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La agresión contra estudiantes que sacude México a 50 años de la masacre estudiantil de 1968

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El ataque de un grupo de choque contra estudiantes de la UNAM revive viejos fantasmas en medio de la sucesión presidencial y el cambio de régimen político en México. ¿Quién está detrás del ataque?
La agresión contra estudiantes que sacude México a 50 años de la masacre estudiantil de 1968

La agresión de un grupo de choque contra estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sacudió a la máxima casa de estudios del país, a tan sólo un mes de que se conmemoren los 50 años de la masacre estudiantil de 1968 en Tlatelolco, acontecimiento que marcó la historia reciente de México.

Un acto rodeado de misterio y atribuido a intereses políticos, que incrementa la tensiones dentro de la sucesión presidencial y el cambio de régimen que se vive actualmente en México.

Los hechos ocurrieron el pasado lunes 3 de septiembre, alrededor de las 15:00 horas, tiempo local, cuando una manifestación pacifica convocada por estudiantes de bachillerato del Centro de Ciencias y Humanidades Azcapotzalco exigían frente al edificio de Rectoría de la UNAM mejores condiciones para realizar sus estudios.

De pronto, un camión con "porros" (grupos de choque o vándalos) comenzaron a golpear con palos y piedras a los estudiantes que, entre otras cosas, exigían mejores condiciones de seguridad en su plantel. Los vándalos incluso utilizaron bombas molotov y armas punzocortantes, con lo cual, al menos dos estudiantes resultaron heridos de gravedad.

Durante el conflicto, no intervino la Policía y la tibia actuación del equipo de vigilancia de la Universidad provocó que los agresores quedaran impunes, lo cual desencadenó una serie de críticas y protestas por parte de la comunidad universitaria.

Fue así que los estudiantes de los distintos planteles de la UNAM, la mayor Universidad de América Latina por su número de estudiantes (350.000), realizaron una serie de paros en protesta por la agresión orquestada contra los jóvenes del CCH Azcapotzalco, quienes pedían también incrementar la matrícula de profesores para satisfacer la demanda de clases. Hasta el momento, al menos 34 planteles se declararon en paro.

El hecho provocó que el rector de la UNAM, Enrique Graue, emitiera un mensaje en el que se dio a conocer la expulsión de 18 alumnos pertenecientes a los grupos de choque, así como una serie de denuncias penales contra los responsables de la agresión. El rector también identificó a los agresores como integrantes de tres organizaciones de vándalos.

"Tenemos evidencias que orientan a señalar que entre los agresores se encuentran los grupos conocidos como Treinta y dos, del CCH Azcapotzalco; 3 de marzo, del CCH Vallejo; la Federación de Estudiantes de Naucalpan, y otras organizaciones de vándalos conocidos como grupos 'porriles', que al servicio de intereses externos a nuestra Universidad han asolado nuestras instalaciones en el bachillerato y que vemos hoy penosamente reaparecer", señaló Graue.

Pero la parte más llamativa del mensaje del rector, es el énfasis que puso en que dichos grupos de 'porros' –vinculados históricamente con partidos políticos– buscaban desestabilizar a la Universidad con fines políticos que hasta el momento no resultan del todo claros y han dado pie a una serie de teorías y especulaciones sobre quién podría estar detrás de la agresión, evidentemente orquestada.

"Son grupos de provocadores que obedecen a intereses ajenos a la Universidad y que, evidentemente, pretenden desestabilizarla creando un clima de inseguridad e incertidumbre", dijo Graue.

Aunque el rector resultó ser uno de los mayores afectados políticamente por la agresión, diversos grupos de estudiantes lo responsabilizaron por el clima de violencia de prevalece en distintos planteles de la UNAM, tal como ha ocurrido con una serie de asesinatos y violaciones que se han desatado en los últimos años.

Ecos de la historia

La agresión y las protestas cobran mayor dimensión debido a que se produjeron a tan sólo un mes de que se cumplan 50 años de la masacre estudiantil de Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968, en la Ciudad de México, a manos del Ejército. Un acto de represión gubernamental que marcó el inicio de una larga lucha por la democratización del país, lo cual generó cambios profundos en el sistema político mexicano, incluyendo reformas legales, pero también una serie de asesinatos, desapariciones y encarcelamientos contra disidentes, que lo mismo militaban en organizaciones estudiantiles y obreras que en movimientos guerrilleros.

La matanza de estudiantes, previa a la celebración de los Juegos Olímpicos de México 1968, es un tema que marcó profundamente a la comunidad universitaria y que ha sido tratado en series de televisión y en una serie proyectos editoriales dentro de los medios de comunicación de la UNAM, por lo que los acontecimientos que marcaron la tragedia están muy presentes en el imaginario de los estudiantes.

De este modo, el fantasma del 68 se mantiene vigente, lo cual es un factor que incrementa las tensiones políticas inherentes al cambio de régimen que experimenta México, tal como ha podido constatarse tras la instalación del Congreso y la polémica generada por algunas decisiones de Andrés Manuel López Obrador, antes de asumir la presidencia de México en diciembre próximo.

Un hecho que además genera suspicacia, al producirse el mismo día en que el actual presidente, Enrique Peña Nieto, utilizaba la presentación de su sexto y último informe de gobierno como despedida de su administración. 

Un contexto político que genera dudas en torno a quién pudo estar detrás de la agresión que, según el rector Graue, persigue fines políticos y busca desestabilizar a la máxima casa de estudios del país.

¿A quién beneficia?

"La pregunta que tenemos que hacernos es a quién beneficia la agresión a un mes del estallido del movimiento de 1968", señala Octavio Solís, integrante del Consejo Universitario de la UNAM, en entrevista con RT. "Hay intereses políticos aquí, es evidente".

"Efectivamente, la Universidad es un espacio de disputa permanente, lo ha sido desde su fundación, desde la Revolución Mexicana hasta la fecha, y en ese sentido los 'porros' siempre han jugado un papel estratégico en esa disputa".

Sólis, académico y amplio conocedor de la historia de la Universidad, autor del libro 'El fin de una era en la UNAM', explica que el término 'porro' surgió de las porras, que eran grupos de animadores de los equipos de futbol americano que comenzaron a surgir en México a mediados del siglo XX.

En este sentido, señala que los 'porros', generalmente provenientes de contextos sociales marginados y con problemas familiares, forman parte de "estos grupos, les ofrecen una identidad colectiva, les dan protección, financiamiento, recreación mediante el uso de drogas y fiestas". 

Solís considera que los conflictos con estos grupos de choque son cosa de todos los días en la UNAM, sobre todo, a nivel bachillerato. Una situación que explica, en buena medida, la situación de violencia e inseguridad que existe al interior de los planteles.

"Son auspiciados y fomentados por gente que tiene recursos. Durante muchos años era el mismo gobierno quien financiaba, y también se dio el caso, que coludidos con autoridades de los centros de estudio", señala Solís, quien advierte que el movimiento estudiantil de 1968 provocó una fisura que tardó medio siglo en lograr un cambio de régimen político.

Pero a pesar de los cambios, los 'porros', en opinión del entrevistado, son "rémoras, esos dejos de autoritarismo que no nos abandonan".

"El pueblo de México ha podido generar una transición de gobierno democrática, pero no ha podido despojarse de la cultura autoritaria y caciquil que se sigue reproduciendo", sentencia Solís.

Represión estudiantil

Otras posturas, en cambio, ponen el énfasis en la represión estudiantil que han padecido los jóvenes mexicanos en fechas recientes.

"A cuatro años de lo ocurrido con los estudiantes de Ayotzinapa, a 50 de Tlatelolco, otra vez los estudiantes son blanco de la represión, de las autoridades universitarias y el propio Estado, porque estos grupos 'porriles' no son organizados de manera autónoma, sino que están vinculados directamente con autoridades universitarias y se les señala también un vínculo financiero con partidos políticos", señala Teresa Martínez, politóloga y estudiante recién graduada del doctorado en Estudios Políticos y Sociales de la UNAM, en entrevista con RT.

En este sentido, asegura que con la sucesión presidencial de López Obrador, y las disputas al interior de la UNAM, generan un ambiente complejo donde la violencia contra los estudiantes se ha recrudecido en los últimos años.

"Sí hay un conjunto de circunstancias que nos señalan que es la lucha por el poder dentro de la Universidad, que siempre ha sido un bastión muy importante del gobierno federal. Entonces sí, hay una disputa entre grupos", agrega Martínez, quien también es integrante de la Asamblea de Estudiantes de Posgrado de la UNAM.

"Ese discurso de la transición de terciopelo es una farsa. No es cierto que haya en México un contexto de transición pacífica, sino que hay muchos ánimos exacerbados", lo cual ha ocasionado "un renacimiento de demandas históricas, como una vida universitaria libre de violencia", añade Martínez.

La mano que mueve los hilos

Pero el rector Graue no fue el único en advertir que existían intereses ocultos detrás de la agresión contra estudiantes de la UNAM. El mismo López Obrador, previo a una reunión con empresarios del norte del país, condenó la agresión ocurrida en su 'alma mater'.

"No debe haber violencia, es lo que opino. Mucho menos auspiciada por gente que mantiene intereses", dijo López Obrador cuando fue abordado por una estudiante que le pidió una postura sobre el tema, mientras esperaban en el aeropuerto, el pasado martes 4 de septiembre.

Horas después, Claudia Sheinbaum, la próxima jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien es una cercana colaboradora de López Obrador y que al mismo tiempo tiene influencia dentro de la UNAM debido a su larga trayectoria como académica, pidió investigar el financiamiento de los grupos 'porriles' que cometieron la agresión.

"Hay que hacer una investigación y que se detenga a quien hizo estas atrocidades contra estudiantes", dijo Sheinbaum en conferencia de prensa.

"Normalmente los grupos 'porriles' están auspiciados. Entonces lo que hay que definir es de dónde vino la provocación y eso lo tiene que investigar la Procuraduría General de la República", señaló.

Las declaraciones de Sheinbaum vienen al caso debido a que históricamente muchos grupos de 'porros' eran financiados por el entonces partido hegemónico, el PRI, como parte de sus grupos de choque, estructuras que más tarde fueron absorbidas por otro partido, el PRD, a partir de 1997, año en que ganó la Ciudad de México, misma que retiene hasta la fecha.

Algunas voces al interior de la UNAM señalan que uno de los grupos 'porriles' involucrados en la agresión, la organización 3 de marzo del CCH Vallejo, ha tenido desde hace varios años algunos vínculos con el PRD. Sin embargo, dichos señalamientos no han podido ser aún confirmados.

En este sentido, a lo largo de las campañas electorales, el PRD orquestó varias agresiones con grupos de choque contra Sheinbaum, perteneciente al partido Morena, en la disputa por el control de la Ciudad de México. Así ocurrió en la delegación Coyoacán, donde incluso murió una persona, luego de que un grupo de choque del PRD irrumpiera de manera violenta en un acto político de Sheinbaum.

De ahí que algunas versiones al interior de la UNAM, sospechen que la agresión registrada a las afueras del edificio de Rectoría, puedan tener como trasfondo una disputa política entre diversos partidos por el control territorial de la Universidad.

Sin embargo, la dirigencia nacional del PRD expresó públicamente su condena ante las agresiones que sufrieron los estudiantes.

"El uso de 'porros' para amedrentrar a la comunidad estudiantil de la UNAM es un hecho abominable y reprobable", expresó Ángel Ávila, secretario general del PRD.

El narcomenudeo: otro ingrediente en la ecuación

Sin embargo, ese no es el único componente del conflicto, ya que la venta de drogas al interior de la UNAM es otro fenómeno que genera sospechas.

Esto, debido a que muchos grupos de narcomenudistas, como los que operan en la Universidad, suelen ser protegidos por políticos que ocupan cargos en todos los niveles de gobierno.

En este contexto, el multipremiado periodista, Humberto Padgett, sostiene que existen elementos suficientes para señalar que el tráfico de drogas y otros crímenes dentro de Ciudad Universitaria son solapados por el gobierno capitalino de la Ciudad de México.

En agosto de 2017, Padgett fue golpeado por narcomenudistas cuando hacía un trabajo de investigación encubierto para documentar la venta de droga en el campus universitario. 

Tras levantar una denuncia contra sus agresores, quienes fueron apresados, Padgett denunció que la fiscalía capitalina pretendía dejar libres a los narcomenudistas y además entregó su domicilio personal a la banda delincuencial, poniendo en riesgo la integridad de la familia del periodista.

De este modo, los presuntos vínculos entre bandas de narcotraficantes con políticos y funcionarios universitarios son otro ingrediente que levanta sospechas y algunas hipótesis sobre la relación entre la venta de drogas y el móvil que provocó la agresión de 'porros' contra estudiantes.

Pero más allá de las versiones que circulan y todavía deberán ser confirmadas por la autoridad correspondiente, la agresión contra estudiantes revive a los fantasmas de 1968, incluyendo grandes movilizaciones de jóvenes.

Un factor que, además de agudizar las tensiones políticas provocadas por el cambio de régimen político, podría ser clave para definir los meses previos a la sucesión presidencial.

¿Quién se encuentra detrás del ataque? Es la pregunta que ronda en el aire y hasta el momento no ha podio ser respondida con exactitud.

Manuel Hernández Borbolla

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