Un estudio dirigido por la Universidad de Montreal (Canadá) advierte que las mujeres que trabajan de noche pueden tener un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama.
El análisis contó con la participación de más de 13.000 mujeres —con edades promedio entre los 55 y 59 años— en Australia, Canadá, Francia, Alemania y España. De estas, a unas 6.100 ya se les había diagnosticado la enfermedad, mientras que cerca de 7.000 carecían de algún diagnóstico asociado.
La investigación, publicada en European Journal of Epidemiology, concluye que el riesgo de desarrollar cáncer de mama con RE positivo —células tumorales con receptores de estrógeno— y cáncer de mama HER2 —asociado al receptor 2 de factor de crecimiento epidémico humano—, aumenta con el número de horas trabajadas por noche y la cantidad de años dedicados a esta labor.
Más horas, más días, más riesgos
Anne Grundy, coautora del estudio, asegura que las mujeres que trabajan al menos tres horas después de la medianoche tienen un 12% más de riesgo de desarrollar la enfermedad que aquellas que nunca han tenido horarios nocturnos, y aumenta a un 26% durante la premenopausia.
La especialista advierte que turnos de más de 10 horas se traducen en un 36% más de posibilidad y, si se prolongan a más de tres días a la semana, el riesgo podría alcanzar el 80%.
Quienes aún mantenían la gráfica nocturna durante el estudio eran un 26% más propensas al cáncer que las que habían dejado de hacerlo al menos dos años antes, añade.
¿A qué se debe?
Grundy afirma que el riesgo podría estar asociado a la hipótesis de que el trabajo nocturno "interrumpe el ritmo circadiano e inhibe la secreción de melatonina, que puede proteger contra el cáncer".
En 2017, un estudio del centro de investigación sobre el cáncer Fred Hutchinson de Washington (EE.UU.) reveló que el desorden en estos ritmos impide la recuperación de las células de ADN dañadas —que se realiza cuando el cuerpo produce melatonina—, y esto aumenta el riesgo de mutaciones genéticas.