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Pinta en dos horas como Picasso, Klimt o Guayasamín: La terapia con pintura para inexpertos

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El propietario del taller explica que entre los beneficios está el aumento de la plasticidad cerebral, esa "capacidad del cerebro para cambiar, aprender nuevas habilidades, formar nuevos hábitos".
Pinta en dos horas como Picasso, Klimt o Guayasamín: La terapia con pintura para inexpertos

La invitación en el taller de pintura Mon Atelier, en Quito (Ecuador), para los días 17 a 19 de septiembre era para "pintar como Gustav Klimt", y la próxima semana, del 27 al 29, lo es para "pintar como Pablo Picasso".

Desde hace casi tres años, todos los días, exceptuando los domingos, Mon Atelier abre sus puertas para que personas sin ninguna experiencia con la pintura puedan hacer, en dos horas, un cuadro de cualquier artista internacional o local, como el destacado pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.

"La idea nuestra fue, en un principio, crear un espacio de diversión para la gente, un espacio diferente en Quito, que no hay en el país y muy poco en Latinoamérica", dice Juan Fernando Naranjo, propietario del taller, quien señala que actualmente una de las actividades más solicitadas es la de brindar "arte terapia a las personas".

Cada vez que las personas viven la experiencia en Mon Atelier y con el tiempo que tienen ofreciendo esta "terapia" han constatado que "la pintura es un mecanismo espectacular que te puede transportar de una actitud negativa a una positiva".

Una copa de vino y un cuadro propio

Para participar de esta terapia la persona o grupos interesados pueden ingresar a la página web, Facebook o Instagram de Mon Atelier, donde encontrarán los cuadros que se van a pintar en determinados días. Así, escogen el que más les gusta, hacen su reserva con parte del costo de la actividad y el día acordado van al taller.

La tarifa "incluye todos los materiales, el lienzo, las pinturas, pinceles, delantal", señala Naranjo, quien precisa que "lo único que tiene que traer la persona es una predisposición para vivir una experiencia diferente e inolvidable, nada más".

En el taller, además de los materiales, le ofrecen al participante "una copa de vino, que le sirve para desinhibirse por completo; y una picadita", que acompaña a su bebida.

Una vez en el taller, y al mismo compás, todos los que asistieron pintan con la ayuda de "instructores que van guiando paso a paso el proceso", dice Naranjo. Explica que "todos pintan un mismo cuadro, pero cada uno lo hace a su estilo, cada uno lo hace conforme a sus habilidades". El resultado final, la pintura en físico, se la lleva cada participante.

Un cambio positivo

De acuerdo a la experiencia que han tenido hasta ahora, Naranjo cuenta que han notado el cambio en las personas, y se lo han hecho saber, pues en el taller han contado con la colaboración de un especialista en arte terapia.

"Hemos visto que la pintura recupera la autoestima en las personas", dice y menciona, por ejemplo, gente que llega con algún tipo de depresión o tristeza, básicamente, y en el transcurso de dos horas "tiene un cambio positivo y una actitud diferente" y, por ende, "buscan repetir esta actividad en compañía de amigos, en parejas o grupos de oficina".

Naranjo explica que entre los beneficios que brinda la terapia con pintura está el aumento de la plasticidad cerebral, esa "capacidad del cerebro para cambiar, aprender nuevas habilidades, formar nuevos hábitos y romper viejos patrones de pensamiento".

Por ejemplo, dice que el ser humano está acostumbrado a actividades sedentarias repetitivas, como ver televisión un determinado número de horas, "es un patrón que no lleva a nada". En cambio, la pintura, como proceso creativo, "mejora el sistema neural, porque te introduces en una actividad envolvente y vives lo que haces, la disfrutas". "Que la mancha no te asusta, que una mancha la disuelves, la cambias, la pintas y al final descubres una nueva capacidad antes desconocida", añade.

"Esta activación neural genera en la persona un incremento de estímulos y esto produce felicidad", menciona el propietario de Mon Atelier, quien señala que "después de dos horas de pintura la gente duplica tranquilamente su nivel de felicidad". Bromea, para ejemplificar, que "si una persona llega acá con el índice de felicidad, si es que es medible, en 6 sale con 10 o con 12".

La pintura, además, "fomenta cambios de actitud ante enfermedades o crisis personal" y ayuda a "disminuir la ansiedad, mejorar la autoconciencia, la autosatisfacción y la persona que se involucra en el arte tiende a tener una percepción positiva de sí mismo". Asimismo, reduce el estrés, como revela un estudio publicado en 2016 por la revista Journal of American Art Theraphy Association, en el que evidenciaron la disminución de los niveles de cortisol en 39 personas después de someterlos a 45 minutos de hacer arte.

También contribuye —describe Naranjo— a retrasar todas las enfermedades mentales que pueda tener un adulto, la demencia senil o el Alzheimer, porque estimula la memoria sensorial, la atención y la concentración. Esta afirmación la han corroborado varios estudios, que recoge el portal de la agencia de salud integral de Canadá Alongside You.

Como rastrillar un jardín zen

Naranjo dice que "cada pincelada, cada golpe de pincel en un lienzo tiene el mismo efecto de descarga en el ser humano que el que se produce cuando rastrillas unas 10 veces un jardín zen", un estilo de jardín japonés creado para la relajación y combatir el estrés.

"Si tú haces un cuadro con tantos números de pinceladas al final has generado una descarga positiva impresionante", subraya.

Además de eso, está el "sentido del logro" que se produce en el pintor, al hacer en dos horas algo de lo que pensaba no era capaz. "Hay algunas personas que, sin saber pintar, les han quedado unas obras impresionantes, llenas de color y fuerza, dignas de poder ser criticadas por expertos".

Desde niños hasta la tercera edad

En Mon Atelier reciben a personas de todas las edades: niños, adolescentes, jóvenes y adultos. En el caso de los pequeños, Naranjo señala que desde los 4 años ya es una edad apropiada, "pueden darse cuenta de muchas cosas que son capaces".

Los niños, además, tienen ventajas sobre los adultos, porque "no están vacunados contra tantas cosas del mundo, de la vida, y son mucho más libres para expresarse", señala el entrevistado, mencionando que "ellos ven el mundo de otra forma, en medio de un paisaje divino, armonioso, ellos ponen su toque extra, lo que quieren ver, lo que sienten".

Eso no ocurre con los adultos, dice Naranjo, porque "ya tenemos demasiadas estructuras de la sociedad impuestas" o, incluso, prejuicios propios "que nos impiden liberar públicamente y sobre un lienzo, nuestras emociones".

Algunas personas llegan al taller con la intención de tener "un cuadro lindo" para "colgar en la sala". Ante ello, Naranjo es claro y dice que en Mon Atelier "la experiencia es otra", porque "en nuestro estudio nadie te exige una obra de arte, y aún así, les queda linda". Menciona que "vas a vivir una experiencia diferente y en dos horas, te vas a sentir un artista y vas a estar frente a una realidad gratificante de logro personal" y puede ser, también, "un momento en compañía de familia, de seres que a lo mejor no están continuamente contigo o de amigos".

Para el propietario del taller es gratificante "ver en una misma mesa a la abuelita, los nietos, bisnietos, hijos, parientes políticos pintando, en un mismo nivel" y, como por arte de magia e instintivamente, todos los participantes "se desconectan de los celulares y otros dispositivos electrónicos y disfrutan de una actividad que te atrapa sanamente, que te envuelve". Esa escena se repite cada semana, en la que asisten uno o dos grupos familiares a la terapia.

Sesiones empresariales

La terapia con pintura también se ha aplicado en Mon Atelier a grupos de empresas, para trabajar en la integración y colaboración de equipos.

Entonces, como ocurre en los grupos familiares, "están sentados en la misma mesa y al mismo nivel el jefe, mandos medios, gente de producción, gente que hace gestiones en la calle" y se genera una dinámica interesante en la que puede resultar que las personas de cargos inferiores "tienen una mejor visión de lo que pasa en la compañía que los propios dueños".

"Ha sido fantástico ver —dice Naranjo— como, por ejemplo, en fin de año algunas empresas deciden celebrar con sus empleados aquí en lugar de ir a un restaurante o subirse a una chiva [autobús o camión adaptado para celebraciones], que es lo típico".

Mon Atelier tiene una capacidad para 45 personas. En el lugar, además de las sesiones que se hacen todas las noches en las que participan personas solas, parejas o grupos, se hacen fiestas de cumpleaños de niños, jóvenes y adultos.

"Al final los beneficios se los llevan los clientes, quienes notan las diferencias de cómo llegaron y cómo se van", enfatiza Naranjo.

Edgar Romero G.

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