La madrugada del 22 de junio, sin previo aviso ni declaración alguna, brigadas de la Luftwaffe alemanas descargaron sus bombas sobre aeródromos, vías ferroviarias, bases navales y ciudades fronterizas de la Unión Soviética.
"La nuestra es una causa justa. El enemigo debe ser derrotado. La victoria será nuestra". Estas fueron las palabras de Vyacheslav Molotov, Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, cuando al mediodía del 22 de junio de 1941 informó al pueblo soviético del inicio de la guerra.
Fracaso de la ‘guerra relámpago’
Aunque tradicionalmente el 22 de junio los actos solemnes se reparten por todo el país, la mayor de las celebraciones tiene como marco la ciudad bielorrusa de Brest. La ciudadela de Brest fue uno de los primeros bastiones soviéticos atacados: las bombas nazis comenzaron a caer sin tregua desde las cuatro de la mañana. Y aunque los alemanes creían que se apoderarían de la fortificación en unos 15 minutos, sus defensores resistieron más de un mes las embestidas de aquellas fuerzas superiores en número.
Siete décadas después los habitantes de Brest pretenden revivir los primeros minutos de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los actos centrales de hoy será la reconstrucción histórica de los acontecimientos del primer día de la guerra.
Además, en el territorio de la fortaleza se inaugurará un nuevo complejo arquitectónico dedicado a los soldados que fueron los primeros en repeler los ataques de las tropas invasoras. A los soldados que se encontraban en la fortaleza, la guerra les sorprendió mal preparados para ofrecer tamaña resistencia. De hecho, unos días antes del ataque nazi, la principal agencia de información de la URSS lanzó un mensaje que aseguraba que no comenzaría ninguna guerra con Alemania.
En los muros de la fortaleza de Brest los defensores dejaron inscripciones: "¡Moriremos pero no nos iremos!" "¡Adiós, Patria!", "¡Me muero, pero no me rindo!". La heroica resistencia de estas personas fue el primer gran paso hacia la victoria.
El hecho de que una división entera no pudiera doblegar en un mes una fortificación que, según el plan, debería haberse rendido en un cuarto de hora, conmovió a los mandatarios nazis. Por eso, en agosto de 1941 el mismo Hitler y Mussolini fueron a la fortaleza de Brest para verla con sus propios ojos.
Hoy en día, todo el territorio de la fortaleza es un gran monumento a las víctimas de los primeros días de la guerra. Cada año, los veteranos se encuentran aquí con los escolares para contarles la tragedia que vivieron. Cada año, a las 4 de la madrugada se tiran coronas de flores en las aguas del río fronterizo para homenajear a todos los soldados caídos en la Gran Guerra Patria.
El número total de personas fallecidas en la URSS como resultado de la Gran Guerra Patria fue de 26,6 millones de personas, de las cuales 8.668.400 pertenecían al Ejército Soviético. Ningún otro país sufrió tantas bajas en la Segunda Guerra Mundial.