".
Más de 1.000 niños abusados por 300 sacerdotes
El informe de la Fiscalía General de Pensilvania describe los abusos que alrededor de 300 sacerdotes cometieron contra más de 1.000 niños en las diferentes diócesis de ese estado y contiene relatos detallados de algunos casos.
Durante una rueda de prensa del pasado 14 de agosto, el fiscal general de esa región estadounidense, Josh Shapiro, destacó que todos estos hechos tuvieron lugar con "el encubrimiento sistemático de altos funcionarios de la Iglesia en Pensilvania y en el Vaticano" y explicó que los agresores "no solo enseñaron a los niños que ese abuso era normal, sino que era sagrado".
Mientras tanto, varias víctimas han decidido alzar la voz y relatar cómo el abuso arruinó sus vidas, sus matrimonios o les impidió tener hijos.