En la misma línea que los textos coloniales, que definían a las sociedades precolombinas como violentas e incivilizadas que necesitaban ser conquistadas, el arqueólogo del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, Samuel Lothrop describió, en 1954, lo que halló en un antiguo cementerio del sitio arqueológico de Playa Venado (Panamá).
Tras analizar los más de 200 cuerpos, concluyó que hubo mutilaciones, sacrificios, personas enterradas vivas y canibalismo, ratificando así la hipótesis del salvajismo de esa cultura precolombina.
De esos cuerpos, 77 permanecen en el Instituto Smithsoniano de Washington (EE.UU.), donde fueron analizados por los arqueólogos Nicole Smith-Guzmán y Richard Cooke, quienes refutaron las descripciones que había sobre esa sociedad. Según comprobaron, en los huesos no había evidencias de situaciones traumáticas cerca del momento de la muerte.
Técnicas como la bioarqueología fueron las que permitieron a los especialistas brindar una nueva mirada sobre las poblaciones de Playa Venado. "Nos damos cuenta de que muchas de las crónicas españolas buscaban mostrar a las poblaciones indígenas como 'incivilizadas' y con la necesidad de ser conquistadas", expresó Smith-Guzmán.
En ese sentido, señaló que, "más que un ejemplo de violencia y deposición descuidada", lo que reflejan sus estudios es que las sociedades del área istmo-colombiana mostraban "respeto y cuidado por sus familiares después de la muerte".
Como prueba de esto, los especialistas explicaron que cuando examinaron los huesos únicamente hallaron lesiones que habían sido curadas mucho antes de la muerte, como golpes en la cabeza o un pulgar dislocado. Solamente uno de los cuerpos analizados mostró señales de trauma vinculado con la violencia interpersonal.
Esto también contrasta con los análisis de Lothrop, quien, para explicar el salvajismo de las sociedades, se basó en cómo halló los restos en el cementerio, que data de entre los años 550 y 850 d.C. Por ejemplo, que tuvieran la boca abierta lo tomó como una muestra de que habían sido enterrados vivos; o la separación de las vértebras, como una evidencia de hechos traumáticos.
Sin embargo, Smith-Guzmán también se opuso a esas ideas: "Hay bajos índices de trauma en general y las bocas abiertas de los esqueletos son explicadas fácilmente por la relajación normal de los músculos después de la muerte".
"El posicionamiento uniforme del entierro y la ausencia de trauma 'perimortem' (cerca del momento de la muerte) están en contradicción con la interpretación de Lothrop de muerte violenta en el sitio", concluyó.