El creciente vertido de residuos plásticos en los océanos se ha convertido en un problema global, y se estima que para el año 2050 en los mares habrá más plásticos que peces. Además, según algunos estudios, cada año entre 4,8 millones y 12,7 millones de toneladas de desechos plásticos ingresan en los mares, alcanzando en la actualidad una cifra total de 150 millones de toneladas de plástico.
Este es un material que no se degrada y solamente tiende a descomponerse en piezas más pequeñas, aumentando así las probabilidades de que terminen en la cadena alimenticia de las especies marinas.
Tania Montoto, portavoz del Área Marina de Ecologistas en Acción de España, advierte que "una vez que los microplásticos entran en la cadena trófica", esas pequeñas piezas de desecho pueden incluso terminar en el organismo de los humanos.
Debido a la magnitud del problema, se han lanzado algunas iniciativas que buscan salvar el océano. Es el caso de la marca de ropa deportiva Adidas, que en colaboración con Parley, utiliza el plástico y microplástico para convertirlos en un polímero que luego se emplea en la confección de indumentaria y calzado.
Pero ese no es el único ejemplo. En las islas Galápagos (Ecuador) fue prohibida a partir de este año la venta y uso de cuatro productos plásticos: sorbetes (pajitas o pitillos), bolsas, envases de polietileno y botellas no retornables.
Sin embargo, para evitar la contaminación de los océanos es fundamental que la sociedad tome conciencia de las consecuencias de los actos de la vida cotidiana en la naturaleza. Y por eso es necesario separar los residuos para reciclarlos y tratar de producir menos basura.