El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, ha abordado en una entrevista con la agencia alemana DPA una serie de temas concernientes a las relaciones entre ambos países y a la postura rusa ante las divergencias con EE.UU. y la Unión Europea.
"Para nosotros, la Unión Europea no es un enemigo, sino un vecino y socio importante [...] nos interesa que la UE esté unida y sea fuerte e independiente en la toma de decisiones estratégicas", aseveró el canciller, subrayando que las amenazas reales, "no imaginarias", de Rusia y el bloque "son en gran parte comunes".
Sin embargo, Lavrov hizo hincapié en la influencia estadounidense en esas relaciones. "Lamentamos que Bruselas careciera de autonomía y pusiera en marcha una espiral de sanciones antirrusas bajo instrucción de Washington", indicó el ministro, señalando que detrás de ello hay fuerzas que trascienden a cualquier voluntad política.
"Si el líder estadounidense [Donald Trump] emite impulsos positivos, estos quedan completamente neutralizados por la inconmensurable rusofobia del 'establishment' estadounidense", acotó Lavrov. Aclaró, no obstante, que para revertir esta tendencia negativa no es demasiado tarde, pero es necesario abandonar los juegos de "suma cero".
"Cuanto más pronto Washington se deshaga de la ilusión de que puede forzarnos a cambiar nuestra posición sofocándonos con limitaciones económicas o demostraciones de potencial militar, mejor para todos", señaló el diplomático.
Situación en Ucrania
Lavrov destacó que el entendimiento mutuo que se ha diluido en las últimas décadas entre Rusia y Alemania, así como con demás naciones occidentales, "no fue socavado por culpa de Rusia", sino que empezó en el momento en que EE.UU. y sus aliados decidieron no aceptar un final indoloro de la Guerra Fría y se proclamaron ganadores, expandiendo el bloque de la OTAN hacia las fronteras rusas a pesar de haber provisto garantías de lo contrario.
"Una consecuencia directa de lo anterior fueron los conocidos eventos que sucedieron en Ucrania, que provocaron una crisis sin precedentes en Europa", indicó Lavrov, explicando que, cuando los acontecimientos políticos en ese país escaparon de las manos de los Estados occidentales en 2014, varios de ellos autorizaron un golpe de estado e impusieron sanciones unilaterales contra Rusia.
Cooperación en Siria
En cuanto a la interacción entre Moscú y Berlín en torno al conflicto sirio, el ministro considera que, "desafortunadamente, hasta el momento no funciona". Lavrov señala que la posición alemana al respecto "no va más allá de los enfoques generales que determinan la posibilidad de asistencia real a Siria" en las cuatro quintas partes de territorio controladas por el Gobierno de Bashar al Assad, unos enfoques que a su vez están condicionados a "un proceso político creíble".
Sin embargo, el ministro subraya que nunca se definieron las características de ese "proceso creíble" y que, en lugar de la asistencia, continúan vigentes "fuertes sanciones financieras y económicas" que obstaculizan la normalización de la situación siria.