El pasado domingo 2 de septiembre, un incendió azotó al Museo Nacional de Río de Janeiro, en Brasil, hecho que conmocionó al mundo entero porque ese centro, que cumplió 200 años en junio, albergaba 20 millones de piezas artísticas y arqueológicas.
El recinto fue la institución científica más antigua de Brasil y el mayor museo de historia natural y antropológica de América Latina.
"Sabemos que los daños fueron inmensos, pero todavía consideramos que es muy pronto para hacer cualquier balance o diagnóstico", dijo la administración del Museo en un comunicado.
Cristiana Serejo, vicedirectora de la institución, dijo en declaraciones a la prensa que el incendio destruyó cerca de 90 % del acervo del recinto.
La otra muerte de Luzia
El Museo Nacional de Río de Janeiro fue construido por decisión del rey Juan VI de Portugal. Se inauguró el 6 de junio de 1818 y fue el lugar donde se firmó la declaración de independencia de Brasil en 1822, por exigencia de la princesa Leopoldina, mujer del emperador Pedro I. También acogió la primera Asamblea Constituyente, tras el fin del imperio.
En el incendio, informó Serejo, se perdió todo lo que estaba en el predio principal (excepto meteoritos de inmenso valor), el archivo mobiliario del primer reinado y las piezas heredadas de la familia imperial portuguesa, así como la biblioteca Keller, con su gran archivo sobre antropología.
Una de las piezas que más se lamentan, entre las ahora perdidas, es la del cráneo de Luzia, que era el más remoto vestigio de un ser humano en América del Sur, con aproximadamente 11.500 años de antigüedad.
La pieza fue encontrada en una cueva del estado de Minas Gerais en 1975, por una expedición conjunta franco-brasileña, y no fue exhibida al público hasta 1999.
"No tendremos más a Luzia. Luzia murió en el incendio", declaró la presidenta del Instituto del Patrimonio Artístico Nacional (Iphan), Kátia Bogéa, citada por Estadao.
Cuando los bomberos reastrearon el área, tras apagar las llamas, encontraron algunos huesos y fragmentos de calavera, lo que generó esperanzas que fuesen los del cráneo de Luzia.
Devorados por el fuego
También se perdió, completamente, la colección egipcia, que incluía alrededor de 700 piezas entremomias, sarcófagos y otros objetos, informó a la prensa Renato Cabral Ramos, geográfo del museo.
De esa colección formaban parte las momias de la cantante sacerdotisa Sha-amon-men-Do y de Kherima; esta última había recibido un embalsamiento del que solo se conocen otros nueve casos en el mundo. También se encontraba el sarcófago de Sha-Amun-en-su, con data del año 750 a.C.
Se perdió, además, una colección de fósiles que alcanzaba a 26.000 piezas. Entre esos objetos paleontológicos estaba un esqueleto de dinosaurio que fue descubierto en Minais Gerais, y otros ejemplares de especies extintas como perezosos gigantes y tigres de dientes de sable.
Había, además, una primera réplica de gran tamaño, realizada en Brasil, del esqueleto de un dinosaurio Maxakalisaurus topai, un herbívoro de 9 toneladas de peso y 13 metros de longitud, probablemetne la mayor atracción de esa sección del museo.
También fue arrasada por las llamas una colección de alrededor de 30.000 artefactos y objetos elaborados por 100 etnias indígenas de Brasil; así como esculturas de la antigua Grecia, vasijas y cálices de la civilización etrusca y piezas recuperadas de las ciudades italianas de Pompeya y Herculano tras la erupción del Vesubio en el 79 d.C.
Lo que sobrevivió
Según el texto del Museo, afortunadamente no fueron alcanzados por el incendio el edificio anexo y el Jardín Botánico, por lo que se preservó parte de la colección de zoología (tanto vertebrados como invertebrados), el herbario, la Biblioteca Central (con más de 500.000 libros, incluidas obras que datan de los días del imperio portugués, que se guardaban en un anexo separado), algunos minerales y cerámicas, así como el laboratorio de conservación y restauración.
Otra de las piezas que quedaron intactas, según Serejo, fue el meteorito Bendegó, que pesa 5.260 kilos y es el más grande que se haya encontrado en Brasil.
El meteorito, que se exhibía en la entrada de la institución, fue hallado en 1784, en un arroyo del estado de Bahía, por el joven Joaquim Da Motta Bothelo, según reza un placa en el pedestal que lo sostiene.
En 1888, el emperador Don Pedro II lo llevó al Museo Nacional y ha permanecido ahí hasta la actualidad. Se estima que tiene 4.500 millones de años y que provendría de una zona espacial entre Marte y Júpiter.
El geólogo y difusor científico Patricio Valderrama explicó, en Twitter, cómo esa pieza resistió a la tragedia: "Un incendio de ese tipo alcanza los 500 a 600 grados centígrados, mientras que ese meteorito soportó más de 2.000 grados centígrados al entrar a nuestra atmósfera. Está intacto".
"El meteorito no es un material combustible; es decir, no reacciona al oxígeno del aire y no responde al proceso de combustión. Entra en la atmósfera ya ardiendo en fuego. Entonces, lo que en él tenía que ser quemado, ya lo fue", explicó por su parte José Luiz Pedersoli Júnior, químico y especialista en gestión de riesgo y patrimonio cultural, citado por Veja.
Una tragedia anunciada
El motivo del incendio aún se desconoce. Serejo informó que los detectores de humo no estaban funcionando.
Medios locales hablaron de una "tragedia anunciada". La vicedirectora del Museo Nacional dijo que en los últimos años se redujeron cada vez más los recursos destinados a la institución.
"Hubo una contracción de un tercio del valor [del presupuesto destinado al museo], de 514.000 reales [125.000 dólares]. Este año recibimos 240.000 reales [58.000 dólares], lo que es poco", denunció en rueda de prensa.
Además, el museo carecía de seguros sobre su patrimonio y no contaba con una brigada de bomberos para combatir posibles focos de fuego, dijo la funcionaria, según recoge Estadao.
Serejo señaló que el deseo de cubrir esas necesidades, aunque fundamentales, había sido descartado por la institución debido a que sus costos no podían ser cubiertos.
Reconstrucción
El Gobierno de Brasil anunció que la reconstrucción del Museo Nacional de Río de Janeiro comenzará de inmediato, según palabras de los ministros de Educación, Rossieli Soares¡, y de Cultura, Sergio Sá Leitao, en conferencia de prensa frente al recinto quemado.
Soares detalló que la administración central entregará 10 millones de reales (unos 2.400.000 dólares) "para garantizar la estructura física y la seguridad, incluso estructural" del edificio.
En una segunda fase se suministrarán 5 millones de reales adicionales (1.200.000 dólares) para financiar un proyecto ejecutivo de reconstrucción, que tendrá el apoyo de la Unesco.
En un comunicado, la Presidencia de Brasil informó que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) aportará 25 millones de reales (poco más de 6 millones de dólares), que se sumarán a los fondos ya anunciados por el Ejecutivo.
Ayuda de los vecinos
La administración del museo publicó en Facebook un llamado: si algún vecino encuentra alguna pieza, página de libro o algún otro artículo que considere pertenece a la institución, pide que sea llevado a la Biblioteca Central.