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La Torre Latinoamericana de México: El "monstruo de acero" inquebrantable por los terremotos

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Para los trabajadores de esta torre es más seguro permanecer en la construcción, donde no hubo heridos durante el sismo de hace un año.
La Torre Latinoamericana de México: El "monstruo de acero" inquebrantable por los terremotos

La Torre Latinoamericana es uno de los edificios más emblemáticos del centro histórico de la Ciudad de México, el más alto y concurrido; hecho de acero, también el más resistente a los terremotos. Soportó los sismos potentes de 1957, 1985, 2014 y el del año pasado. Tiene un protocolo de seguridad único: nadie sale durante un terremoto.

Javier García Jiménez es trabajador de 'El mirador latino', situado en el piso 44, el último del rascacielos de 180 metros, desde donde se aprecia toda la ciudad con binoculares. El 19 de septiembre de 2017 vio desde arriba el colapso de varios edificios. 

"Escuché la alerta sísmica: ¡está temblando! Me replegué a los muros alejados de los cristales. Los compañeros replegaron a las personas en zonas seguras. Una vez que pasó todo, nos dieron indicaciones que evacuáramos el edificio. Bajamos media hora después del sismo, nos tardamos 20 minutos en bajar las escaleras, no había luz", dice.

La Torre Latinoamericana, inaugurada en 1956, representa el centro de la capital mexicana, y casi enfrente está el Palacio de Bellas Artes, un recinto cultural de mármol inaugurado en 1934, a un costado del Palacio Postal, cerca del Templo Mayor; todos, edificios de distintas épocas y culturalmente representativos de México.

Los alrededor de 3.200 empleados, más las 1.000 personas que a diario visitan el mirador, bajaron poco a poco y se juntaron en la plaza de Bellas Artes, eso marca el protocolo.

Para Javier y sus compañeras bajar de la torre fue más difícil que soportar adentro, porque conocen el protocolo: están más seguros en el interior que afuera. Además, confían en los reconocimientos de la estructura de la torre, en lo profundo de sus cimientos: 33 metros que dan soporte a las 25.000 toneladas que aguantan los 44 pisos.

De estos pisos, seis son visitados a diario por turistas: hay dos museos, donde está plasmada la historia de la capital mexicana y sus edificios. También explica cómo la 'Latino', coloquialmente conocida, fue fabricada por la empresa Bethlehem Steel Company, misma que fabricó el Empire State Building de Nueva York, uno de los edificios más altos del mundo.

Los otros 38 pisos albergan un banco, un restaurante, oficinas gubernamentales, y negocios privados; durante el sismo  de 2017, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) trasladó dos de sus oficinas a la torre, porque sus edificios resultaron dañados.

La estructura de la torre

Se construyó de acero mediante cálculos que superaban las normas vigentes, incluido el "análisis dinámico que se hizo por las mejores técnicas disponibles", según reza en el museo, donde hay fotografías de su proceso de construcción desde 1949 hasta 1956, cuando fue inaugurada por la compañía de seguros Latinoamericana.

La construyeron el arquitecto mexicano Augusto H. Álvarez y los ingenieros Leonardo Zeevaert y Adolfo Zeevaert, que inauguraron en México, representó una nueva etapa de construcciones inteligentes, y edificios modernos.

Antes de la Conquista española (siglo XV) ese lugar era un lago, luego fue el convento de San Francisco, hasta que la compañía de Latinoamericana de Seguros S.A comenzó su construcción en 1949 y tardó siete años en presentar "el monstruo de acero", como le llaman varios turistas al edificio, de 62 años de antigüedad.

"El subsuelo de la ciudad es en los estratos más superficiales de arcilla húmeda (barro) y sólo a 33 metros hay una capa de arena resistente".

En los 33 metros de profundidad hay tres pisos de sótanos, donde está cimentada la torre, un cajón hidráulico que da la impresión que el edificio flotara, a la hora de los temblores, según dicen los que han presenciado alguno desde el interior.

Clavaron 361 pilotes de concreto hasta la primera capa resistente para obtener una base sólida. Todo el edificio fue "remachado al rojo vivo", pero sin materiales de buena calidad y buenos cimientos, no habría sido un edificio tan resistente, aseguran varios arquitectos.

Javier y los empleados del piso 44 aseguran que sólo dejaron de trabajar, como todos los edificios menos dañados después del terremoto, una semana. 

En estas fechas reciben a los visitantes y les dan visitas guiadas con tranquilidad. Cada vez que entran a la torre caminan pensando en su protocolo, y en la suerte que tienen de trabajar allí, porque en otros sitios varios empleados quedaron sepultados.

Además en el lobby de la Latino hay varios reconocimientos que validan la fortaleza del edificio de acero, y ovacionan su estructura por sobrevivir a grandes terremotos.

Esas placas son de 2006, cuando la Latino cumplió 50 años firme. Hay reconocimientos de escuelas de ingenieros, electricistas, arquitectos; hasta uno del Instiuto Mexicano del edificio inteligente A,C "por haber sido el precursor del edificio inteligente en Latinoamérica por su proyecto arquitectónico".

Vania Pigeonutt

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