Elias Abulkalaam Jamaleddeen, de Myanmar, fue ejecutado y después crucificado este miércoles en la ciudad santa de la Meca, Arabia Saudita, que reserva esta inusual forma de castigo para los crímenes más graves, informa Bloomberg, citando la agencia oficial de noticias saudí. El delincuente fue decapitado, después de lo cual su crucificado cuerpo fue expuesto en público.
El hombre había sido condenado por irrumpir en la casa de una mujer, también de Myanmar, a la que disparó con un arma de fuego y acuchilló hasta la muerte en repetidas ocasiones, informó Bloomberg. Jamaleddeen también había sido acusado de robar armas e intentar matar a otro hombre, así como de intentar violar a una mujer.
La sentencia de muerte fue ratificada por la corte suprema del país y respaldado por el rey, Salmán bin Abdulaziz.
La cruz no es moneda corriente
En Arabia Saudita la pena de muerte se aplica a un amplio abanico de crímenes, entre los que figuran, además de asesinatos, el adulterio y la apostasía.
Según el Informe Global de condenas a muerte y ejecuciones de 2017 de Amnistía Internacional, Arabia Saudita se encuentra en la lista de países con más ejecuciones. La mayoría se realizaron en China, Irán, Arabia Saudita, Irak y Pakistán, por este orden. Arabia Saudita ejecutó en 2017 a 146 personas, lo que lo sitúa en el tercer lugar del mundo.
Sin embargo, la ejecuciones con crucifixión son muy raras y se emplean solamente para los crímenes más atroces. Esta forma de castigo implica mostrar públicamente el cadáver del condenado.
El caso más reciente se remonta al año 2010, cuando un hombre fue crucificado por violar y asesinar a una niña, después de lo cual mató a tiros a su padre.