Uno de los conceptos más repetidos en la arena política durante los periodos en los que se eleva la presión migratoria sobre Europa es el de "efecto llamada". La expresión pasa por ser uno de los argumentos más recurrentes entre los partidarios de endurecer al máximo el control de las fronteras: explican que la recepción de inmigrantes –incluso cuando esta se produzca a través de meras acciones de salvamento marítimo– estimula la llegada de nuevas oleadas migratorias, atraídas por un supuesto mensaje de bienvenida que se envía al exterior con cada acogida.
El efecto llamada, siguiendo esa lógica argumental, serviría para explicar un presunto incremento de la inmigración, dando a entender indirectamente que un blindaje propicio de las fronteras acabaría inhibiendo, en los países de origen, la voluntad de emigrar.
Pero, ¿es el efecto llamada un fenómeno real? Más aún, ¿es real el supuesto incremento de la inmigración con respecto a los años anteriores? ¿Es el blindaje de las fronteras la solución a la crisis migratoria actual? ¿O quizá hacen falta políticas relacionadas con los motivos por los que los migrantes deciden abandonar sus países de origen?
Lo que sugieren las cifras
Según datos de ACNUR y del Ministerio del Interior compilados por la ONG Oxfam Intermon en su informe 'Origen, tránsito y devolución', de julio de 2018, las llegadas e Europa se han reducido notablemente en los últimos dos años, hasta recuperar cifras similares a las anteriores a la crisis migratoria desatada entre 2014 y 2015, correspondiente al paroxismo de la violencia en el conflicto de Siria.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), por su parte, muestra gráficamente la evolución temporal de las llegadas de inmigrantes ilegales a las costas europeas en los últimos años, y su distribución entre los principales países de acogida:
Oxfam Intermon destaca además un dato revelador de las proporciones de esta disminución experimentada desde 2015: "de las 221.454 llegadas irregulares a través del Mediterráneo en octubre de 2015, se pasó en febrero de 2018 a solo 3.428".
Los datos parecen indicar con claridad que la intensidad de los flujos migratorios está mucho más relacionada con las dificultades de la vida en los puntos de origen que con el comportamiento fronterizo de los países de acogida.
El caso particular de España
En España, sin embargo, uno de los países europeos en los que con más frecuencia y convicción se recurre al mantra del "efecto llamada", los números han experimentado una evolución diferente, debido a un incremento de los flujos migratorios en la llamada "ruta del Mediterráneo occidental", que termina en sus costas.
España siempre ha recibido a una parte relativamente pequeña de los inmigrantes que llegan a Europa desde la orilla sur del Mediterráneo. Sin embargo, el mencionado cambio de rutas ha provocado que esta proporción haya crecido significativamente en los últimos años, mientras la cifra total de llegadas se reducía enormemente.
Tal vez por eso, en España, donde además existe una parte del espectro político que agita interesadamente el fantasma xenófobo de una supuesta invasión, existe un clima social receptivo a la idea de una crisis sin precedentes y en vías de crecimiento.
En este contexto, el argumento del "efecto llamada" encuentra un terreno abonado para florecer y multiplicarse en el discurso público.
Un ejemplo de ello se produce con cierta frecuencia desde que el Gobierno de España, mediante instrucciones directas del presidente Pedro Sánchez, decidiera acoger el pasado 11 de junio al barco Aquarius, que se encontraba en medio del Mediterráneo con 629 inmigrantes a bordo, rescatados por las ONG Médicos sin Fronteras y SOS Mediterranée.
El discurso en materia de migración del actual presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ha girado desde entonces, casi exclusivamente, en torno a la idea de que la decisión del Ejecutivo de Sánchez de recibir a los inmigrantes a bordo del Aquarius produjo un "efecto llamada" cuyas consecuencias se traducen en el actual aumento de las llegadas a España. En unas declaraciones ante los medios ofrecidas este mismo jueves, insiste en ello:
Por su parte, el partido de extrema derecha VOX utiliza argumentos similares:
El 18 de junio, tan solo una semana después de la decisión del Gobierno español de acoger al Aquarius, fue cuando Pablo Casado presentó su candidatura a presidir el Partido Popular. Su intención, según afirmó ese mismo día, era "recuperar" a los electores que habían abandonado "decepcionados" el Partido Popular y habían votado a otras formaciones, como Ciudadanos o VOX.
Una situación "más normalizada y más tranquila"
En cualquier análisis que trascienda las fronteras españolas, abarque la verdadera extensión geográfica de las rutas migratorias y considere propiamente su evolución temporal, el concepto de "efecto llamada" carecería de sentido.
Así nos lo explica el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea, Miguel Ángel Benedicto, que recuerda que "no hay más que analizar las estadísticas de 2015 hasta ahora", para percatarse de que "ha ido disminuyendo el numero de inmigrantes y refugiados que llegan a la Unión Europea".
"No hay punto de comparación entre lo que ocurría hace 3 años y lo que hay ahora mismo; en estos momentos la situación está mucho más normalizada y más tranquila", asegura Benedicto, insistiendo en que "pese a que se ha abierto una ruta en el Mediterráneo español, son cifras ridículas si las comparamos con años anteriores" en el cómputo global europeo.
Sobre el alarmismo político que está generando la inmigración, el profesor explica que "hay partidos de extrema derecha en Europa que aprovechan esta circunstancia para introducir este tema en el debate político", pero lo están haciendo "justamente en el momento en el que disminuye el número de inmigrantes que llegan a las costas europeas".
Los verdaderos factores de la migración
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) también desestima la lógica sobre la que se sustenta el concepto de "efecto llamada". Bajo su consideración, "los factores concretos que están alejando a los migrantes de sus hogares son mucho más importantes que la vaga idea de una supuesta 'Europa acogedora', particularmente en el contexto de los flujos migratorios irregulares a través del Mediterráneo hacia Europa", tal como comentó a este medio un portavoz de la OIM.
La misma fuente señala que "las dificultades que realmente están impulsando a las personas a migrar son más diversas y mucho más urgentes", y destaca entre ellas "el colapso económico y la falta de perspectivas para sostener a las familias; la inestabilidad, las guerras y la violencia; los estados fallidos, la falta de educación, atención médica y otros servicios sociales adecuados; la persecución política; la inseguridad alimentaria; el cambio climático y la degradación ambiental".
Intentar una mirada positiva
El profesor Miguel Ángel Benedicto señala también las causas estructurales de la crisis migratoria. "Hay una brecha económica brutal entre la orilla europea y la orilla africana, y eso no va a dejar de existir salvo que se pongan en marcha una serie de medidas que son necesarias", detalla este especialista en Relaciones Internacionales, sugiriendo "desde un 'plan África' para desarrollar más esa orilla del Mediterráneo –tanto el Magreb como la zona subsahariana– a la implantación de una política migratoria europea ordenada, y sobretodo una política y visados de trabajo".
"Europa es un continente absolutamente envejecido que necesita mano de obra y que podría obtener algún tipo de ventaja de esta situación", añade.
Asimismo, Benedicto llama la atención sobre el hecho de que los problemas migratorios en Europa "son retos que no se pueden solucionar de manera nacional, sino que requieren políticas supranacionales, y en este caso europeas".
La OIM también reivindica por su parte una mirada sobre la migración que ayude a "maximizar sus beneficios y minimizar los aspectos negativos". La organización admite que "los europeos tienen preocupaciones legítimas sobre la llegada de inmigrantes" y reconoce que "esto puede crear incertidumbre y escepticismo". Precisamente por eso, entiende que "los líderes tienen la responsabilidad, especialmente después de la aprobación casi universal del Pacto Mundial para la Migración, de presentar una imagen más equilibrada y precisa de la migración".
"Necesitamos abrir públicamente un debate duro y honesto sobre las razones que están impulsando a las personas a intentar llegar a Europa, y sobre qué se puede hacer para manejar la situación de una manera más ordenada y más humana", reclaman también desde la OIM, lamentando al mismo tiempo que, en vez de eso, "vemos a algunos políticos cuestionando las leyes internacionales y europeas sobre derechos humanos, y generando temores irracionales y pánico sobre la migración para obtener beneficios electorales a corto plazo".
"También haríamos bien en recordar –concluye el portavoz de la organización– que, en el pasado, fueron las personas de Europa las que migraron hacia el exterior para escapar de la privación y el peligro".
David Romero